ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Gran Premio de la 9na. Bienal de Talla de la ACAA: He aquí el hombre, Raymundo González Sarría. Foto: Adrián González

Desde que el hombre apareció sobre la Tierra, quiso «construir» una realidad otra, semejante y paralela. Se valió entonces de lo más cercano para reproducirla: aquellos ma­teriales que encontraba a su paso y en ellos anidó, cual espejo, la vida. En aquel incipiente arte, tallando sobre diversas materias sus más íntimos instintos, fue dando forma a sus sueños. En Cuba, desde hace ya casi tres lustros, ocupa un sitio alto el verbo tallar, donde se le rinde homenaje a este ejercicio hu­ma­no y, al mismo tiempo, se realiza un «bojeo» por el camino recorrido en las ma­nos de los artesanos-artistas.

Los Premios de la 9na. Bienal de Talla de la Asociación Cubana de Ar­tesanos Artistas (ACAA), fueron entregados ayer en el Museo de Artes Decorativas. El jurado, presidido por el escultor José Villa, decidió entregar el Gran Premio de esta edición a Raymundo González (La Ha­bana) por su obra He aquí el hombre. En la categoría de gran formato fueron galardonados Yonny Matos (Ba­ra­coa), por Ba­lanza Taina (1er. Pre­mio), Vladimir Sánchez (Hol­guín) con Aquí estoy (2do.) y Rafael A. Santiesteban (Holguín) por Es­tado de transición (3ro.). Y, en mi­niatura, los lauros correspondieron, en este orden, a: Orlando San­tiesteban (La Habana) por Al que buen árbol se arrima; Adrián Gon­zález (La Habana) con Crip-Tales y a Javier Urgellés (La Ha­bana) por Trabajo es igual a él. El Pre­mio Florencio Gelabert fue a manos de Jeseel Rodríguez (La Habana) por su pieza Tras el caos.

BOJEO POR LA MUESTRA

El Museo de Artes Decorativas, vuelve a acoger el envío de la 9na. Bie­nal de Talla.

Es menester subrayar que la Bie­nal ha contribuido a expandir y de­sa­rrollar una zona del arte visual cu­bano que en los últimos tiempos palidecía y caía cada vez más en el olvido; sobre todo, por el desinterés de muchos que veían la talla como algo menor dentro de las artes plásticas.

Una mirada a la muestra deja ver que el arte está vivo. Se respira allí un aire de buen gusto y virtuosismo técnico, aparecen nuevos materiales, pero se necesitan vientos de ma­yor originalidad, en un grupo de piezas, para colocar la talla en el siglo XXI.

Hacia diversas vertientes se abre el horizonte temático. De forma ge­neral, los creadores se apropian de te­máticas cotidianas y de símbolos universales que se traducen a lo cubano.

En otros casos, se representa el universo artificial que caracteriza a este tiempo: variados objetos, las máquinas y todo un mundo imaginativo. Porque la escultura actual no pretende suplantar la realidad, sino instituirse a sí misma en una nueva realidad; a veces, el valor gestual en las figuras se elimina o se reduce a la mínima expresión, se eluden los detalles y se atiende a los valores antropológicos más que sicológicos. Esta metamorfosis trae como resultado productos estéticos que se convierten en objetos escultóricos que llevan a nuestros ojos a fijarse en los bordes y no en el interior, a reclamar la atención en el espacio circundante. Transformadas por la ma­no del creador en símbolos son como insinuaciones, ante las cuales nuestra vista y nuestro cerebro deben responder, completando los significados de las muy di­versas interpretaciones...

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