En el Palacio del Conde de Lombillo, la Academia Cubana de la Lengua finalizó las jornadas por el día de la Cultura Cubana con un homenaje al recientemente desaparecido poeta y escritor cubano Roberto Fernández Retamar.
Con Cira Romero como moderadora del panel, los diferentes invitados relataron vivencias y anécdotas relacionadas con el autor de Calibán. Cabe decir, que a más de uno de los presentes la nostalgia les invadió el alma y se les reflejó en la voz.
Marlen Domínguez Hernández, Doctora en Ciencias Hispánicas, al recordar a Retamar, expresó que en su obra pueden encontrarse reflexiones asentadas sobre problemas lingüísticos que nos atañen y resaltó dos trabajos, uno sobre la escuela de lingüística española y el libro En la España de la Ñ.
«Retamar está aquí, contribuyendo con su pensamiento a nuestra propia reflexión acerca de la utilidad y necesidad de una política lingüística en Cuba», afirmó Domínguez Hernández.
Las obras más relevantes del ensayista recibieron el análisis del crítico Roberto Méndez Martínez, quien, ante la noticia de la pérdida física del intelectual, «lo único que se me ocurrió fue releer su poesía».
«El escritor era algo más que exigente, terco y puntilloso. Lo que elogiaba hoy, mañana quería llevarlo a un estado superior de perfección, y tenía un ojo clínico para descubrir imprecisiones en la redacción o erratas», así calificó a Retamar, Méndez Martínez, quien trabajó en la selección y el estudio preliminar de la antología de su obra, que publicaría la colección Clásicos Ayacucho en Venezuela.
El escritor Jorge Fornet, en una magnífica intervención, explicó que Retamar tuvo una rara capacidad para entender procesos sociales y literarios, para bautizar fenómenos, para enfrascarse en polémicas.
«Los congresos y volúmenes sobre su obra manifestaban el reconocimiento de prestigiosos círculos académicos y literarios de todos los continentes. En primer lugar de la América Latina; pero también de los Estados Unidos, Europa, Asia, y lo divertía imaginar su Calibán traducido al japonés y al coreano», agregó Fornet.
«La opción por la Revolución fue un deber y un placer que para él, como para millones de cubanos, implicó renuncias. Supongo que le habría gustado recibir alguno de los premios más sonoros para los cuales fue propuesto y defendido por personas e instituciones de medio mundo; pero sabía que le serían esquivos y jamás intentó traicionarse a sí mismo para conseguirlos. A fin de cuentas, lo sabía también la persona que él más admiró, quien apenas ganó una medallita en su vida cuando era niño y estudiaba en la escuela de Mendive», concluyó.
Antes de finalizar el encuentro, la poetisa Nancy Morejón evocó ante los presentes al Retamar que ella conoció en su época de estudiante; además de recitar un poema de su autoría dedicado al 85 cumpleaños del intelectual.
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