Danza Contemporánea de Cuba (DCC), fascinó, hablando sin ninguna exageración, al público que asistió a su primera presentación de este 2017, antes de partir a su gira por el Reino Unido. La compañía que dirige Miguel Iglesias acaparó la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, con cuatro obras en dos programas diferentes: Reversible, Las paredes se van, The listening Room y Matria etnocentra. Y volvió a demostrar, con creces, su condición veterana, su pujanza como colectivo ya formado, con el pie seguro en el estribo y perspectivas muy prometedoras, de la mano de un elenco que sigue latiendo al ritmo de sus predecesores, por suerte, para todos los amantes de la danza.
La preparación básica de los bailarines resulta un buen arranque que permite especular en la creación coreográfica, y DCC tiene ya casi seis décadas de tradición formadora. Eso se nota en cuanto salen al escenario, sin olvidar ese magnetismo propio del grupo, inspirador e inspirado, sustentado por la técnica que aderezan con una energía ilimitada que rompe barreras físicas y de pensamientos.
De Annabelle López Ochoa, la conocida coreógrafa belga-colombiana que ha dejado muchas huellas escénicas en el Ballet Nacional y DCC, en el tiempo, volvió a aparecer Reversible. Sugestivo título que pone en juego un amplio sentido de creatividad al reunir armónicamente las artes al lenguaje de la danza contemporánea y barajar muchas ideas en movimiento para encandilar la imaginación en el juego de la vida.
Acciones, gestos, sentimientos se funden en las tablas con preocupaciones de los seres humanos que siembra en los bailarines de manera orgánica, encontrando una forma de expresión cargada de agudezas en un baile, a veces enérgico, en el que la combinación sonora matiza cada fragmento con la fuerza que corresponde. Luces y diseños de vestuario terminan de armar la interesante pieza.
De los más intrincados vericuetos de lo interno humano y sus situaciones, emerge la subyugante pieza de Julio César Iglesias: Las paredes se van, que ha ido esculpiendo, para bien, con el decursar del tiempo. Cargada de sutilezas —danzarias y de ideas—, el coreógrafo juega con el espacio-mente, y vislumbra el desarrollo de un código propio que explota el sentido dramático en los bailarines, quienes han captado el decir de Iglesias. En la obra abunda la dinámica y ese detalle explorador en los gestos, porque, sin dudas, enfrentan una dramaturgia abierta a muchos significados. Acción-pensamientos-silencios se reúnen en una obra que trasciende lo puramente danzario y busca más allá, la acción teatral como un susurro…
Original, diferente, de nuestro tiempo, resulta The listening Room, del coreógrafo Theo Clinkard que fue el resultado del proyecto Islas Creativas con el British Council. La libertad de imaginar, crear y poder danzar al ritmo de cada uno es el referente de esta pieza, donde los bailarines (20) escuchan en un mp3 diferentes músicas y se mueven ¿a su aire?… Por momentos, el auditorio deambula en el silencio, y como único sonido las pisadas en la escena, en otras aparece una música reiterativa: Variations for vive, piano, and strings, de Peter Reich, que da claves para seguir en la cuerda artística del coreógrafo, que respira la fuerza salvaje del espacio, donde a través de inciertas sugestiones y frases hechas con el cuerpo, los bailarines se sienten y mueven a sus anchas.
Mientras Matria etnocentra, de George Céspedes es arrolladora, vital. Como espectáculo va al encuentro de temáticas ambiciosas, de perspectivas en que se funde lo simbólico con la cantidad de intérpretes en la escena, va en la búsqueda de una línea numérica para atrapar al espectador y conmoverlo. El término danza adquiere aquí una trascendente connotación: es fuerza viva, perfección, energía sin par, cadencia, ritmo… Deviene un perfecto diseñador de movimientos y es tan certero como para obligar a que las acciones, actos, personajes, se introduzcan en nuestros ojos. Las interminables ovaciones, gritos de ¡bravo! evidencian la calidad de lo visto. Con cuatro obras conquistaron otra vez al conocedor público de la sala García Lorca.
Danza Contemporánea de Cuba se encuentra hasta el próximo 18 de marzo de gira por diez ciudades del Reino Unido. Con gran éxito de crítica y público, la compañia madre de la danza en la Isla se presenta hoy 21 y mañana 22 en el Theatre Royal de Newcastle, para seguir al Barbican Hall de Londres en función única el día 23. Las funciones se extienden por otras ciudades como Edimburgo, Inverness, Cardiff, Plymouth, Brighton, y Canterbury.
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