ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La actriz Alicia Bustamante. Foto: Alberto Borrego

Alicia Bustamente se ha ido de nuestras vidas como el teatro mismo en cada representación: de manera efímera, pero perdurable. Inconfundible entre los rostros y poéticas femeninas que integran nuestra amplia geografía teatral, la actriz falleció en La Habana el pasado jueves, a los 83 años de edad.

La última vez que pudimos disfrutar de su magisterio fue, sin embargo, en la pequeña pantalla. En el rol de Manina, una chef retirada, la Bustamante volvió a dar muestras de su carácter versátil y multifacético durante la telenovela cubana Cuando el amor no alcanza. Reconocida muchas veces por su trabajo en la comedia, Alicia se desenvolvió en todos los géneros y fue además de actriz, directora y maestra.

No obstante su temprana vocación por las tablas, antes de integrar el Teatro Universitario en 1956, Alicia ya se había titulado como maestra de Kindergarten y fue maestra de ese nivel durante casi seis años. Luego ingresó en la Facultad de Artes y Letras donde realizó estudios de arte dramático y se graduó de Actuación y Dirección de Teatro en 1960.

A partir de 1963 transitó por varios colectivos como el Conjunto Dramático Nacional, el Grupo Experimental La Rueda, Teatro Estudio –donde permaneció hasta 1978– y el Teatro Musical de La Habana. En cada uno de ellos destacó por sus sorprendentes interpretaciones y por ser una artista capaz de desdoblarse tan bien en la actuación, como en el canto y el baile.

Sin embargo, según recoge la crítica teatral *, a lo largo de todos estos años, tres personajes fundamentales marcaron el desempeño de Alicia en el escenario: La mujer de los Entremeses japoneses, de Yukio Mishima, espectáculo de La Rueda, donde asumió más de un personaje; la Poncia en La casa de Bernarda Alba, de Lorca, bajo la dirección de Berta Martínez para Teatro Estudio; y Esperanza Mayor en Sábado Corto, de Héctor Quintero, personaje que la colocó en la cumbre de su carrera artística.

En una entrevista que la actriz concediera a la revista Tablas (No. 2, 1988) confesó: «Estoy convencida de que Esperanza Mayor es uno de esos personajes que me acompañará siempre, aunque ya no esté en el escenario. Puede que aparezca otro papel que me guste tanto como Esperanza, pero más… ninguno».

En su extensa carrera, su rostro apareció incontables veces en la Televisión Cubana, principalmente en telenovelas, teleplays y en programas humorísticos. Mientras, en el cine será imposible olvidar su papel como la madrina de Daysi Granados en Plaff o demasiado miedo a la vida (Juan Carlos Tabío) y sus trabajos en películas como La muerte de un burócrata (Tomás Gutiérrez Alea), Cecilia (Humberto Solás), y Adorables mentiras (Gerardo Chijona), entre otras.

Conjuntamente a su desarrollo actoral, Alicia desplegó su pasión por el magisterio en la Escuela de Instructores de Arte, la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños; y fuera de Cuba, en el Conservatorio de Artes de Valladolid (España) y la Compañía de Teatro de Colombes, de Francia.

Resulta difícil apresar en unas pocas líneas, la estatura de la impronta de esta artista de talla mayor, inscrita en la rica fibra de la escena cubana. Para ser justos con ella, nos queda evocarla con la misma convicción con que, al final de Sábado Corto, Esperanza Mayor derrama sobre sí el agua: como quien esparce toda la esperanza que nunca debe faltarle a la vida. La metáfora no se agota.

*La obra de Bustamante, junto a la de otras 24 actrices cubanas, fue homenajeada en el 2010 en el Taller de Investigaciones Rine Leal, coordinado por la investigadora Esther Suárez Durán.

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María Rosa Toste dijo:

1

21 de marzo de 2018

09:12:11


Comparto al 100% el artículo de Amelia Duarte, excelente actriz, paradigma de actrices de las pasadas, presentes y futuras generaciones, será recordada por sus brillantes actuaciones.