SANTIAGO DE CUBA.—Bonaire, pequeño territorio insular situado en el extremo sur del arco de las Antillas Menores, sucederá a Ecuador como huésped de honor de la Fiesta del Fuego, que cada verano convierte a esta ciudad en la plaza más integradora de las culturas caribeñas.
Tras recibir esa investidura en el Desfile de la Serpiente, mediante la mpaka, uno de los atributos materiales de la tradición espiritual palo mayombe, devenida símbolo del festival santiaguero, las autoridades bonairenses comentaron este jueves las elevadas expectativas con que acogieron la invitación de la santiaguera Casa del Caribe para ser protagonistas del evento el próximo año.
La diputada Rolanda Hellburg Makaai, en representación de ese municipio especial ultramarino de los Países Bajos, expresó que la participación en la Fiesta del Fuego resulta coherente con la proyección cultural de su administración, que se basa en la defensa de una identidad propia, la preservación de los valores patrimoniales, la potenciación del turismo cultural y la transmisión del legado a las nuevas generaciones.
Desde ahora, según informó Timoteo Silberie, director de Cultura, están pensando en una delegación de unas 200 personas, entre artistas, portadores de tradiciones y académicos. Hasta el 2010 Bonaire, con una extensión de 288 kilómetros cuadrados, estuvo englobada en las Antillas Neerlandesas, pero ganó la condición de municipio especial integral del Reino de los Países Bajos, reconocida oficialmente como Entidad Pública Bonaire por la legislación del país europeo.
A una pregunta de Granma, Silberie precisó que “en el orden cultural defendemos una identidad cultural, un sentido de pertenencia a las comunidades antillanas; somos un pueblo mestizo, nuestra población en abrumadora mayoría, es mulata y son numerosos los rasgos que nos emparentan con los habitantes de la región, mucho más que con Europa”.
En cuanto a sus vínculos con Cuba, la diputada Hellburg Makaai recordó que decenas de bonairenses, a principios del siglo pasado, emigraron a la región oriental en busca de fuentes de trabajo y fundaron familias en Santiago y Las Tunas, una saga que está por rescatar y reconstruir. Para Orlando Vergés, director de la Casa del Caribe, la presencia de Bonaire en la Fiesta del Fuego venidera tiene un componente esencial: “el compromiso emocional de quienes han recibido el testigo de continuidad (relevo) de la República de Ecuador, por cierto, receptora de la solidaridad del pueblo cubano en momentos difíciles tras el devastador sismo de abril pasado”.
Justamente el sismo afectó las zonas mayoritariamente pobladas por las comunidades afrodescendientes de la nación andina, las cuales debían aportar a la Fiesta del Fuego el núcleo más nutrido de las manifestaciones culturales. No obstante, el festival santiaguero ha sido un marco alentador en términos de reconocimiento de lo que ha hecho la Revolución Ciudadana, encabezada por el presidente Rafael Correa, en favor del legado cultural afroecuatoriano.
En la trama del festival, durante las últimas horas, un hecho concitó un auténtico fervor popular: el encuentro de las steel bands de Islas Vírgenes norteamericanas y El Cobre santiaguero en el parque Céspedes.
Ingenio y virtuosismo, a partes iguales, conquistaron al público que en la noche del miércoles colmó la céntrica plaza santiaguera.










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