
Si se quiere entender uno de los más admirables cursos de la evolución de las artes plásticas en la primera mitad del siglo pasado, el que conjuga vanguardia creativa con un compromiso ético y social avanzado, habrá que contar con el legado de Marcelo Pogolotti (La Habana, 1902-1988).
La oportunidad para calar hondo en esa comprensión está servida en el edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes, donde hasta la última semana de mayo se exhibe la muestra Marcelo Pogolotti: vanguardia, ideología y sociedad, preparada por el curador e investigador Roberto Cobas, al conmemorarse el trigésimo aniversario del fallecimiento del artista, complementada por el acceso a publicaciones, originales de conferencias y artículos para la prensa, cartas, documentos personales y testimonios, en el repertorio reunido por el Centro de Información Antonio Rodríguez Morey, de la propia institución, bajo el título Del pincel a la pluma.
De manera que del Pogolotti que se expresó visualmente se tiene una mejor idea cuando se conoce al Pogolotti que verbalmente dio la medida de un intelectual de pensamiento incisivo y dinámico, muy apreciado, como también se observa en esta última muestra al cuidado del crítico Israel Castellanos, por sus contemporáneos.
Una cuarentena de obras, entre óleos y dibujos, permite aquilatar el ímpetu con que Pogolotti asimiló los nuevos códigos de la modernidad pictórica y se valió de ellos no solo para reflejar la realidad de su tiempo, sino también sus justos anhelos de cambio social.
De Lavandera planchando (1925) a Encuentro de dos épocas (1938), el espectador tiene ante sí la intensidad de una pasión creadora y el salto progresivo de una concepción auténticamente revolucionaria de la representación visual. Cuánto más no hubiera logrado el pintor, de no perder la vista tempranamente. Ya en 1931, Alejo Carpentier, atento a las novedades estéticas de Cuba y el mundo, aseguraba que Pogolotti era «el pintor de técnica e ideas más avanzadas que haya producido nuestro país hasta ahora».

Basta con detenernos en algunas de las piezas que se exhiben para hacer nuestras las razones de Carpentier. Por los días en que el novelista formulaba su juicio, el artista había decantado influencias para forjarse un estilo propio. Las señales de las vanguardias europeas de entonces, del cubismo al futurismo, del dadaísmo al surrealismo, habían sido asimiladas por él y, de buen grado, radicalizadas mediante un sentido extremo de la síntesis. Esto se advierte en obras como Aeropintura, de anticipado talante gráfico, y Jeroglífico; ambas muy bien podrían colocarse entre los más significativos precedentes del abstraccionismo en el arte cubano.
Pero, luego de su experiencia europea tras darse a conocer en Cuba durante la Exposición de Arte Nuevo de 1927, matriz de la vanguardia nacional, Pogolotti, testigo de la más grave crisis padecida hasta ese momento por el sistema capitalista, de la aguda lucha ideológica entre los fundamentos socialistas y la reacción fascista, comienza una serie de dibujos titulados Nuestro tiempo, punto de partida para realizaciones mayores, como lo fue el emblemático Paisaje cubano de 1933, donde con notable economía de medios refleja la realidad social, política y económica de una patria que nunca dejó de pensar ni de asumir.
En La palabra, óleo de medianas proporciones pintado alrededor de 1934, se advierte a la derecha un orador que nos recuerda a Lenin, en medio de actores sociales en conflicto. Cronometraje (1935), visión desmitificadora de las supuestas ventajas del fordismo (producción en cadena) que enmascara la explotación de la clase obrera, se emparenta con la crítica de Chaplin en Tiempos modernos. La alienación se condensa como vivencia y denuncia en Evasión (1937). Los colores terrosos, en medio de la bruma, estremecen la composición de Encuentro de dos épocas, más allá de la aparente asepsia del paisaje.
Con Pogolotti tendremos siempre que contar. Vio, sintió y pintó lo que pocos supieron mirar y crear en sus días, y adelantó coordenadas que hoy no muchos consiguen anudar. Por eso, más que de ayer, su obra sugiere un mundo posible que muchos se pretenden fraguar.
COMENTAR
Francisco Rivero dijo:
1
27 de abril de 2018
00:22:35
Responder comentario