ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Coloquio Vida y obra de Rogelio Martínez Furé Foto: Madeleine Sautié Rodríguez

Como un Cimarrón Honoris Causa fue definido ayer, en el coloquio dedicado a su vida y obra, Rogelio Martínez Furé, uno de los intelectuales a los que se dedica la Feria. Mucha razón tuvo en nombrarlo así la ensayista Carmen María Gonce, una de las integrantes del panel conducido por Katia Gutiérrez, por tener en cuenta en el sugestivo “título” la majestuosidad de una existencia merecedora del reconocimiento en materia de esas necesarias rebeldías que otorgan al ser humano la justa medida de la dignidad.

Para continuar con las valoraciones que de este sabio multifacético refiriera Gonce —en la sala Nicolás Guillén de La Cabaña, atestada de un público admirador de la creación del Aporín— se hace necesario aludir al convencimiento que, según dijo, es de los más acendrados en el agasajado, y es el que defiende que la historia es la madre del camino para llegar a la verdad.

Valiéndose de tal axioma, el “maestro, guardián, erudito e iconoclasta” se ha nutrido de diversas fuentes, en el afán de estudiar y entender la realidad “como ineludible camino hacia la interpretación del paso, y de su huella, de aquellos que antes de nosotros poblaron el mundo” del que debemos conocer todo lo que tenga que ver con nuestros orígenes y futuros itinerarios.

Vayamos al encuentro, exhortó, de Yonu, su personaje protagónico, surgido precisamente de esa unidad dialéctica entre el yo y el nosotros. Abramos con nuestra lectura las puertas al que vuelve y saluda, con amor y respeto, al que proclama a los cuatro vientos sus verdades, las que sopló con tantas fuerzas” en sus descargas: —Mi identidad no la vendo / ni la presto / ni la regalo. / me acompañará por siempre / adonde quiera que vaya. / Hasta después de la muerte / seguiré siendo cubano. / Y eso que sumo y proclamo: / caribeño.

Un lúdicro texto en el que el Aporín dialoga a camisa quitada con la palabra fue el homenaje de la poeta Carmen González a su maestro. En él remarcó que aquel nos ha enseñado “a dudar de los ropajes impuestos por páginas encadenantes. A disfrutar, cuando desnuda y si afeites —la palabra— se entrega, letra a letra, en el goce total del hecho literario. A dudar de quien la propaga ansiosa y sin sentido o habla por los codos. A abrir el pecho ante la majestuosidad de la palabra hablada. ¡Ahí está él! Como una hermosa ceiba hunde sus raíces en la tierra, fortalece el ramaje y nos conmina a su sombra.”

El joven investigador Yoandri Ulises Padrón se refirió a la presencia insoslayable en la cultura cubana de Furé, cuya obra literaria y ensayística es poseedora de “particularidades que han nutrido un enjundioso contrapunteo crítico sobre las simientes de la nacionalidad cubana” y subrayó que este matancero reyoyo, que gusta decir que ha vivido varias vidas, ha impreso en sí el gesto fundante de su generación, a la vez que es dueño de un acervo radiante ha sido desde entonces discurso de resistencia, anticolonial y contrahegemónico.

Por ser, por estar, por toda su entrega que es ya decir constancia y dedicación, agradeció Gerardo Fulleda León al hombre tres veces premiado con galardones nacionales como el de Investigación Cultural, el de Danza y el más reciente, el de Literatura.

Reconoció en este pilar de la fundación y desarrollo del Conjunto Folclórico Nacional un diapasón que va desde aquellos artículos iniciales, antológicos, de antropología hasta las antologías de poesía yoruba y africana publicadas en nuestro país gracias a su rescate y valiosas traducciones a las que hay que agradecer la espiritualidad y el alcance literario de una cultura insospechada.

Para cerrar el coloquio expresó sus consideraciones Nancy Morejón, presidenta de la Academia Cubana de la Lengua, quien agradeció a la

la vida haber podido compartir su labor intelectual con Rogelio Martínez Furé, allá por los 60,cuando publicó sus primeras traducciones. Destacó que todoslos libros de este hombre conforman ese gran machete de resistencia, de encuentro de una identidad que él conocía muy bien, porque siempre se codeó con ella, lo que ha demostrado a lo largo de medio siglo.

Apuntó además que todos esos libros están precedidos por una valentía intelectual, una tenacidad y un carácter universal de las ideas y sentimientos del arte y la poesía del pueblo cubano, como parte del Caribe y de las Américas. Y que su filosofía, su interpretación de la literatura y la palabra, son ese tesoro que hoy puede ofrecerse como resultado de su obra, que es un canto a la oralidad.

Cerró sus palabras aceptando que somos contemporáneos de alguien con una sabiduría extraordinaria. “Mucho de lo que aprendí no lo aprendí en la universidad ni en la academia, sino teniendo al lado a un hombre como Rogelio Martínez Furé”.

La presentación de seis títulos de su autoría y la actuación del grupo de Teatro Cimarrón, dirigido por Alberto Curbelo, en un sentido homenaje al autor fueron el colofón de la velada, que honró en la Feria a uno de los intelectuales a los que está dedicado el magno evento.

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