ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Por primera vez el cine aparece en el macizo serrano y los campesinos ven los más modernos filmes cubanos e internacionales. Foto: Mario Ferrer

Las gangarrias percutían colgadas a las colleras de las parejas de acémilas que trepan calmosas por el trillo de piedras en el macizo montañoso serrano o atraviesan vados de ríos. Subjetivamente su sonido es inusual, pero alegre para los vecinos.

El arria de mulos lleva las cabezas adornadas con cordones trenzados y bolitas de hilos multicolores, se desplaza oronda, como quien va a una noche de gran estreno, de alegre novedad allá en la Sierra Maestra.

Ocurre en la primera década de la Revolución.

Es que esos mulos transportan el arte hasta lo firme de la montaña, donde el cine móvil, en camiones, no podía llegar aún.

Sobre el lomo de las bestias van las máquinas de proyección –hasta con lentes de cinemascope–, las películas y las pantallas de vinil blanco donde se verán las imágenes de los actores.

Así llega el séptimo arte a los pobladores serranos del firme de la Sierra oriental, y dentro de poco tiempo habría de llegar en camiones a esas y otras las montañas cubanas que aún no habían sido surcadas por caminos serranos ni  carreteras.

En aquel momento los proyeccionistas eran los propios arrieros, jóvenes procedentes de ese medio abrupto –escenario de numerosos episodios de nuestras luchas libertarias- entrenados por el Icaic en la técnica de pasar películas en esas condiciones. Ellos hacen una vida nómada de arrieros-proyeccionistas durante 25 días de cada mes, programados para llevar el cine a los barrios más aislados en las lomas.

El 18 de septiembre de 1969 al municipio montañoso de Santiago llegó el cine en mulos hasta la cima de las lomas en el regional Palma. Así comenzaba una nueva etapa del cine móvil, creado en 1961 cuando se realizaron las primeras proyecciones, que un año más tarde alcanzaron la cifra de 4 603, incorporando a nuevos espectadores que antes nunca tuvieron oportunidad de ver el cine. Es antológico el documental de Octavio Cortázar Por primera vez.

Los proyeccionistas-arrieros eran jóvenes serranos entrenados por el Icaic. Foto: Mario Ferrer

En su segundo año vieron películas, a través de ese servicio cultural, 1 239 528 personas residentes en regiones campesinas apartadas. Seis años más tarde –en 1968- ese número se había multiplicado por siete; 7 528 494 espectadores, en áreas rurales, participaron de más de 70 000 proyecciones de películas desde camiones del cine móvil del Icaic. Pero el cine en mulo en las montañas se utilizaba también. Donde no llegaban los vehículos de motor, ahí estaban las arrias de mulos.

El cine móvil, a lomo de mulos, culminó un ciclo meteórico, espectacular, de esta modalidad de servicio instituido por la Revolución, con carácter gratuito, para llevar el esparcimiento y la cultura a los más recónditos parajes de nuestro territorio y dondequiera que hubiera concentraciones de trabajadores o estudiantes en labores productivas, y también a las escuelas rurales.

La idea de llevar el cine a las montañas, en mulos, hasta donde no tuvieran acceso los camiones, surgió un mes antes del momento en que se puso en práctica. Un 25 de agosto se realizó la primera prueba con los equipos en la provincia de Oriente, tomando dos puntos: Los Matías en el regional Palma; y Santa Catalina, en el Segundo Frente Frank País que había comandado Raúl Castro.

Pronto estuvieron organizados cinco cines móviles en cinco arrias de mulos, conducidas por arrieros-proyeccionistas entrenados a tal efecto, en Santiago de Cuba. Obviamente los profesores pertenecían al Icaic.

Esas arrias eran las de las gangarrias con un sonar distinto que anunciaron a la serranía la visita del cine. Los cinco nuevos equipos proyectaron también, que recuerde, en los barrios serranos de La Lata, zona de la Comandancia Rebelde del Tercer Frente guerrillero de la Sierra Maestra, dirigido por el Comandante Juan Almeida durante la lucha en la Sierra Maestra; igualmente en Matías La Tabla, Ramón de Guaninao y Dos Palmas, todos ubicados en un territorio histórico donde se libraron también hazañas mambisas en nuestra guerra por la independencia.

El cine móvil, a lomo de mulos, se inauguró en esos barrios con películas de carteleras de estreno, documentales y noticieros; esa programación primaba en los programas móviles. En La Lata se exhibieron Lucía, Fantomas contra Scotland Yard, y el Noticiero Latinoamericano  Icaic, dirigido por Santiago Álvarez, uno de los primeros materiales del laureado cineasta, visto en la serranía, fue la visita del dirigente sudvietnamita Tran Buu Klem a Cuba. Pero la programación era variada y lo más actual posible: nacional e internacional.

