ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Miguel Iglesias (izquierda) director de Danza Contemporánea de Cuba y el coreógrafo inglés Theo Clinkard que estrena con esa compañía la pieza The silent room. En la foto en el patio interior del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Foto: Mireya Castañeda

Danza Contemporánea de Cuba (DCC) siempre se ha caracterizado por un estilo inconfundible, una técnica inigualable, amplias posibilidades expresivas, la fusión de formas de hacer, todo arropado con un lenguaje universal.

Desde enero pasado la compañía que dirige el maestro Miguel Iglesias tiene un elenco renovado. Reagrupa sus fuerzas dado que un grupo de sus primeras figuras marcharon a otros proyectos.

Iglesias, con más de tres décadas al frente de DCC precisó — en diálogo para estas páginas— que han incorporado nuevos bailarines ”bastante inexpertos, algunos incluso estudiantes en su practica pre-profesional”.

Gracias a una actualización constante de su repertorio la compañía se ha enriquecido no sólo con obras de jóvenes coreógrafos del patio, sino con el trabajo de coreógrafos de gran prestigio internacional.

Pueden señalarse nombres como la colombiano-belga Anabelle López Ochoa que dejó Reversible; el isrealí Itzik Galill que creó Sombrisa; el sueco Kenneth Kvamström se aventuró con otra Carmen; el holandés Jean Linquen dejó Compás y Folia, y la catalana Àngels Margarit, Otros Caprichos.

Por ese interés de renovación DCC tiene desde hace años un convenio con el British Council, denominado, Islas creativas y sobre éste preguntamos al maestro Iglesias.

“Tenemos una vieja relación con el British Council. Es uno de nuestros partners más estables. Ellos tienen programas educacionales y nosotros los mezclamos con talleres y logramos que del taller se cree una pieza y se queda en el repertorio. Por ejemplo Tangos cubanos, del coreógrafo inglés Billie Cowie; Demo-n/Crazy del catalán Rafael Bonachela; Tocororo, fabula cubana, del bailarín estrella Carlos Acosta, y de Julio César Iglesias, Restaurant el paso y ahora el inglés Theo Clinkard estrena una pieza con nosotros y me interesa tanto la puesta en escena como el proceso que ha tenido que sufrir cada bailarín”.

Theo Clinkard es un reconocido bailarín devenido coreógrafo que ya tiene una reputación internacional por sus piezas, en las que fundamentalmente explora el potencial comunicativo del cuerpo. Son ya 22 obras, entre ellas Somewhat still when seen from above, creada en 2015 para los bailarines de Tanztheater Wuppertal Pina Bausch y la que estrena ahora con la compañía cubana, The listening room.

En el patio interior del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, poco antes del último ensayo, Clinkard conversó con esta publicación y la primera pregunta está dirigida precisamente a la diferencia en el trabajo con los bailarines alemanes y los cubanos.

“La compañía de Pina Bausch acostumbrada a trabajar y bailar a la manera de esa genial coreógrafa ya fallecida, y la idea de un proceso nuevo les resultaba inusual. Tuve que trabajar mucho y con gentileza para que pensaran diferente. Aquí en Cuba, sin embargo, los bailarines han trabajado con muchos coreógrafos y están preparados para diferentes formas y procesos. Pude empezar rápidamente. Estaban listos y además son muy curiosos, son jóvenes y tienen una mente mas elástica y abierta”.

¿Ya tenía una idea preconcebida de la pieza que iba a hacer?

“Algo había, pero no supe bien hasta que los conocí y empecé a trabajar con ellos, a experimentar. Pude entonces decir este hará un solo, estos para un dueto, un trío, un conjunto. Más que lanzar una idea desde mi imaginación me gusta mirar y trabajar con los bailarines. Siempre tengo una mente abierta. No les prepongo una pieza a los bailarines, les propongo una conversación”.

El titulo es The listening room… “Porque es para que los bailarines y la audiencia escuchen y traten de comprender lo que están viendo, todos en el mismo cuarto, es decir la escena, están juntos en ese proceso. No busco solo la belleza, sino intrigar a la audiencia, que no es un ente único, sino individualidades con diferentes opiniones”.

Usted es un bailarín reconocido que ha ido hacia la coreografía. ¿Sus piezas responden a la forma en que usted bailaba?

“Interesante pregunta. Cuando empecé a coreografiar me hice la misma pregunta. No quería que lo que hacia fuera similar a lo que había bailado. Empecé a pensar, estudiar, como acercarme a una idea. Había muchas formas, pero yo quería algo mas, ir hacia algo nuevo, y si tomaba de lo que hice era ir hacia el pasado. Me gusta pensar en lo próximo y en el ahora. Tampoco preocuparme tanto por lo nuevo, porque es prácticamente imposible, pero trato de hacerme las preguntas correctas. No quiero crear una formula, sino trabajar cada obra en su contexto”.

The listening room, estrenada el 20 de mayo en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, es una pieza abstracta “casi experimental, como un laboratorio”, acotó Theo Clinkard, quien trabajó con 20 bailarines de Danza Contemporánea de Cuba.

Para marzo de 2017 el British Council anuncia una segunda edición de Islas Creativas, y el maestro Miguel Iglesias habló de la posibilidad de que vengan a montar obras con la compañía coreógrafos como Akram Khan y Russell Maliphant. “Son sueños que uno tiene”.

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