ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Tomada de Internet

Con antecedentes como Los Sopranos o The Wire, entre otras inolvidables pro-ducciones seriadas, la cadena HBO pueda darse el lujo de producir y mantener al aire cuatro temporadas de una serie como Treme (que acaba de transmitir la Televisión Cubana).

Se trata de una apuesta a largo plazo, valiente y marcada por el afán de «descubrir» un sentido de la vida, del tiempo, del espíritu, de las pulsiones y del sonido de la ya más que socorrida –en materia audiovisual– Nueva Orleans post-Katrina. Pero Treme fue rodada, sin exageración, con arreglo a un criterio técnico y estético cuyos diques no rompe ni otro huracán más poderoso que aquel.

La obra es regalo para los sentidos, en especial, el auditivo, porque Treme no solo constituye catálogo de melodías, sino espejo identitario musical de la ciudad sureña de Nueva Orleans, uno de los reservorios mundiales del pentagrama.

 En opinión de David Simon, creador del material, la combinación de ritmos africanos

y la escala pentatónica con los arreglos e instrumentación europeos fueron la contribución esencial de Estados Unidos a la cultura mundial. Si alguien que piensa así rueda un trabajo en el mismo barrio de Treme, ya podemos ir pensando cuánto podremos hallar.

Autor, además, de The Corner; Homicida: Life in the Street, Generation Kill y The Deuce, Simon continúa aquí su línea de cronista social de los ambientes menos favorecidos de Estados Unidos, al rubricar una pieza-reflejo del estado de olvido gubernamental y de la indefensión de los pobladores de la urbe luego de la tragedia de 2005.

Visionar los capítulos de esta propuesta es asistir al derrumbe moral y físico de un patrimonio donde, sin embargo, la misma indignación invalida la pena y se redime por la vía de la resistencia.

No son perdedores, sino eternos luchadores los personajes que enhebran esta trama, donde el embrujo del jazz, del rhythm and blues, del cajun, del folk, del rock, del country, del zydeco, del honky-tonk o del funk no invisibilizan los acaso demasiados puntos grises de tamaño mosaico social, presa del abandono y la desidia institucional de un sistema preparado para funcionar al servicio de los poderosos y al cual no le interesó que luego del Katrina la comunidad negra de Nueva Orleans se redujera en un 65 %.

Simon ha definido la referida resistencia: «Nueva Orleans es una ciudad que todavía crea. Aun en su estado, herida de muerte, incluso después del permanente shock ante la indiferencia nacional, continúa siendo una ciudad que construye momentos, extraordinarios momentos en los que el arte y la vida ordinaria confluyen». De dichos momentos toma «vitaminas» la teleserie, que el espectador nacional acaba de disfrutar.

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