Reveló más de una vez el destacado escritor y profesor uruguayo Daniel Chavarría, que en Cuba los militares abrían casas editoriales para multiplicar y defender las verdades y la memoria histórica del pueblo, mientras en la mayoría de los países de América Latina –por órdenes de Washington y las oligarquías nacionales– los uniformados perseguían a escritores y libros o incineraban obras maestras de la literatura, arte, filosofía e historia porque calificaban en la lista negra de las directivas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) como «comunistas» o «subversivas».
En los años 1980 coincidí en la Universidad de La Habana con un estudiante dominicano de la Licenciatura en Historia del Arte, a quien al llegar de vacaciones a su país la policía del aeropuerto, en cuanto bajó del avión, le convirtió una de sus maletas en una intensa hoguera y lo detuvieron varias horas, porque los cuadernos con las pinturas del español Pablo Picasso, del cubano Víctor Manuel, las poesías de Nicolás Guillén y Rafael Alberti o el clásico Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, era literatura «prohibida y sospechosa», con el agravante de su procedencia: Cuba.
Precisamente por aquellos años, el 5 de enero de 1989, se fundó en las filas del Ministerio del Interior un arma de la cultura revolucionaria, que rápidamente se convirtió en un eslabón fundamental en el entramado editorial cubano y en la defensa de la memoria histórica de una nación que ha tenido que enfrentar y resistir los desafíos más complejos a lo largo de más de siglo y medio para sobrevivir.
El nacimiento de la Editorial Capitán San Luis estuvo estrechamente ligado a la necesidad de divulgar y multiplicar historias, verdades o denuncias, asociadas al desempeño de quienes previenen o enfrentan la actividad delictiva o enemiga contra Cuba, convertidos en testimonios, novelas, ensayos y los más diversos géneros literarios, incluso obras para niños que han ganado el aprecio de lectores de todas las edades en Cuba y otras partes del mundo.
Rápidamente la casa editorial rebasó el objetivo inicial de publicar los premios, menciones y recomendaciones del Concurso de Literatura Policial «Aniversario del Triunfo de la Revolución», o estimular los resultados de los talleres literarios que auspician el Ministerio del Interior, y dignamente había heredado de la prestigiosa revista Moncada, que publicó la institución.
Su actual catálogo editorial tiene la huella
imborrable del pensamiento del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, del General de Ejército Raúl Castro Ruz y de otros protagonistas de la Revolución; de los pasajes imprescindibles de sus batallas y sus héroes; la denuncia de las actividades subversivas y terroristas de las diferentes administraciones estadounidenses, la CIA y otras agencias, así como la mafia anticubana, escritas muchas veces por oficiales y combatientes que junto al pueblo enfrentaron sus acciones o planes macabros.
Recoge además un amplio espectro de la cultura e identidad nacional, entre los que sobresalen no solo escritores como Roberto Fernández Retamar, Eduardo Heras León o el propio Daniel Chavarría, sino también artistas de la plástica como Roberto Fabelo, Ernesto Rancaño y Flora Fong o músicos de la talla de Silvio Rodríguez y Frank Fernández.
La Editorial Capitán San Luis ha ganado un espacio imprescindible en la Feria Internacional del Libro de La Habana y de otras ciudades del mundo, que constituyen oportunidades para presentaciones o lanzamientos fundamentales de sus obras, pero además ha logrado establecer una red de 23 puntos de venta en todo el país, que permite llegar a cubanos y extranjeros que visitan los principales polos turísticos y aeropuertos de la Isla.
Asimismo, sus obras y sus autores se presentan en escuelas, unidades del Minint, instituciones culturales y centros penitenciarios, donde mediante el diálogo y los testimonios se siembran valores y afianza la memoria. Se cumple la enseñanza martiana de que «Leer es una manera de crecer, de mejorar la fortuna, de mejorar el alma» y que «Grande es la lengua cuando sirve para edificar».
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