
Los jurados han dado su veredicto. Ya se conocen los nuevos escritores del continente y el Caribe que han merecido el Premio Casa en su edición 59. Por países han triunfado Cuba, Argentina, Barbados y Brasil, que tiene su categoría especial.
La ceremonia transcurrió en la amplia sala Che Guevara, con su formidable Árbol de la Vida, en Casa de las Américas de La Habana, y tuvo como introductor a Jorge Fornet, director del Centro de Investigaciones Literarias, quien primero dio la palabra a la puertorriqueña Myrna García Calderón, para anunciar el Premio de Ensayo de tema artístico-literario que fue para el libro Óyeme con los ojos: Cine, mujeres, visiones y voces, de Ana Forcinito (Argentina).
El acta subraya que se trata de un texto donde la autora «cruza la mirada y la voz, fundamentándose en una sólida base teórica (feminista, filosófica, cinematográfica) para mostrar, en un contexto histórico, las obras de María Luisa Bemberg, Lucrecia Martel y Albertina Carri».
El Premio en la categoría Literatura brasileña fue presentado por Cristian Santos Brayner (Brasil) y recayó en Erico Veríssimo, escritor do mundo, de Carlos Cortez Minchillo, por constituir «un estudio profundo enfocado en la dimensión cosmopolita de la vida y obra de Érico Veríssimo, articulando, hábilmente, el corpus literario con la trayectoria profesional y política del escritor».
La peruana Teresa Zúñiga reveló que el jurado de Teatro se decantó por Paraje Luna, de Fernando José Crespi (Argentina) para otorgarle el Premio Casa al considerarlo «una pieza de acabada teatralidad en la que «se ha valorado la calidad y sugerencia de su trama».
Por primera vez, el jurado en la categoría Literatura caribeña en inglés o creol solicitó leer su acta en ese idioma, y así lo hizo Jacob Ross, de Granada. El Premio Casa fue para Tracing JaJa, de Anthony Kellman (Barbados) «una extraordinaria novela acerca de la experiencia humana, nuestra capacidad de encontrar belleza y amor en las más tenebrosas circunstancias».
El Premio de estudios sobre la Mujer fue para la cubana Yanetsy Pino Reina, por Hilando y deshilando la resistencia (pactos no catastróficos entre identidad femenina y poesía), ensayo en el que el jurado apreció «una lectura creativa y rigurosa a la poesía cubana de mujeres de fines del siglo XX hasta principios del XXI, entre cuyos aportes propone un modelo propio de investigación a la crítica literaria».
La ventaja de estar doblemente en Casa permitió conversar, al finalizar la ceremonia, con la doctora en Ciencias Literarias y conocer que el libro premiado incluye a todas las autoras cubanas del siglo XX, entre ellas las de la diáspora.
Pino Reina dedicó el Premio «en primer lugar a mi país, que hace posibles los sueños, sobre todo de las mujeres, y a todas las mujeres del mundo que tras un largo batallar finalmente, por lo menos en Cuba, podemos tener algo de paz y de realización personal».
El género Cuento fue el segundo triunfo cubano, con Todas las patas en el aire, de Rafael de Águila. Según el acta leída por el argentino Ariel Urquiza, «con una prosa densa y envolvente el autor desarrolla historias cautivantes enmarcadas en diferentes épocas y geografías».
También se pudo dialogar con De Aguila, quien precisó para esta página que se trata de diez cuentos en los que se entrelazan historias de pareja, de amor, y también otras, donde esta muy presente la historia de Cuba.
El escritor ha ganado otros tres premios con libros de cuento: en 1998 obtuvo el que otorga el Pinos Nuevos, con El ultimo viaje con Adriana; el Alejo Carpentier 2010 con Del otro lado y en 2017 el Julio Cortázar con Viento del Neva.
¿Qué le atrae del género?: «Mi misma personalidad está atada al cuento, la novela es la persistencia del tiempo. El cuento es rápido, personal, empieza y acaba y así soy yo».
¿Casa y el Premio?: «En alguna ocasión he dicho que descreo de los premios. No son importantes en la vida de un narrador, pero de alguna manera te visualiza, te hace sentir mas seguro y en este caso recibir el Casa de las Américas es un honor, una enorme responsabilidad y un acicate para seguir escribiendo».
El poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar, presidente de la institución cultural, dio lectura a los premios especiales y este año el de Poesía José Lezama Lima recayó en El zorro y la luna, poemas reunidos (1981-2016), de José Antonio Mazzotti (Perú); el de Narrativa José María Arguedas lo recibió el uruguayo Milton Fornaro por La madriguera, y el de Ensayo Ezequiel Martínez Estrada fue para el argentino Saúl Sosnowski, por su libro Cartografía de las letras hispanoamericanas: tejidos de la memoria.
Al darse a conocer este galardón hubo una ovación, pues sucedió que Sosnowski se encontraba en la Sala Che Guevara como miembro del jurado de Ensayo de tema artístico-literario.
El prestigioso ensayista e investigador, autor de títulos como Julio Cortázar: una búsqueda mítica y Lectura Crítica de la Literatura Latinoamericana., afirmó que «tener un premio con el nombre de Ezequiel Martínez Estrada, uno de los mas ilustres argentinos, que nos ha educado no solamente a través de un ensayo como Biografía de la pampa, sino a través de su conducta, de sus análisis de la literatura cubana; solo puedo calificarlo de fuerte, es la palabra. Muy conmovedor».
El Premio Casa 2018 ha concluido y, como se señala en un dossier de prensa, «dentro de un año, cuando se cumplan seis décadas de existencia, valdrá la pena hacer balance de lo realizado…repensarlo de cara a un futuro distinto, pero todo ello sin renunciar a lo logrado, a esa ambiciosa labor que parece irrepetible en cualquier momento y lugar».
COMENTAR
Responder comentario