ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Ariel Cecilio Lemus

El mismo día que vio nacer a la bailarina cubana Alicia Alonso como Giselle, en una misma noche, un teatro encendió las luces y la magia sobre la escena para convocar los recuerdos de Alicia-Giselle en este noviembre del 2018, durante el 26to. Festival Internacional de Ballet de La Habana.

En el aniversario 75 de su debut en esta obra maestra del ballet, las cortinas se abrieron anchas para dejar ver el clásico poblado de varias Giselle, Albrecht…, que como descendencia histórica de su progenitora, Alicia, y los fundadores Fernando y Alberto…, llenaron la escena de un encanto original, matizado de recuerdos y nostalgia.

La música de Adolphe Adams –muy bien interpretada por la Orquesta Sinfónica Nacional, conducida por el maestro Giovanni Duarte– llenaba el espacio de un hálito singular que llamó a escena a tres primeras bailarinas: Viengsay Valdés, Sadaise Arencibia y Gretel Morejón. Ellas, con luz propia, prestaron su piel en el escenario, en distintos momentos de los dos actos de esta obra, donde Alicia Alonso grabó sus mejores huellas artísticas. Vistieron la ingenua enamorada campesina del primer acto, y la etérea Willi, del segundo, «armadas» todas, con la savia nutricia de la danza, que Alicia les legara a sus descendientes. Bailaban, actuaban, vivían en la escena, y por momentos parecía que era ¡Alicia la que danzaba! Junto a ellas, vibraban sobre las tablas sus partenaires (Duque Albrecht: Dani Hernández, Raúl Abreu y Rafael Quenedit) convocando memorias, en cada paso, como aquellos grandes que acompañaron a Alicia en el tiempo danzario, como homenaje, en su día.

La reina de las willis (Ginett Moncho), inspirada y también inmensa paseó por las tablas, con la fuerza de aquellas grandes predecesoras, Aurora Bosch, que vigilaba de cerca, con su talento y mirada, desde el lado del aplauso, y también María Elena Llorente, que vistiera una personal Giselle…

Pero la gran ovación coronó también a otro protagonista, por derecho propio, que lleva en sí el aliento de Giselle, en nuestro Ballet Nacional de Cuba: el cuerpo de baile. Inmenso, perfecto, grande, en una palabra, que esculpió la danza a la perfección desde el grupo: homogéneo, seguro, fiel a los mejores postulados inscritos en letras de oro por Alicia, Fernando, Alberto y todos los que han dejado su vida en esta obra que es el BNC y la Escuela Cubana de Ballet.

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Teresa dijo:

1

5 de noviembre de 2018

10:21:35


Alicia Alonso, la más grande del mundo. Hay que ver en la televisión cuando ponen un acto de ella o en aquella época donde ella bailaba, los saltos, parecía una pluma, sus giros, sus movimientos con los brazos, únicos, cadenciosos, tan magistrales, los salticos en sus zapatillas, veleidosos, creo que me quedo en elogios por debajo, nunca he visto bailar igual. MARAVILLOSA NUESTRA ALICIA ALONSO. LARGA VIDA Y MUCHAS GRACIAS POR SER CUBANA Y ESTAR EN SU PAÍS, DONDE HA ENSEñADO A TANTAS GENERACIONES Y LE HA LEGADO SU EXPERIENCIA. GRACIAS ALICIA POR EXISTIR