
El concepto popular de «clavo» relacionado con el cine está muy claro: clavo es todo aquello que no hay quien se lo trague.
Su uso se ha ido sedimentando por los que apuestan por el esparcimiento fácil, y no pocas veces burdo, como principal opción a la hora de sentarse ante una pantalla.
Un entretenimiento comercial pletórico de tensiones, tiroteos, romances y carreras de carros (para simplificar) repartidos según lo dispuesto por una computadora, capaz de armar ella sola estructuras y dramaturgias, lo que no es óbice para que se hagan buenos filmes utilizando algunos de esos componentes, a partir del talento y una imaginación fértil que supere el «más de lo mismo» que hoy día se enseñorea en la llamada «gran taquilla».
Bajo esa reducción descalificadora, los filmes de directores como Kurosawa, Bergman, o Paolo Sorrentino —para mencionar uno solo de los destacados del cine contemporáneo— serían unos clavos.
Si bien es cierto que hay películas llenas de pretensiones artísticas e intelectuales que terminan siendo unos «clavus» —para utilizar el distinguido origen latino de la palabra—, el concepto se esgrime por ciertos espectadores con el ánimo de sacar de la lid todo aquello que lo obligue a pensar más de lo necesario, y no le proporcione las cómodas emociones emanadas de la acción, la violencia y el sexo, tríptico al estilo de una de esas medicinas a las que hay que agitar antes de usarse.
Desde esas perspectivas, un clavo sería todo aquello que se salga de los parámetros comerciales por ellos santificados.
Casi todos, de niños, de jóvenes, o durante el posterior desarrollo de la vida, comenzamos viendo esos filmes signados por el facilismo y hasta los adoramos… hasta llegar a la saturación y, con ella, la necesidad de entender que el cine podía ser otra cosa.
¿Cómo calificar entonces lo que una vez nos engatusó y ahora nos hace apagar el televisor aburridos de las burdas reiteraciones taquilleras si ya «el clavo» como adjetivo descalificador «cosa aburrida o mediocre» —según acepción de la Academia vinculada con el lenguaje coloquial de los cubanos— está en poder de los otros?
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Triple A dijo:
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20 de marzo de 2017
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Williams dijo:
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20 de marzo de 2017
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Renier dijo:
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Alberto dijo:
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Roberto Hourrutinier Rosell dijo:
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Lee dijo:
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