
Cualquier cinéfilo sabe que los carteles cubanos hechos para el cine constituyen toda una leyenda. Es magnífico poder afirmar, sin que se considere un exceso, que los creadores de la Isla han hecho escuela en este género.
Para apartar el negro sentimiento chovinista, cito del libro Ciudadano cartel, de Sara Vega y Alicia García, lo expresado al respecto por el actor italiano Gian María Volonté: «los afiches cubanos de cine son únicos porque dan al cine su propia dimensión»; el director norteamericano Francis Ford Coppola: «Soy un admirador apasionado y un coleccionista de los afiches cubanos», y a la escritora Susan Sontag: «un afiche de Tony Reboiro o Eduardo Muñoz Bachs, además de cumplir con su misión publicitaria, es una auténtica obra de Arte».
La calidad casi siempre está alejada de los números y, sin embargo, la colección de la Cinemateca de Cuba con casi 3 000 carteles, tanto desmiente esa idea, que está merecidamente inscrita en los Registros Nacional y Regional del Programa Memoria del Mundo de la Unesco.
Importantes diseñadores y pintores contribuyeron a esos carteles impresos con la técnica de la serigrafía (Silk Screen), su signo distintivo. Legaron obras capitales Muñoz Bachs, Reboiro, Rostgaard, Morante, Oliva, Ñiko, Azcuy, Julio Eloy y también, René Portocarrero (Soy Cuba), Servando Cabrera Moreno (Páginas del diario de José Martí, Retrato de Teresa) y Raúl Martínez (Lucía), por citar unos pocos.
El libro Ciudadano cartel añade nombres en el acápite «Colaboradores y desconocidos» y recuerda carteles firmados por artistas de la talla de los cubanos Zaida del Río, Alicia Leal, Flora Fong y Nelson Domínguez; el español Antonio Saura y el chileno Roberto Matta, que «resultan hoy una rareza».
El cartel estuvo dirigido a promocionar filmes nacionales y extranjeros, semanas de cine cubano en otras latitudes, ciclos, muestras, retrospectivas, aniversarios, homenajes a directores, actrices, actores y festivales en los que el mensaje gráfico llegó por diversas vías, con una impronta visual de gran belleza y eficacia comunicativa y no esquemáticamente como interpretación pura de la esencia de los filmes.
Es por eso que en este 40 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano el cartel cubano tiene una preeminencia con varias exposiciones, entre ellas, Cuarenta años en Carteles (en el lobby del cine 23 y 12); Otra vez… otros clásicos (Galería 23 y 12) y Titón. 90 aniversario (Galería Saúl Yelín, Casa del Festival).
A ese grupo se añaden los 24 carteles en competencia por el Coral, de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, España y México.
Nelson Herrera Ysla, crítico de arte, afirma en el prólogo del libro citado: «el cartel cinematográfico se convirtió en la cara más visible del arte cubano en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo pasado (…). Luego declinó (…) y hasta se temió por su existencia. Pero no. Como buena Ave Fénix, resurgió de entre las manos entusiastas de jóvenes creadores en los albores del siglo XXI para salir airoso nuevamente hacia el cielo azul de la Isla, sus cines y ciudades…».
Las exposiciones organizadas para estas jornadas del Festival, ayudan a comprender que la leyenda del cartel cubano es una realidad.
COMENTAR
Miguel dijo:
1
6 de diciembre de 2018
09:01:36
Francisco Rivero dijo:
2
7 de diciembre de 2018
12:22:52
Responder comentario