ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
De izquierda a derecha, Flavia Méndez, el colombiano Mauricio Murcia y María Laura Terry, quienes brillaron durante la Fiesta de los Clarinetes, en San Felipe Neri. Foto: Yander Zamora

Puede hablarse de un verdadero linaje en la enseñanza y ejecución del clarinete en Cuba. De una a otra generación se reproducen los talentos, sucesión asegurada en los últimos años por un sistema docente de firme anclaje.

Para hacer visible esa continuidad y su particular incidencia en el desarrollo de la música de concierto, nació la Fiesta de los Clarinetes, cu­ya versión correspondiente al 2016 transcurre desde el último sábado en La Habana y se extenderá hasta el próximo 2 de abril.

Animadores principales de este evento son el clarinetista Vicente Mon­­­terrey, uno de los más reconocidos maestros en nuestro medio, y la pianista Marita Rodríguez, privilegia­da intérprete en el ámbito camerístico. Ambos, al conjugarse en el dúo D’ Accord, han sido pilares en la promoción de la especialidad instrumental y cuentan nuevamente con los auspicios del Centro Nacio­nal de Música de Concierto y el Ly­ceum Mo­zartiano para que la iniciativa prospere en toda su magnitud. D’ Accord marcó la pauta inicial me­diante una hermosa página, Ara­gón, del francés Henri Busser (1872-1973, vivió 101 años), que rinde cul­to a la añeja fascinación de los au­tores de esa nación por los aires es­pañoles.

Atraídos por la singularidad del foro cubano, concurren participantes de otras latitudes. En la jornada de apertura, que tuvo lugar en el Ora­torio San Felipe Neri, el público apreció las calidades del trío Tre Co­lori, procedente de Stuttgart, Ale­mania; y el colombiano Mau­ricio Mur­­cia, que volverán a comparecer en esa misma plaza, con entregas más ex­tensas, el próximo viernes primero de abril a las 6:00 p.m.

Tre Colori, integrado por la clarinetista cubana Carelys Carreras, la oboísta alemana Elisabeth Wieland y la fagotista suiza Arlette Probst, ejecutó una deliciosa partitura del francés Jacques Leclair (1959), La p­etite patisserie.

Consciente de la importancia de potenciar las raíces sonoras latino­americanas, Murcia ha escrito una serie de estudios en los que recrea géneros populares, desde el joropo compartido por su pueblo con el venezolano y el bambuco mestizo hasta el mambo y el jazz latino, sin que como intérprete deje de hacer espacio a otros compositores de la región, como hizo con Lecuo­ne­rías, de Paquito D’ Rivera.

Entre las individualidades cubanas sobresalieron el propio Mont­e­rrey, con Un solo para clarinete ba­jo, del norteamericano Kalmen Op­per­man (1919–2010); Héctor He­rre­ra con Lar­ghetto, del francés Pierre Gabaye (1930–2000); y Arís­tides Por­­to con So­natina, del también ga­lo Pierre San­can (1916–2008), originalmente com­puesta para flauta. En es­tos dos últimos casos las formidables proyecciones de los instrumentistas contaron con el eficaz y dúctil soporte de la pianista Marita Ro­drí­guez, capaz de mo­verse de uno a otro rango estilístico con absoluta sol­vencia.

Esa misma cualidad se hizo presente al secundar a Javier Zalba en Dos preludios, escritos por el mis­mo clarinetista, quien aportó con esta obra y la que dedicó al cuarteto Ébanos de La Habana (Visión de los Pirineos) un material apreciable para el crecimiento autóctono del repertorio para el instrumento.

Idéntica ruta, la de autores cubanos que ven en el clarinete un medio de expresión de sus poéticas, fue la tran­­sitada por Juan Piñera, que de­dicó también a Ébanos de La Ha­bana, el inquietante ciclo El Libro de la Madrugada, que refleja y des­borda con inteligencia y humor criterios minimalistas. El cuarteto ce­rró su actuación con la ya imprescindible obra de Guido López Ga­vilán, Caribe nostrum. Cabe recordar que el suegro de Guido fue el emi­nente clarinetista cubano Juan Jorge Junco.

El público agradeció la siempre exultante versión para cuatro instrumentos de la obertura de la ópera El barbero de Sevilla, de Rossini, ejecutado por Aylet Roque, Maray Villeya, Maryibis García y Vicente Monterrey.

Pero si hubo un momento en que emociones y convicciones se anudaron a lo largo de la velada, fue cuando las nuevas generaciones, aún en formación, evidenciaron sus prometedoras perspectivas. El profesor Roberto Acosta, al frente del conjunto de niños Crescendo a Tem­po, atreviéndose con pasajes adaptados de la Ópera de los tres centavos, de Kurt Weill; y los ganadores del re­ciente concurso nacional de clarinetes, la pequeña Sa­bri­na del Riego, y las jovencitas Flavia Mén­dez y Ma­­ría Laura Terry —esta última con una exigente pieza de Bela Kovacs, que recrea el legado bachiano— con­firmaron el ensanchamiento de esa línea de continuidad que debe sostener la multipli­cación de buenos clarinetistas en nues­tros predios.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.

Tita dijo:

1

29 de marzo de 2016

13:40:37


Muchas Felicidades a la brillante interpretación de la pequeña Sabrina del Riego que con muy alto nivel interpretó una de las obras más importantes del repertorio del clarinete...Bravo!!! la hizo sentir muy fácil!!!

Alina dijo:

2

29 de marzo de 2016

16:20:09


Tita, comparto tu comentario. Aplausos a Sabrina, también a Flavia, María Laura, Arístides, Ëbanos de la Habana, en fin, a TODOS.

Francisco Rivero dijo:

3

29 de marzo de 2016

20:17:45


Alegria y felicida. VIVA LA MUSICA ! Un saludo fraterno.

Jasón dijo:

4

31 de marzo de 2016

05:21:45


Es un ejemplo más de que el sistema de enseñanza musical mejora ostensiblemente año tras año. Así hay que seguir, apostando por la cultura como mejor medio para el desarrollo humano.