
¿Quién podrá pensarla, sin que antes que el rostro mismo aparezca en el pensamiento su sonrisa? Eva parecía haber nacido para agradar, para animar con su voz cálida y única al decaído, para hacerle sentir al que la veía o la escuchaba que para ella no había nadie más importante.
Larga es la historia de esta mujer, fundadora de la Televisión Cubana pero dueña desde mucho antes de pantallas y micrófonos, pues ya en 1950 la CMQ de Radio y Televisión tuvieron el gusto de contar con la gracia de su voz en anuncios de productos de aseo y belleza, como también lo hiciera con otros de postres y chocolates.
Pero no solo para esos convites de la publicidad pudo modularse la palabra de Eva Rodríguez, que se escuchó también en no pocos espacios noticiosos como El Mundo en televisión —un anexo del periódico El Mundo— en Tele Bazar y Tele Diario. Eva fue la expresión de los paseos del Carnaval a cuyo cargo estaban las narraciones de los sucesos que en ellos tenían lugar.
La Cuba revolucionaria tuvo en esta mujer, que participó en la lucha contra la dictadura, una verdadera ganancia. Fue ella quien durante más de dos días ininterrumpidos comentó ante las cámaras la llegada de Fidel Castro a La Habana y estuvo de cuerpo presente en la primera comparecencia que el Jefe de la Revolución hiciera en este medio.
Se pensaba en ella cuando era preciso conducir importantes eventos como el célebre Festival de Varadero, cuyas ediciones, todas, animó, y como lo hiciera también, entre muchos otros, en los prestigiosos concursos de la canción, Adolfo Guzmán; y fue la elegida cuando entre las décadas de los 60 a los 80 se presentaron en el teatro Amadeo Roldán artistas foráneos que visitaban la Isla para actuar en los principales escenarios capitalinos.
¿Quién que la vio conducir programas como Nuestros Artistas, Música y Estrellas, Noche de Sábado, De viernes a viernes y En el aire, podrá olvidar jamás su elegancia, su profesionalidad, su virtud, sus cuidados con los que siempre, siendo la misma, se mostró diferente? Sin embargo, halló otro modo de eternizarse en el recuerdo de los que la vimos, incluso siendo muy niños, cuando nos convocaba a estar juntos a las 9, en aquel programa con este nombre. Cuando la pantalla anunciaba que era la hora, su voz, con aquel radiante «¡Saludos, amigos!», acompañado de su franca sonrisa, era ya una apertura.
Eva encantaba, endulzaba, elogiaba con su singular simpatía, y dejó en los programas que tocó lo mejor de sí. Ha partido en estos días, a sus 87 años, víctima de un mal cardiaco, a reunirse con su novio de siempre, el director y realizador de televisión Manolo Rifat, fallecido en el 2007. De ese largo viaje Eva regresará cada vez que los profesionales de hoy sigan su ejemplo y sepan que nada puede superar lo que hacen si va acompañado de una sonrisa como la que Eva Rodríguez nos enseñó a ofrecer.
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Ernnesto dijo:
1
16 de marzo de 2017
06:52:49
Jose R dijo:
2
16 de marzo de 2017
07:00:15
pablo dijo:
3
17 de marzo de 2017
10:49:56
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