
Cuando el director Carlos Celdrán, uno de los imprescindibles del teatro cubano contemporáneo, y Abel González-Melo, joven y prolífico autor que viene acumulando éxitos en la isla y el exterior, anuncian nueva puesta, la certeza es que las tablas verán una propuesta de excelencia. Prólogo, su reciente estreno mundial, confirma tal convicción.
La salita de Ayestarán y 20 de Mayo en la capital cubana, que ya queda pequeña a Argos Teatro, la compañía de Celdrán, volvió a colmarse de un público que sabe de las singularidades de cada una de sus propuestas y como es habitual no salió defraudado.
Prólogo es una versión libérrima del autor sobre Un enemigo del pueblo, del gran dramaturgo noruego Henrik Ibsen, escrita especialmente para los actores españoles Ernesto Arias y Paloma Zavala, quienes viajaron a La Habana para protagonizar el estreno mundial (sólo cinco funciones para luego una gira europea).
El primer actor Ernesto Arias, poseedor de un extenso currículo profesional que abarca desde el teatro hasta el cine y la televisión (ha formado parte de series como Isabel) y Paloma Zavala, directora artística del proyecto Crossing Stages (ha dirigido además la obra de Molière Las mujeres sabias), visitan Cuba por primera vez invitados por el Consejo Nacional de las Artes Escénicas y la sección cubana del Instituto Internacional de Teatro (ITI), de la cual Celdrán es presidente, con el apoyo de la Embajada de España.
Ni Arias ni Zavala son ajenos a las piezas de González-Melo y la cuidadosa dirección de actores de Celdrán, pues en 2013 ellos protagonizaron el estreno, exitoso, en Madrid de otra de sus obras, Chamaco.
Aquí los dirige nuevamente con maestría. Siempre ambos en primer plano. Sus soberbias e impecables actuaciones, transmiten —voz y dicción sumadas—, sentimientos cruzados, pasiones, miedos, manipulaciones.
Es un espectáculo desprovisto de artificios, donde la escenografía es justamente lo que se precisaba, coherente en la sobriedad. La hora y media de representación pasa volando.

En Prólogo González-Melo se detiene en la historia de una pareja española de hoy, sumergida en las contradicciones de la sociedad contemporánea. El autor estructura la pieza en diez momentos, “un decálogo de reglas protocolares” (Habla cuando te pregunten; Admite las diferencias; Disfruta mas no te pases; No muestres todo de ti; Cede aunque no lo desees; Evita el desquiciamiento; Promete cuanto haga falta; Confía apenas lo justo; Lávate siempre las manos, y Guarda una última ficha).
Con el nuevo texto, Celdrán mantiene las características de su teatro: un eficaz juego escénico con el cual consigue su propósito de dialogar con el presente y lo hace con lucidez y agudeza. Es un director maduro que sabe lo que quiere.
Sobre Prólogo conversé con el director y el autor previo al estreno. Las primeras preguntas a González-Melo.
— ¿Por qué vuelve a tomar a Ibsen para su propuesta teatral?
— En el caso específico de esta obra, Protocolo, es que habíamos trabajado muy recientemente con Celdran en Mecánica, sobre Casa de Muñecas. Me acerco a esta otra pieza de Ibsen, Un enemigo del pueblo, que tiene 10 personajes y está llevada a un matrimonio, distanciándola de Cuba pero que hablara de cosas que están en Mecánica, el tema de la pareja, la traición, la corrupción, en este caso vinculado al entorno español. Volvemos con Protocolo muy libremente. Ahora he concentrado la historia en la realidad española, el pavor cuando se pensó que el ébola había entrado de África a Europa y luego como una pareja puede ser fiel uno al otro. También trato el hecho de que el Stockman puede no ser yael héroe romántico de Ibsen, ya no puede ser ese individuo que va hacia delante con la verdad porque ahora tiene que pactar con nuevas cosas, con un status de vida al que se ha habituado, creerse dueño de su destino. Es mi visión, como releo a Ibsen y le hago un homenaje”.
