ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Silvio en la escena del teatro del Museo Nacional de Bellas Artes. Foto: Soca, Iván

Encuentros y desencuentros, búsquedas e imposibles, luces y som­bras. Canciones como la vida mis­ma. Silvio, el poeta, se revela nue­vamente en Amoríos (Ojalá Producciones, 2015) como esa criatura capaz de reflejar, desde sus vivencias personales, lo que mu­chos otros sienten y piensan.

Los 14 temas del más re­ciente álbum del trovador, puesto a circular por estos días, llegaron en su voz durante una íntima velada que tuvo lugar el pasado lunes en el pe­queño teatro del Museo Nacional de Bellas Artes. La misma sala que el primer día de julio de 1967 fue testigo del recital Teresita y nosotros, con el que los jóvenes poetas de El Caimán Barbudo, Wichy Nogueras, Iván Gerardo Campanioni, Félix Con­tre­ras, Guillermo Rodríguez Rive­ra, Fé­lix Guerra y Víctor Casaus honraban a la trovadora Teresita Fer­nán­dez y don­de Silvio interpretó, entre otras composiciones su­yas, La canción de la trova, declaración de su arte poética.

Amoríos tiene sus raíces en esa época. Aunque la realización del fo­nograma en los Estudios Ojalá co­menzó en mayo del 2014 y concluyó en septiembre del 2015, las canciones de más antigua data incluidas en el álbum se remontan a ese plazo de fecunda iniciación, cuando se hizo por primera vez evidente que el au­tor era portador de ideas auténticamente revolucionarias en el ámbito de la cultura musical de su tiempo.

Justamente Qué distracción  es­tá fechada en 1967. El trovador la de­dicó póstumamente al ar­gentino Ju­lio Cortázar y al poeta español Félix Grande, quienes la contaron entre sus favoritas. Es, sin lugar a dudas, una página imprescindible de la cancionística cubana. Cosa curiosa: más de una vez por aquellos años se la escuché a Silvio, sin embargo nunca la incluyó en su discografía. Co­mo tampoco las restantes que aparecen en el disco, si se exceptúa Óleo de mujer con sombrero, colocada aho­ra en el lugar que corresponde co­mo parte de la tetralogía Expo­si­ción de mujer con sombrero.

Ya que hablamos de esta obra, compuesta en 1970 y con una grabación inicial en los estudios de Prado, del Icaic, destinada para ambientar el Pa­be­llón Cuba, debe con­siderarse como una de las más desafiantes propuestas de Silvio, tanto por la complejidad de su discurso musical, como por su notable y transgresor impulso poético.

El joven que en la tercera pieza, Detalle de mujer con sombrero, se define como “enemigo de mí (…) y amigo de lo que he soñado que soy”, y se pregunta “qué me dará la vida, qué me dará el amor”,  es el que en la cuarta parte, Mujer sin sombrero, humanamente concluye: “Mi amor no ha sido tan tremendo / ni tan ancho / ni tan bello / ni tan triste / ni tan sabio / ni tan solo  ni tan loco / ni tan todo / ni tan nada. / Pero canta”.
Cada canción de Amoríos debe y puede hacer una pequeña gran historia, por lo que dicen y cómo lo dice el cantautor y sus compañeros de ruta, de acuerdo con la disposición, la sensibilidad y la experiencia de quienes las escuchen.

Particularmente me llama la atención la ma­nera en que el músico se mete en la piel del poeta: desde las reminiscencias del swing en Con melodía de adolescente hasta la exaltación juglaresca de Tu soledad me abriga la garganta, por cierto, un poema en prosa con estribillo; desde la sencillez  nostálgica de Que poco es conocerte hasta los efluvios de la rumba presentes en Día de agua.

Musicalmente la guitarra define la esencia trovadoresca. Pero en círculos concéntricos se van dibujando complementos indispensables, consensuados entre Silvio y el pianista y orquestador Jorgito Aragón: el color del vibráfono de Emilio Vega, la base rítmica aportada por el maestro Jorge Reyes en el contrabajo y Oliver Val­dés en la batería, y los precisos comentarios sonoros de Niurka González en la flauta y el clarinete bajo.

En el disco entran al ruedo en momentos puntuales Maykel Eli­zalde, el excepcional tresero de Tro­varroco; Anabell López en los coros, la voz y el violín de Tammy López Mo­reno, y las cuerdas de la Sin­fó­nica del ISA. Todo ello complementado por la excelencia técnica de Olimpia Calderón y Víctor Cicard y en la gráfica mediante las ilustraciones de José Luis Fariñas, el diseño de Leo Gómez y la fotografía de Gabriel Guerra.

Al final del viaje volvemos al comienzo para decirnos junto al poeta: “Una canción de amor que se mueve / fuera del odio, el miedo, el quizás; será de amor por si tú me quieres, / será canción por si tú te vas”.

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AARON ROMERO dijo:

1

24 de diciembre de 2015

20:00:10


EXCELENTE DIARIO CUBANO , LO SIGO DESDE SU EDICION IMPRESA YA MAS DE 20 AÑOS, Y DE EL MAESTRO QUE DECIR MAGNIFICO CANTAUTOR DE LA REVOLUCION, DEL AMOR Y TAMBIEN DEL DESAMOR , EN FIN TODO UN MAESTRO, FELICIDADES GRANMA

Daniel Masnú Jury dijo:

2

27 de diciembre de 2015

22:08:35


Hola!! Me gustaría saber si tienen noticias de algún recital de Silvio en Cuba (vamos a estar junto a mi compañera y mi hija Daniela y mi hijo Matías) entre los días 20 de enero y 4 de febrero... También me gustaría saber si saben de algún otro cantante de ese estilo que podamos ir a ver. Desde ya gracias y saludos!!! Daniel