La novelista, dramaturga y ensayista argelina Maïssa Bey, aseguró en La Habana que hoy las escritoras de su país han trascendido la cultura de la oralidad y con ello de la sombra de la más célebre entre las narradoras de cuentos, la mítica Sherezada.
En su conferencia –en la Sala José Antonio Portuondo en La Cabaña– titulada Mujeres en la escritura, Bey explicó: «contar es tomar la palabra de otros, escudarse en la palabra de otros, palabras dichas tradicionalmente por las mujeres confinadas en espacios cerrados».
La autora, una de las intelectuales invitadas a la Feria del Libro, teniendo en cuenta que la literatura árabe en general, y la argelina en particular, no está muy difundida «en este continente», ofreció una breve panorámica histórica de la presencia femenina en sus letras, que se inicia –dijo– a partir de la segunda mitad del siglo XX, con figuras como Djamila Debeche y su novela Leila, hija de Argelia.
En su conferencia abordó el periodo de la lucha de liberación anticolonialista, a la cual se sumó la mujer argelina que rápidamente tomó la palabra para denunciar las terribles consecuencias de la guerra. Citó entonces a la más conocida entre ellas, Assia Djebar (1936-2015), de quien mencionó su primera novela, La Sed, y su obra mayor El amor, la fantasía.
«¿Cómo hablar de escritura femenina sin hablar de nuestra voluntad de impedir que otros digan qué somos o cómo somos, sin confrontaciones estériles? Las argelinas hoy hablamos del cuerpo, de nuestras vivencias, de nuestra alma y de nuestras vidas. Devenimos sujeto y nos cuestionamos frontalmente las visiones de un mundo creado por los hombres».
Existe –afirmó Bey– una literatura femenina argelina que ocupa un lugar importante y que se hace escuchar. «Novelistas, poetas, ensayistas, cada vez más numerosas irrumpen en los espacios públicos y publicaciones y logran encontrar un interlocutor». Comentó acerca de su obra personal, que solo comenzó a publicar en 1996. En ella es privilegiado el tema de la condición femenina. «Mis personajes femeninos están instalados en la realidad argelina».
Bey escribe en francés, aunque –apuntó– en nuestra literatura en general hay una oscilación perpetua entre tres idiomas: el francés, el árabe y el tamazight (idioma del pueblo bereber). Entre sus novelas se destacan: La sombra de un hombre que camina al sol (L'ombre d'un homme qui marche au soleil); Ninguna otra voz (Nulle autre voix) y Azul, blanco, verde (Bleu blanc vert).
La autora concluyó: «Las escritoras argelinas conquistan el espacio exterior, reafirman su identidad y tienen voz propia. Ya no están recluidas en patios interiores, ya no cuentan con palabras de otros». Van más allá de Sherezada.
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