
María del Mar Bonet está a punto de terminar la grabación de su nuevo álbum en La Habana. Lleva algo más de una semana en esos afanes y adelanta título, Ultramar —no sé si será definitivo—, y un acto de fe: “Este disco solo podía suceder en Cuba y con músicos cubanos; lo supe desde que vine la primera vez, y me lo ha confirmado el ambiente que veo y respiro, los flamboyanes florecidos, la alegría y hospitalidad de la gente y la empatía con los artistas que me apoyan”.
En el ámbito de las culturas catalanas —que comprende no solo la de Cataluña sino la de las comunidades de Valencia y las islas Baleares—, ella es uno de los máximos exponentes de la canción, en su doble condición de compositora e intérprete.
Haber nacido en Palma de Mallorca marcó su identidad más allá de su sentido de pertenencia a una lengua: se asume como criatura insular y mediterránea; de ahí que le sea natural la facilidad para entrar en contacto con otras culturas y, sin perder un ápice de raigalidad, dialogar con estas.
Por eso desde que descubrió a Cuba en el 2012 —recibió entonces el Premio Internacional Cubadisco que le habían concedido un año antes y ofreció un concierto en el teatro Lázaro Peña de la CTC donde compartió escena con Omara Portuondo—, tuvo en mente emprender un trabajo conjunto con músicos de la isla antillana —antes y ahora he tenido a mi lado, en la dirección musical, a Jorge Reyes, contrabajista excelente y la disposición del maestro Enrique Pérez Mesa—, el cual ha sido acogido por Producciones Colibrí, en asociación con el sello español Picap.
En Ultramar colaboran, además, el pianista Alejandro Falcón, el guitarrista Héctor Quintana, el baterista Oliver Valdés, el percusionista Eduardo Llibre, el tresero Pancho Amat, el flautista José Luis Cortés, parte de la sección de cuerdas de la Orquesta Sinfónica Nacional, y el grabador Carlitos de la Vega.
Colaboraciones excepcionales constituyen las de José María Vitier y María Victoria Rodríguez: “A Vitier lo conocí el pasado diciembre en Mallorca; le propuse cantar dos canciones suyas, él accedió y van a estar en el disco, con el compositor al piano junto a un pequeño ensemble de cuerdas”. En cuanto a María Victoria, “ella posee una voz especial y desde la otra vez hemos establecido una magnífica comunicación”.
Otros dos factores han incidido en la sustentación del proyecto: la organización del festival Barnasants, vanguardia en la promoción de la canción de autor en Cataluña y propiciadora de una autopista de doble vía entre esa comunidad y la trova cubana; y la Institució de les Lletres Catalanes.
Esta última entidad promueve la implicación de María del Mar con la conmemoración de los 700 años de la muerte de Ramón Llull, poeta y pensador catalán de mística muy particular, cuya impronta se extendió a la cuenca mediterránea, incluyendo el norte de África.
Hace más de una década la artista mallorquina redescubrió al Llull de los versos de Llibre d’amic i amat y quiso entregar parte de esa experiencia a sus amigos cubanos en un recital que en el espacio íntimo de El Gato Tuerto, con la complicidad del formidable guitarrista y compositor valenciano Borja Penalba, transcurrió el último domingo.
Música mediterránea de principio a fin, fusión de líneas que recuerdan tradiciones norafricanas y cantigas medievales, hacen que las luminosas imágenes de Llull encuentren resonancia en la sensibilidad contemporánea.
Pero María de Mar y Penalba llegaron más lejos, con obras de la autoría de ambos y la lírica catalana encendida en la sangre y las voces: Bartomeu Roselló, Vicent Andrés Estellés… hasta desembocar en La balanguela, la canción mallorquina por antonomasia.
Queda entonces esperar por Ultramar y esperar por un nuevo encuentro mucho más amplio y necesario de los cubanos con María del Mar Bonet.












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Clara dijo:
1
27 de mayo de 2016
01:53:59
Leonardo Buenaventura dijo:
2
27 de mayo de 2016
11:43:17
yaxibel Respondió:
31 de mayo de 2016
15:46:47
Juan Carlos Ramos Almela dijo:
3
29 de mayo de 2016
23:32:57
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