
Ramiro Guerra (La Habana, 1922), protagonista de muchos sucesos en la danza cubana, ha sido festejado en su cumpleaños 95 con la première del documental Mi vida la danza de la realizadora Alina Morante Lima.
La presentación y proyección del audiovisual en la Sala Llauradó de La Habana contó con la asistencia, vital y desenfadada, del homenajeado, quien ha sido no solo bailarín y coreógrafo sino además investigador, ensayista y crítico.
Entre los adjetivos que le han sido prodigados a lo largo de la ya extensa vida están algunos como eterno, obstinado, lúcido, fundador y maestro, mientras su fecunda trayectoria ha sido recompensada con los premios nacionales de Danza, de Enseñanza Artística, y de Investigación Cultural.
El camino recorrido por Ramiro Guerra en la danza va desde la década del 40 del siglo pasado hasta la actualidad, y por esa ruta creadora deja su impronta en Danza Contemporánea de Cuba, que fundó, el Conjunto Folklórico Nacional, el Ballet Nacional (BNC), el Ballet de Camagüey, y con su magisterio, en las múltiples compañías y grupos de danza que existen hoy en Cuba. No gratuitamente está considerado el padre de la Danza en la isla.

El documental Mi vida la danza ha sido concebido desde la entrevista a Ramiro Guerra y testimonios de algunos de sus discípulos (Santiago Alfonso y Roberto Pérez León) más la inclusión de imágenes de archivo, tanto audiovisuales como fotos de sus múltiples coreografías.
La realizadora, Alina Morante, precisó para nuestra publicación que esos materiales de archivo pertenecen a los fondos del Consejo de las Artes Escénicas (CNAE), del propio Ramiro y otros que le proporcionó Lisette Hernández, asesora de Mi vida la danza y quien hace 25 años, como ella misma señalara en la Sala Llauradó, hizo un documental sobre el maestro Ramiro.
Morante agregó que le llevó un año la realización del documental y la entrevista con Guerra fue en su departamento en el piso 14 de un edificio en El Cerro, donde tiene entre sus vecinas a dos premios nacionales de Danza, Zenaida Armenteros, mito del Conjunto Folklórico y Rosario Cárdenas, una de sus discípulas.
Recordó que todo comenzó con una pequeña investigación que fue creciendo y luego «hace un año empezamos a filmarlo. En este proyecto somos dos personas nada más: Yadira Herrera, directora asistente y productora y yo, que hago la fotografía, la edición, el guión. Es una coproducción entre el CNAE y nuestra productora, Almargen».
No se trata del primer documental de Morante con el Consejo. «Llevo siete años haciendo audiovisuales de personalidades de las artes escénicas, por ejemplo del actor Mario Balmaseda, los dramaturgos Abelardo Estorino (1925 – 2013) y Eugenio Hernández Espinosa, y el director Carlos Celdrán (todos premios nacionales de Teatro), son doce en total».
DE LA VIDA Y LA OBRA DE RAMIRO GUERRA

Para Mi vida la danza, la realizadora provocó la memoria de Ramiro Guerra y lo presenta tal cual en el documental: alegre, simpático, desembarazado, sin estar atado a la cronología.
Habla entonces de sus primeros estudios de ballet en Pro Arte Musical, llevado por «una novia que yo tenía y estudiaba con el maestro de ballet, Nikolai Yavorsky».
Recuerda que dio los primeros pasos de la mano de la profesora rusa Nina Verchinina, figura importante de los Ballets Rusos del coronel De Basil, y cómo con esa compañía hizo en 1946 una gira por ciudades brasileñas, Río de Janeiro, Sao Paulo y Pernambuco hasta llegar a Estados Unidos.
Aquí hace un extenso relato de su interés en conocer a Martha Graham y dar clases en el Centro de danza contemporánea que ella dirigía. «Solo podía pagar una semana de clases, pero en realidad, yo solo quería que Martha me viera bailar».

Pudo hacer un breve curso y al terminarlo preguntó a la artista si el Centro no ofrecía becas de más larga duración. Le dijo que no, pero que podía asistir sin pagar. «Estuve dos años recibiendo clases de la mejor maestra que he tenido», aunque en el documental reconoce además la influencia de Alberto Alonso 1917-2008, uno de los fundadores del ballet cubano) y de la mexicana Elena Noriega (quien aportó una pieza como Huapango).
Ramiro Guerra aquilata la labor de la doctora Isabel Monal, directora del Teatro Nacional de Cuba, y quien «me abrió las puertas para crear el Conjunto Nacional de Danza Moderna» el 25 de septiembre de 1959, «el cual integré con 30 bailarines: 10 blancos, 10 negros y 10 mulatos. De ahí surgieron Eduardo Rivero, Gerardo Lastra, Luz María Collazo, Eddy Veitía…» (luego nombres emblemáticos de la escena danzaria cubana).
Entre sus piezas significativas están Suite Yoruba (1960), considerada su obra cumbre; Impromptu galante (1970); Decálogo del Apocalipsis (1971), «que nunca se estrenó, pero sí se montó» y en el documental se muestran fotos de los bailarines por todos los espacios exteriores del Teatro Nacional, y otras ya clásicas como Mulato, Mambí, El milagro de Anaquillé, Auto sacramental, La rebambaramba, Orfeo antillano, Medea y los negreros y Ceremonial de la danza.
Dentro de su trayectoria como coreógrafo concibe obras para otras compañías cubanas como el BNC, el Folclórico Nacional, el Teatro de Pantomima, el Ballet de Camagüey y Danza Voluminosa, con títulos como Crónica nupcial, Refranes, dicharachos y trabalenguas, Tríptico oriental, El reino de este mundo, y ¿Fedra?.
Dice Ramiro Guerra en el documental: «Fernando Alonso una vez me invitó a Camagüey a montar el espectáculo El canto del ruiseñor… El primero que monté para el Ballet Alicia Alonso fue Toque (1952) con música de Argeliers León».
Relevantes son además sus textos sobre la danza, entre ellos Apreciación de la Danza, Calibán Danzante, Coordenadas Danzarias, Eros Baila y El síndrome del placer.
Mi vida la danza, de Alina Morante Lima, ofrece un recorrido interesante, aunque breve, por la vida y admirable obra del maestro Ramiro Guerra.
COMENTAR
regina dijo:
1
30 de abril de 2017
12:40:31
Irma Castillo dijo:
2
1 de mayo de 2017
13:38:01
Victor dijo:
3
10 de mayo de 2017
13:15:05
Claudia Cedeño dijo:
4
1 de marzo de 2019
15:22:40
Responder comentario