ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La primera bailarina Viengsay Valdés, aquí en Celeste, coreografía de Annabelle López Ochoa, una estrella mundial. Foto: Nancy Reyes

Las recientes temporadas del Ballet Nacional de Cuba, con tantos jóvenes debutando en roles estelares, sumado a un flujo significativo de ellos hacia otros países y compañías, han provocado tratar de descifrar el enigma de cómo trascurre el tránsito hasta la máxima categoría de primera ballerina o bailarín.

¿Hay un trayecto marcado para ascender a primera bailarina o bailarín? ¿Todos lo atraviesan? ¿Cuál es el impacto del talento individual? ¿La escuela, la barra, el salón de ensayo, y el enfrentar obras paradigmáticas son parte de ese camino?

Estheysis Menéndez y Alfredo Ibáñez debutan en Coppelia. Foto: Nancy Reyes

Para descifrar los pasos que llevan a una promoción, ni tan sencillos, ni a veces tan estrictos, y en algunas ocasiones controvertidos, esta publicación llega hasta la oficina de Miguel Cabrera, historiador del Ballet Nacional de Cuba desde los años 70, en El Vedado habanero.

Explica que en casi todas las grandes compañías de ballet, los rangos son de primeros bailarines, primeros bailarines de carácter o demi carácter, primeros solistas, solistas, corifeos y cuerpo de baile.

Hay ocasiones excepcionales en que recorrer ese trayecto no es tan lineal y sobre la experiencia en el BNC su historiador tiene elementos de primera mano gracias a su prolongada cercanía con los tres creadores de la compañía y de la propia escuela cubana de ballet: Alicia, Fernando y Alberto Alonso.

Cabrera tuvo la suerte de que la propia Alicia le explicara, con los programas de la época en mano, como al principio las categorías estaban diferenciadas solamente por la tipografía, por el tamaño de las letras.

“Puede verse como en 1948, cuando se funda la compañía, están en caracteres grandes los nombres de Alicia, Fernando y Alberto, los únicos cubanos entonces, y de Igor Youskevich y otras figuras norteamericanas”.

Fue a partir de la gira de 1949 —indica Cabrera— que se empiezan a separar las categorías y esto se fue haciendo por el desempeño de los bailarines, sus cualidades técnicas, artísticas, la ductilidad estilística.

Puntualiza el historiador que cuando triunfa la revolución en 1959 se reorganiza la compañía, pero tampoco se especifican los rangos. “Avanzada la década del 60 si empiezan a establecerse al crearse la Escuela Nacional de Ballet (heredera de la Academia de Ballet Alicia Alonso que este año celebra su aniversario 65). La primera fue en 1962 y encuentras ya en los programas como primeras bailarinas a Mirta Pla, Josefina Méndez y Margarita de Saa y para 1967, Loipa Araujo y Aurora Bosch”.

Los primeros bailarines Anette Delgado y Danni Hernández en los roles protagónicos del Grand Pas de Paquita. Foto: Nancy Reyes

¿Fueron las emergencias las que forzaron las promociones en esos años? “Así fue. No teníamos bailarines hombres de calidad. Youskevich ya no vino después de 1959, en general por el bloqueo ya no vinieron los extranjeros. Estuvo el ruso Azari Plisetski que se sabía no iba a estar permanente en Cuba y había que garantizar partenaires para Alicia, para las Cuatro Joyas”.

Recuerda entonces la primera graduación de la escuela en 1968. “De ella salieron Jorge Esquivel, que Alicia y Fernando esculpieron como metal precioso y para 1972 es ya primer bailarín, Ofelia González, Amparo Brito y Rosario Suárez, quienes por otras carencias interpretaronrápidamente papeles relevantes, aunque su proceso de promoción se demoró excesivamente y solo muchos años después ascendieron a primeras bailarinas, esto fue de mucha polémica”.

Gretel Morejón se estrena en una escena de Sinfonía de Gottschalk. Foto: Nancy Reyes

Teniendo garantizada la escuela —hoy la Nacional de nivel elemental y medio con una impresionante sede en el Prado habanero y escuelas provinciales en Santiago de Cuba, Camaguey, Santa Clara, Matanzas, Artemisa y Pinar del Rio—, poco a poco se fue concretando el sistema de categorías que es el tenemos hoy en día, afirma el historiador de la compañía que dirige la excelsa Alicia Alonso.

“Después que los muchachos entran a la compañía, la responsabilidad recae en los regisseurs y los maitres. Ellos son los que siguen las clases y ven los progresos, y de acuerdo a lo aprecian en cada uno, preparan los elencos”.

Como explica Cabrera, no es lo mismo la barra que el centro. “A veces hay muy buena figura pero no tiene los tobillos suficientes, las puntas duras, y muchos de los roles demandan una técnica fuerte. Pero el bailarín no es todo físico, necesita arte, y alguien con técnica puede no ser ágil para los estilos, para desdoblarse, para captar. El nivel de exigencia técnica hoy es muy alto y hay que sumar lo imprescindible, algo que no se compra en la escuela: el talento”.

Es por el talento que algunos emergen inmediatamente desde el cuerpo de baile, que es la esencia de una gran compañía, subraya Cabrera. “El cuerpo de baile tiene que ser homogéneo, aparentemente todos tienen que ser iguales, bailar igual. Si la coreografía lleva dos piruetas, hace dos, aunque pueda hacer cinco, pero que sucede, en la clase diaria, el maestro ve que puede hacer cinco. Y ahí viene el primer paso hacia ciertos papeles y así, por rendimiento, si se sigue un desarrollo lógico, orgánico, y fruto del talento cultivado, puede pasar a primer bailarín o bailarina”.