Al igual que los choferes proyeccionistas, los arrieros exhibían películas en las escuelas de las montañas.

No demoró mucho tiempo para que ese servicio social y cultural del cine móvil, a lomo de mulos, se extendiera a regiones de Manzanillo.

Adonde no podía llegar el sonido de los claxon de los camiones los pobladores identificaban el séptimo arte por las gangarrias de las acémilas. Y bastaba un acumulador o una planta eléctrica insignificante para esa distracción extraordinaria que es el cine. En ocasión de un aniversario más de la creación del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos el 24 de marzo (1959-2018), valga este recuerdo del cine en mulo en las montañas.

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Jorge luis dijo:

1

22 de marzo de 2018

22:24:00


Que momentos mas emocionantes e historicos se vivieron en nuestra Cuba revolucionaria. Tambien se llevo el teatro y la musica culta al campo. En los comité de zona se exibian peliculas Recuerdo la proyección del Hombre de Maisinicu y Lucia. En los cines de la capital cuando veíamosa Fidel hablando en el noticieto ICAIC de Santiago Alvares todo el cine aplaudía al unísono Fidel seguro a los Yankis dale duro.

José Miguel Rodríguez-Venegas dijo:

2

23 de marzo de 2018

04:12:24


Aprovecho la ocasión para enviarle una póstuma felicitación donde quiera que esté, a mi padre, José Luis Rodríguez-Venegas, el Tom Mix del ICAIC, lamentablemente fallecido en fecha todavía reciente. Él era la última figura que quedaba viva de los fundadores del departamento de Foto Fija. Sus manos y su cámara dejaron para la posteridad muchísimas de las fotos que identifican hoy a lo mejor de la cinematografía cubana de los años 60, 70 y 80, con imágenes ya clásicas que inmediatamente asociamos a producciones como El Hombre de Maisinicú, Lucía, Memorias del Subdesarrollo, La Bella del Alhambra, Cecilia, Patakín, Los Días del Agua y muchas otras. Su obra pictórica dejó una huella imborrable de inapreciable valor como uno de sus mejores aportes al rescate y salvaguarda de la imprescindible memoria histórica del ICAIC en sus años de mayor esplendor. Mientras vivió hasta el mes pasado, lo hizo amando al cine para el cual trabajó y dedicó prácticamente toda su vida. Hoy quiero felicitar a todos sus antiguos compañeros de trabajo en tantas películas, y especialmente a él, mi padre, el Tom Mix del ICAIC.

Luis Mac-Beath Respondió:


25 de octubre de 2018

03:36:45

A todo lo que apuntas con certeza, quiero añadir un aspecto primordial en la figura de tu padre: El arte de ser buena persona. Después de 18 años sin pisar La Víbora, me paré en la calle, bajo el balcón de su bonito apartamento, y le llamé por su nombre. Se asomó y sólo le bastó un instante, una foto fija de sus ojos azules: - Luchi...Sube. Me dijo con un gesto afable. Luego todo fue, como si nunca me hubiera ido.

JOSE dijo:

3

23 de marzo de 2018

11:22:20


NO SOLO A LAS LOMAS LLEGÓ EL CINEMÓVIL. TAMBIÉN EN BARRIOS PERIFÉRICOS DE LA CAPITAL SE PUDO DISFRUTAR DE ESTA INICIATIVA. EL ICAIC TAMBIÉN RECIBIÓ EL APOYO DE LA ENTONCES SECCIÓN FÍLMICA DE LAS FAR. ES ALGO QUE SIEMPRE AGRADECEREMOS LOS DE MI GENERACIÓN.

elena dijo:

4

27 de marzo de 2018

08:47:38


Tengo un primo hermano, su nombre Gerardo Zotomayor Rodriguez, hoy vive en La Habana, que fue uno de esos choferes proyeccionistas de aquella época, que llevó el cine movil a Barrios como Santa Catalina, Bayate en las intrincadas lomas del II frente, a mi barrio en Joturo, allí siendo una niña vi "la muerte de un burócrata", "Las leandras" etc y los documentales de Santiago Alvares, maravillas de aquella época, y un sacrificio grande de aquellas personas, que aunque lloviera y creciera el río, la película se proyectaba y si el carro no podía subir la loma pues algun vecino le daba abrigo al chofer hasta el siguiente dia, y con una yunta de bueyes halaban el carro y ayudaban a subir. Sacrificio hermano, vaya mi felicitación a todos esos compañeros donde quiera que estén y a la revolución cubana por llevarnos la cultura a aquellos lugares.