La 20 edición de la Feria Internacional de Artesanía, con apellido 2016, es una realidad en el recinto ferial de Pabexpo hasta mañana 18 de diciembre, y aunque el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano conspira contra ella cada diciembre, miles y miles de visitantes llegan atraídos por ese imán que convoca la expectativa de quienes desean volver a seducirse por el gigante espejo donde todos nos reconocemos. Porque los artesanos crean un universo semejante al nuestro, a partir de los variados e inimaginables materiales encontrados en la naturaleza, que, al pasar por el tamiz del talento creador, «aderezado» con la pericia e imaginación infinita del hombre, se transforman, en las manos, en mil y un motivos para la admiración, el encantamiento y la fantasía.
Sin el brillo estético de otras ediciones, y un casi nulo diseño ambiental, en Fiart se mantienen los caminos laberínticos. Aunque, individualmente, buscando con sumo cuidado, puede alcanzar signos de laboriosidad, tanto en la ambientación de algún stand y en las propias piezas expuestas. La provincia invitada: Cienfuegos, pudo haber acercado más valores artísticos/artesanales y engalanar mejor sus espacios, que dan la bienvenida en Pabexpo. En ellos destaca el ágil artesano Rodolfo Carvajal con esos instrumentos musicales que salen de sus manos entrelazados con las fibras naturales que desatan emociones entre los transeúntes, y los diseños de moda de la premiada creadora Lourdes María Trigo.
En la feria sobresalen las lámparas de Georgina, con esa capacidad de encender las retinas. Este año añade, los elegantes relojes. Por este sendero de espacios/piezas llamativas no se puede olvidar la impronta que siempre regalan los artistas Nadia y Paco, en su lugar, una zona de intenso magnetismo creativo, donde se respira contemporaneidad, buen gusto, que se vierte en ideas/arte para decorar, con imaginación, cualquier rincón del hogar.
Entre lo mostrado hay obras singulares, como las mayólicas de Puyalena donde reúne piezas que remiten a otras épocas con un toque de distinción, así como los estelares abanicos de madera tallada y calada del trinitario José Miguel Rodríguez Cadalso. Con piel de madera aparecen variados objetos de la cotidianidad con visible calidad, en el stand del Fondo Cubano de Bienes Culturales de Holguín. Por cierto, este año las filiales de la institución organizadora de la Feria no acercan, en su mayoría, espacios llamativos, incluida la variedad de trabajos expuestos en ellos, con algunas excepciones como las de Matanzas, Sancti Spíritus y Las Tunas que sobresalen, sin superlativos.
Una manifestación que cada año sube un nuevo peldaño en calidad, nivel artístico y creatividad, es, sin duda, la orfebrería. El trabajo con los metales en la Isla se ha desarrollado ampliamente. Un artista de peso completo en este apartado es Douglas Lucas, multipremiado en eventos , ya sea por la originalidad y extrañeza de los diseños, el acabado o simplemente por la espontaneidad con que cruzan las formas en el espacio… Ante un pedazo de hierro, una plancha de metal, un alambrón, entrelazado a la madera, la mirada del artista lo transforma en lo que será. Alberto Valladares recrea joyas al compás de la danza, en series que se adueñan de formas del movimiento trabajando la plata con piedras semipreciosas. Con el simpático nombre Que cosa la costurera, la joven orfebre Mayelín Guevara acerca una serie de joyería, en plata, relacionada con el textil. Rosana Vargas de la mano de su marca ROX 950 llega a la feria con colecciones de reciente factura, como Confluencias y, otra que estrena aquí: Crucero. Con esa manera personal de trabajar la plata, la artista entrega unos trabajos de excelente estética.
El auge y desarrollo de la artesanía cubana se hace patente en este foro, con calidad y originalidad en muchas propuestas, que se hacen visible, salen a flote y «nadan» en la superficie, rodeadas de otras que desvirtúan el concepto de lo artesanal/auténtico, pues, para nadie es un secreto que entre las creaciones confeccionadas a mano, se entremezclan muchas ya industriales, lejanas del verdadero sentido de lo manual. Entre los foráneos —que han perdido calidad— y también en algunos rincones de los cubanos, es fácil encontrar producciones «made in China» enmascaradas, reunidas con otras que sí son verdaderas en cuanto a llevar la impronta de las mejores tradiciones artesanales, que hablan de esa voz autóctona tan cercana a la tierra, al lugar de donde provienen.
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