¿Existe un ideal de bailarina o bailarín clásico? ¿Hay alguna limitación por la raza? “Ese ideal viene dado por las proporciones, las líneas y la capacidad técnica en función de ese físico. Se busca una talla. No es que sea más alta o chiquita, es la proporción, hablo del tobillo a la cintura, de la cintura a los hombros, el cuello. En cuanto a la raza, hay infinitas bailarinas blancas, marmóreas, que no llegan a hacer Giselle, ya sea por la técnica, el arte, o el físico. Bailar Giselle no es para todas, ni todos pueden ser príncipes. Te recuerdo algunos príncipes de nuestra compañía, Andrés Williams, un negro que fue primer bailarín; Carlos Acosta, mulato de proporciones y pie, una estrella mundial. Descarto la discriminación racial, no es el color, es la proporción, la técnica y el arte y que respondan a las exigencias de repertorio”.

Para avanzar a primera figuras siempre se ha tenido que bailar determinadas obras, ¿Es así? “Esto se respeta mucho. Por ejemplo en los hombres cuando hace El lago de los cisnes, de cuerpo de baile va a pas de six, luego de trois y si tiene porte y técnica, Sigfrido está detrás de la puerta”.

¿No es como un ritual que las ballerinas enfrenten primero La Fille mal gardee, Copellia, El lago de los cisnes hasta llegar a Giselle? “Se sigue casi siempre y hoy tenemos dos jóvenes que despuntan para primeras bailarinas, Gretel Morejon y Estheysis Menéndez”.

Aunque no se deben violentar etapas de desarrollo, ahora hay otra emergencia, si se tiene en cuenta que en Cuba se forman magníficos bailarines y ahora pueden ir contratados a otras compañías ¿Cómo lo aprecia usted? “Si es cierto, pero no es un fenómeno de Cuba solo. El mundo moderno tiene una palabra, movilidad. Aquí le dicen discrepancia política y no es así siempre. En los últimos años esa emigración ha sido muy fuerte en todos los campos. Van donde mejor pagan”.

Ahora, ante el éxodo de jóvenes que deciden probar por distintos lugares y por distintas razones, se provoca un vacío y por lógica ha habido que acelerar los procesos — continua el historiador del BNC— pero atención, tienen talento, lo que les falta es pulimento, maestría artística. “Alicia dijo toda la vida que cuando una bailarina llega de la escuela tiene que estar capacitada para hacer los 32 fouttes de Cisne Negro, Ah! que no sepa poner el brazo correctamente o no tener el estilo perfecto es otra cosa”.

Tampoco es que se haya escogido a cualquiera. Este año ya han debutado en importantes roles nuevas bailarinas y bailarines que llevan un tiempo en la compañía y que vienen con lauros desde la escuela, aclara Cabrera.

Se refiere el historiador a las primeras temporadas del BNC en que ha llevado a la escena de la sala Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, La magia de la danza (fragmentos de Giselle, La bella durmiente, Cop­pe­lia, Cascanueces,Don Quijote y Sinfonia de Gottschalk) y la siguiente otras tres obras de su amplio repertorio: Las sílfides, Celeste y Carmen.

Fueronesas funciones un buen momento para apreciar a muchos de los noveles bailarines. Ya la crítica alerta de la joven Grettel Mo­rejón, quien asumió el segundo acto de Giselle en una interpretación que conjugó estilo y técnica, acompañada por Adrián Masvidal como Albrecht, de excelente lí­nea, pero debe horas de ensayo para mejorar su técnica, y el rol de Myrtha, la reina de las Willis, fue abordado por Cinthia Gon­zález, quien demostró que ese otro personaje-leyenda en la compañía sigue vivo (muy recordada la siempre impecable Mirta Plá, ya fallecida).

Otra bailarina que escala rápidamente a los primeros planos es Estheysis Menéndez. Debutó en la Kitri, de Don Quijote, secundada por el casi recién graduado, con título de oro, Patricio Revé como Basilio, de excelente técnica.

No cesa el BNC de pulir bailarines y sigue promoviéndolos. Parece tener una cantera inagotable, pero ¿Cómo afecta a la compañía esos acelerones y súbitas promociones? “Soy un hombre preocupado, formado y optimista. Mientras exista nuestro sistema de enseñanza, tal y cual está ahora, que los maestros sigan con el grado de exigencia y se cumplan los requisitos del plan de estudio, yo no tengo ninguna duda, ni temor sobre el futuro del ballet en Cuba. Si se descuida la escuela entonces si se acaba el ballet”.

Puede darse el transitar orgánicamente de cuerpo de baile a primera figura, tal y como explica el historiador del Ballet Nacional de Cuba, Miguel Cabrera, pero también hay excepcionales ballerinas y bailarines que arrancan con una técnica, un físico, un arte, en síntesis, un talento, que los catapulta sin mediaciones, y la compañía cubana ha tenido, tiene, ejemplos magníficos de esta realidad durante sus 68 años de fundada. ¿Nombres recientes? José Manuel Carreño, Carlos Acosta, Viengsay Valdés, Anett Delgado, todos joyas de la escuela cubana de ballet.

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Ricardo Luis Hernández Otero dijo:

1

6 de abril de 2016

07:29:01


Muy buen artículo, esclarecedor, pero me surge una duda, pues cuando Cabrera habla del problema de la raza solo se refiere a bailarines, no a bailarinas. ¿Podrá verse algún día una Odette o una Giselle negra o mestiza en el Ballet Nacional de Cuba? Gracias