ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Billy Gibbons en la Fábrica de Arte Cubano. Foto: Yander Zamora Foto: Yander Zamora

No creo que haya muchas estrellas de rock que olviden que son estrellas de rock. Cuando uno conoce de cerca de Billy Gibbons descubre que es uno de esos músicos que no le interesa subirse al papel de leyenda ni vender una imagen común. De hecho, es fácil sentarse frente al líder de ZZ Top y olvidar que estamos frente a un tipo que ha creado un montón de canciones maravillosas y se ubica, con su banda, en una parte trascendental de la historia del rock and roll.

Gibbons nos recibe sentado como un sabio en un sofá en una de las instalaciones de la Fábrica de Arte Cubano. Lo acompañan tres de los músicos que participaron en la grabación de su primer álbum en solitario: el pianista y cineasta argentino Martín Guigui, el tecladista Mike Flanigin y el bajista Alex Garza. Muy pocos sa­ben lo que hay detrás de su espesa barba, criada cuidadosamente durante varias décadas, pero lo que no cabe duda es que allí, tras ese símbolo, aparece un músico que a sus 66 años no está dispuesto a quedarse con más dudas en el cuerpo y se ha lanzado a vivir una aventura que puso la sorpresa en el rostro de los más fieles seguidores de ZZ Top.

Con barba sobre el pecho, gafas oscuras, un pequeño gorro y un traje de motorista, Billy parece que de un momento a otro va a interrumpir la entrevista (realizada junto al locutor y vocalista Jua­nito Camacho) para largarse en una Harley Davidson como si fue­ra uno de esos tipos rudos que le sacaron fuego a la emblemática y ya extinta ruta 66, en Estados Unidos. Su voz es grave y ronca. Lle­va un anillo sobre el dedo y asoma una sonrisa en su rostro cuando le recuerdo que Jimi Hendrix lo consideró, hace 40 años, el guitarrista joven más prometedor de Estados Unidos.

Me siento humildemente honrado de ser parte de la historia del mundo en que está inmersa Cuba ahora, me siento muy honrado además de ser parte de ese acercamiento entre Cuba y Estados Unidos. Lo digo especialmente porque siempre admiré mucho la música y los músicos cubanos, dice Gibbons mientras se re­cuesta sin prisa sobre al asiento.

La mejor prueba de sus palabras es el disco Perfectamundo, un álbum con el que incursiona en los ritmos latinos y cubanos de una manera muy rompedora y original, aunque, por momentos, se percibe una influencia muy cercana de la obra de Carlos San­tana. “Con este disco quise honrar la influencia de la música cu­bana en los músicos estadounidenses de jazz y en otros aspectos de la música popular. Ha sido, a través del tiempo, una relación muy decisiva, y mi objetivo es que todos sepan de esa unión”, co­menta.

El músico presentó el disco con dos conciertos en el Festival Jazz Plaza, donde, claro está, tuvo que interpretar varios de los te­mas cumbre de su banda, como La grange. “A mis compadres de ZZ Top, Dusty Hilly y Frank Beard,  les gusta mucho este dis­co, porque ahora pueden estar de vacaciones”, bromea Gibbons mien­tras asegura que muy pronto vendrá con su banda nodriza a tocar en Cuba.

Obviamente pudiera parecer una broma decir que Billy Gib­bons tiene al dios del blues sujeto por la barba, pero nada más cerca de la verdad. De hecho la banda, que integra el selecto club del Salón de la Fama del rock and roll, se hizo grande por saber amalgamar, con credenciales propias, los sonidos del rock and roll y el blues y otros ritmos adyacentes como el country. Ciertamente en la música de raíz radica, para Gibbons, el secreto de la supervi­vencia.

“El blues es la columna de la música popular y nosotros nunca nos hemos separado de él. Por eso seguimos contando con nuestros fans”, responde con agilidad cuando le pregunto cómo se las han arreglado para seguir  en la carretera ante la invasión de una nueva ola de rock comercial.

La génesis de  Perfectamundo se puede encontrar hace más de cuatro décadas en Nueva York.“Mi padre, que conoció a Tito Puen­te, quiso que yo estudiara percusión con él y fui a conocerlo a Nue­va York. Él  se sintió muy inspirado porque descubrió que yo también podía tocar la percusión. Para Tito, si uno tocaba per­cu­sión, tenía que hacerlo perfectamente”, dice Billy quien de­muestra que aprendió bien las lecciones  en varios segmentos del disco.

El guitarrista también habla sobre su gira con Jeff Beck, sobre los secretos de sus canciones con sabor a taberna y carreteras,   pe­ro siempre vuelve los pasos sobre su relación con la música cu­ba­na. “Este proyecto ha sido muy importante para mí, insiste,  mientras confiesa que esta gira por Cuba es la parte fundamental de ese Perfectamundo que trajo a la isla al dueño de la barba más famosa del rock and roll.

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Alejandro dijo:

1

26 de diciembre de 2015

10:45:41


Genial el comentario. Creo que Billi Gibbons es un musico muy peculiar.

Jesus del Rio dijo:

2

26 de diciembre de 2015

20:42:33


ZZ Top sabe, y siempre lo supo, que como banda, si se despegan del blues lo van a perder todo. Mas alla lo que lo espera es el comercio crudo y sin compasion. Lo mismo que los cubanos con el son. Si se creen que la salsa es la razon de ser, se van a joder.