PILÓN, Granma.–Treinta años de un concierto de versos con raíces tan fieles como profundamente ancladas a las montañas de la Sierra Maestra y al litoral caribeño de Oriente, convierten en celebración magnífica de este pueblo costeño la presente edición del festival Al sur está la poesía, realizada desde el jueves y hasta hoy sábado.
Nada ha perdido de lo genuino y popular que lo engendró en 1989, pues sigue siendo la gente de Pilón el público principal a la escucha de poetas cubanos renombrados y en crecimiento; quienes ponen la música de la palabra hermosa en las citas pactadas de un programa que continúa diciendo: «lectura de poesía a las 8:00 p.m., en el barrio La Marina, última calle», o «en La Plaza, frente a Iris», o «en Los Nortes, delante de la casa de Macusa»…
A lugares como esos asistieron de día y de noche, a recitar sus letras y las de otros, creadores de la talla de Virgilio López Lemus, Víctor Fowler, Carlos Esquivel, Reinaldo García Blanco, Alexander Besú, Luis Carlos Suárez y varios amigos más de media docena de provincias
cubanas, nuevos y acostumbrados asistentes del evento anual promovido por el Grupo Sur.
Porque hay décimas, y música, y el público participa, y porque van los poetas también montaña arriba, y cantan versos en un hospital, en una escuela, en una casa de abuelos, y se presentan libros, y se habla de la poesía de este y del siglo anterior, a la vez que se cuentan las peripecias de 30 años de Festival, es que la cita convoca y la gente asiste siempre.
Hasta Caridad de Mota, sobre el firme de la Sierra, fueron en esta ocasión con el homenaje a cuestas que saluda a los poetas Nelson Gudín y Gabriel Darío Guerra, a quienes dedicaron la edición, y hubo también el concurso de poesía infantil y la entrega de los Premios Sur.
La treintena de poetas que asistió al encuentro –reconocido como iniciador del Movimiento Poético Mundial y miembro de la Red Nuestra América de Festivales Internacionales de poesía de América Latina y del Caribe– confirmó otra vez, con éxito, la pretensión de «promover el gusto literario, una sensibilidad ante la naturaleza, la educación ambiental, la vocación humanista y el provecho de los valores naturales e históricos del lugar».
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