Sevillanas, la Escuela Bolera, flamenco, farrucas, bailes populares y regionales, guajira, flamenca, fusión…, un amplio diapasón danzario y musical que muestra la mezcla de nuestra idiosincrasia, acercó en su primera presentación del año en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, el Ballet Español de Cuba (BEC) que dirige el maestro Eduardo Veitía. Tres jornadas desbordantes de público en el coliseo de Prado, donde pusieron de relieve los nuevos rumbos artísticos de una compañía que el próximo año arribará a su aniversario 30.
El arte, en plural, abarcó diversos espacios de la renovada institución, cuando, en un gesto diferente, los bailarines de la compañía, transformados en modelos, aparecieron en el vestíbulo en lo que resultó un prólogo original del espectáculo. Ataviados con los diseños de moda de José Luis, y las creativas, minimalistas y contemporáneas joyas de autor de Rosana Vargas, matizaron con elegancia el preámbulo. Y entregaron pautas claves del programa, porque algunas de esas creaciones “vistieron” a los artistas en la escena.
Con puro acento resultó un fértil terreno en el que los espectadores pasearon por distintas estancias de la emoción, disfrutando de una variedad estilística plena. La primera parte del espectáculo trajo obras de extrema sensibilidad. Sevillana clásica, de Eduardo Veitía, motivó por la elegancia de las coplas y el diálogo de música y movimiento; Sonata en re, de Pablo Eguea, con música de Padre Soler (piano y flauta), en contrapunteo con las castañuelas y el preciso baile de Rachel Escalona, constituyó un regalo visual. La voz del excelente cantaor Andrés Correa, con el piano (Ayssell Rozo), se entrelazaron con el baile de la hermosa Ailien Puerto en Danza V, de Juan Magriná. Un momento alto llegó, nuevamente, de la mano de Rachel Escalona en Ante el Escorial, coreografía de Eduardo Veitía de estreno mundial. La singular música de Lecuona, interpretada al piano por Daniel Martínez, le inspiró en este hermoso trabajo de danza, en el que la diestra bailarina demostró estar preparada, como el resto del elenco, a cualquier tendencia, y abarcó toda la escena con un baile preciso, que llevaba el hálito de Isadora Duncan.
Cuando la gran soprano cubana María Eugenia Barrios apareció en las tablas, llegaron las ovaciones. En un momento especial de la jornada cantó a dúo con Andrés Correa, cada uno en su estilo, Granada, de Agustín Lara. Los excelentes arreglos musicales de Daniel Martínez/Yosvany Brito, “esculpieron” auditivamente una hermosa pieza que cobró nuevo aliento en los intérpretes. Esta parte cerró con Las bodas de Luis Alonso, coreografía de Eduardo Veitía que puso a bailar, con toda su fuerza y precisión a la compañía.
El Sentir flamenco vibró en la segunda parte. Aquí se sucedieron piezas como Mediterráneo, que abarca nuestras raíces más genuinas uniendo lo español, lo afro y lo cubano de manera novedosa, y de alto vuelo estético, como fue toda la función. Un toque de nostalgia del amor subrayó Añoranza, firmada por Francis Núñez. A partir de una música popular flamenca, cada día fue interpretada por un dúo diferente de bailarines, que la impregnó con su personalidad, y un tono propio. El elenco masculino desbordó en fuerza, ritmo y elegancia en los movimientos en Esencia, una farruca de Francis Núñez que fue interrumpida muchas veces por las ovaciones. Del propio autor apareció Arte y Tronío (Caracoles) que coloreó las tablas, y donde destacaron, cada una en su día: Angélica M. López, Leslie Ung y Graciela Santana.
Esa coreografía de Veitía que reúne lo cubano y lo hispano: Guajira flamenca, ya casi un clásico en el BEC, exhala pura maestría “bordada” en el baile por el autor, y las intérpretes que lo alternaron: Leslie Ung/Graciela Santana, sin olvidar a los músicos, todos, protagonistas de estas historias. A puro compás, singular trabajo del director general, con un toque de fusión en ritmos pone a bailar, de lleno, a la agrupación que ejecutó los movimientos con seguridad, profesionalismo y energía, a pesar de la juventud de muchos de ellos.
El Epílogo marcó el clímax del flamenco y subió la temperatura del coliseo.Un baile alegre, siempre motivado, reinó con la pasión de cada elemento del grupo, amén de constituir un instante de elegancia, plasticidad y creatividad. Todo ello, junto con el diseño de las luces de Luis M. Caballero, y el grupo musical, con esos intérpretes y cantaores de rancia estirpe, fueron protagonistas de un espectáculo que marca pautas, y demuestra cuánto se puede hacer con nuestra cultura y arte en plural, cuando se reúnen en la escena.
El Ballet Español de Cuba regresará a las tablas de la sala García Lorca del GTH Alicia Alonso con el espectáculo Con puro acento español entre el 11 y el 13 de marzo próximos.
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MARIO CASTRO dijo:
1
1 de marzo de 2016
08:25:36
Katniss dijo:
2
1 de marzo de 2016
14:12:26
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