— ¿Qué más propone para este 2016?
—Epopeya, premio Virgilio Piñera, se estrena el 22 de enero en Chicago dirigida por Sandor Menéndez en Aguijón y a mediados de año espero será en Cuba con Pedro Franco con El Portazo. Trabajo ahora en una obra que de momento se llama Intemperie. Soy dramaturgo residente este año de Home Manchester que es uno de los teatros más importantes del Reino Unido y voy a trabajar directamente con el director Walter Meierjohann. Por primera vez estoy escribiendo una obra que ocurre en dos tiempos, entre 1993- 94 y 2015-16 con dos generaciones de personajes.
El diálogo con Celdrán, quien por sus puestas ha recibido dieciséis Premios de la Crítica yocho Premios Caricato de la Asociación de Artistas Escénicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), comienza por su compañía, Argos Teatro, que cumple 20 años de fundada.
— ¿Cómo ve estas dos décadas?
— Cumplir 20 años en teatro no es fácil, es un largo viaje donde vas encontrando tu lenguaje, tu espacio y tu público, quien eres teatralmente. Han sido muchas etapas en que yo he tenido que despojarme de lo aprendido para reaprender, para reinventarme todo el tiempo. Ha sido un extenso aprendizaje lleno de errores, de equivocaciones y de logros llegar hasta aquí. Yo me siento muy satisfecho de que estemos aquí todavía haciendo teatro con vitalidad para el público.
— Prólogo no es un titulo nuevo para usted que montó en 2006 Stockman, enemigo del pueblo, un suceso teatral de relevancia y Premio de la Crítica ¿Cómo asumió esta nueva idea, en cuáles elementos ha puesto el énfasis?
— Enemigo del pueblo fue uno de los montajes mas importantes de Argos Teatro y para mí sigue siendo un referente de mi trabajo. Cuando Abel me propone que va a hacer una versión un poco me atemorizo porque yo tengo una cota lograda con esa obra que el público vio y recuerda. Lo que me interesa de esta nueva versión es la re-localización de la obra en un mundo contemporáneo y en España. Recordar que Abel tiene también una vertiente de dramaturgia para España porque él está viviendo entre los dos países. Yo también he trabajado mucho allá y siento la necesidad de dialogar con esa realidad de un modo profundo. La obra toca un problema medular para España, la crisis de poder, económica, la corrupción dentro del poder y la clase dominante y política. Más que Enemigo del pueblo en si lo que me interesó es una reflexión actualizada sobre España que Abel tenía en ese texto. También hacerlo con dos actores españoles que quiero mucho, Ernesto Arias, quizás uno de los primeros actores del teatro español en este momento, y Paloma Zavala que es una actriz joven preparada, inteligente.
— Son problemas universales…
—Universales y eso lo aporta Ibsen, los problemas de la pareja, las mentiras, la decepción que hay entre ellos a partir del detonante que tiene la propia acción.
— ¿Qué nos puede adelantar sobre su primera obra como dramaturgo?
— Se llama Diez millones. Fue un texto que escribí hace unos años. Lo presenté al concurso de dramaturgia Virgilio Piñera y obtuvo primera mención. Eso me estimuló para quizás llevarla a escena. Yo siempre estuve muy dudoso de hacerlo porque no es exactamente un texto teatral en el sentido tradicional del dialogo, es mas bien un texto narrativo donde los personajes cuentan historias. Es autobiográfico, mi relación con mis padres cuando yo era adolescente y los sucesos que la marcaron en el plano personal y creo que social, porque también ocurren acontecimientos sociales de finales de los 60, los 70 y principios de los 80, años muy fuertes en la historia contemporánea cubana. De eso va la historia, mi relación con ellos a nivel personal y en todos los órdenes de la vida. Va para junio con cuatro actores de Argos, Caleb Casas, Daniel Romero, Maridelmys y Waldo Franco.
Carlos Celdrán y Abel González-Melo han hecho un muy contemporáneo Prólogo para Ibsen.
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