Pedro de Oraá se divierte. No lo oculta al titular su más reciente exposición Divertimentos, acrílicos realizados entre 2012 y 2017 que han sido exhibidos en la galería Collage Habana en el bulevar de San Rafael.
La idea de divertirse está asociada a un sentido lúdico de la composición y a la pretensión lograda de hacer de la contemplación de las obras una fiesta compartida entre la creación, la pupila, la emoción y la inteligencia del receptor.
Oraá, merecedor del Premio Nacional de Artes Pláticas 2015 por la trayectoria de toda la vida es uno de nuestros más decididos y fieles abstractos. Su abstracción obedece a códigos muy particulares que lo distinguen dentro del vasto y por momentos difuso y contradictorio muestrario de esa tendencia en nuestro país.
La abstracción bebe de muy diversas fuentes: muy por detrás los efluvios de Piet Mondrián y el guiño cómplice de Klee, pero más cercanos están los mensajes visuales del pop y el op art, y los diseños de toda una línea de artistas gráficos que han dado sentido a esa disciplina en las últimas décadas.
Pero, cuidado, el artista se basta por si mismo y no se parece a nadie, solamente a lo que él ha sabido y querido representar con calidez y soltura, con rigor y libertad. Pedro apela a la geometría pero nunca la agota alejándose de principios cartesianos.
Demasiado caribeño para ser racional; demasiada especulación como para tener una sola verdad visual.
Él mismo ha confesado que el trabajo del último lustro tiene mucho que ver con la imaginativa fragmentación y yuxtaposición de planos que se origina y reproduce en las prácticas constructivas domésticas de muchos cubanos en la construcción de pisos y celosías, de muros ornamentados o altorrelieves caseros, a lo que yo añadiría que hay mucho de la retacería con que se inventan tapices y se improvisa cortinas. Pero nuevamente seamos cuidadosos el poder de síntesis del artista en sus juegos geométricos, en la disposición y selección de los planos y en la contención de la paleta cromática, define una poética personal, muy viva pero al mismo tiempo sabiamente equilibrada, tal como lo demuestra al plantear variaciones sobre idénticos temas y soluciones seriadas de sorprendentes desarrollos.
Es una suerte que un creador como él que puede mirar su pasado con satisfacción y orgullo continúe reinventándose, experimentando. Pedro sigue siendo de pies a cabeza ese de Oraá que tanta sabia nutricia ha aportado a las artes visuales cubanas al hacer una obra sencillamente magistral.












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Dieudome dijo:
1
21 de noviembre de 2017
09:14:18
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