No solo son los conciertos, sino también los talleres: el XXXIII Festival Internacional de Coros de Santiago de Cuba deviene espacio único para la superación y el crecimiento de las agrupaciones vocales en contacto con maestros de Estados Unidos, México, Italia y Cuba, que comparten valiosas experiencias con cantores y directores.
Francesco Grigolo, apasionado maestro milanés, transmite el estilo de dos grandes compatriotas suyos que en el siglo xix, siendo ateos, escribieron páginas indelebles de la música sacra. Ambos se reconocen entre los imprescindibles del ámbito operístico: Gioacchino Rossini y Giuseppe Verdi.
Asistir a una de las sesiones del taller de Grigolo es una fiesta, cuando desanda los meandros de la Pequeña misa solemne, de Rossini, e insiste en el contraste entre la economía de medios de la estructura y el vasto espectro sonoro que propone el compositor.
Grigolo será uno de los responsables de la revelación ante el público cubano, en la agenda de Habana Clásica 2019, de la ópera Il filósofo della campagna, de Galuppi, con texto del notable dramaturgo Carlo Goldoni, que se representará en el Centro Hispanoamericano de Cultura de la capital, a mediados de noviembre.
«Vengo de un país donde existe una tradición en el arte lírico musical –comenta–, pero la riqueza musical de Cuba es infinita y muy apreciada en todos los lugares. Para mí es increíble compartir estas jornadas».
César Solórzano radica en Tijuana. Ha llegado a Santiago para impartir un taller sobre la interpretación del repertorio coral antiguo, con énfasis en el estilo gregoriano. «Los cantores cubanos aprenden rápido –apunta–; lo más difícil pasa por controlar la exteriorización de emociones; aquí todo transcurre por el ritmo y el movimiento, por lo que explico que hay que dominar los resortes interiores del canto, pues ahí está la clave de la espiritualidad».
Corina Campos liderea desde hace buen rato Vocal Leo, que este año conquistó uno de los certámenes más prestigiosos del Viejo Continente, el concurso de Marktoberdorf, en Baviera. Pero su presencia en Santiago de Cuba se debe a la necesidad de transmitir los valores de los jóvenes compositores cubanos Daniel Torres Corona, Alexis Rodríguez y Wilma Alba Cal. «A Electo, Valera, Brouwer y Monier –puntualiza– sigue una nueva generación que debe ser conocida, estimulada y cantada».
Entre los compositores cubanos más frecuentados dentro y fuera de la isla se halla Beatriz Corona. El encanto de sus composiciones vocales seduce a amplios auditorios de entendidos y recién iniciados. A los niños dirige su taller con obras suyas, bajo la divisa del mayor rigor y diversión posibles. «A los niños –precisa– no se les puede subestimar, hay que conducirlos para que sean los cantores de mañana, o por qué no, el público que aprenda a disfrutar el canto coral cuando crezcan».
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