ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Gastón Joya convocó a Omara para honrar a Lecuona. Foto: Yander Zamora

La alianza entre el pianista cubano Harold López Nussa y el saxofonista puertorriqueño David Sánchez es hoy por hoy una de las mejores co­sas que le puede pasar al jazz en su fecunda vertiente antillana.

En medio de las húmedas jornadas finales de Jazz Plaza 2015, la sala teatro del Museo Nacional de Bellas Artes recibió a estos músicos que exac­tamente hace un lustro dejaron por primera vez testimonio de sus in­tereses compartidos cuando Harold invitó al boricua para la grabación del disco El país de las maravillas. Justa­mente la obra Caminos, incluida en ese fonograma, abrió el concierto.

La base del trabajo de Harold es el clásico trío jazzístico: con Ruy Adrián en la batería y Gastón Joya en el contrabajo. La rigurosa formación académica del pianista sostiene la es­truc­tura del andamiaje sonoro que despliega en cada interpretación, asistido por músicos que más allá de asumir el sustrato rítmico imprescindible, no se avienen a fórmulas preestablecidas y aportan elementos que e­n­ri­quecen las texturas del discurso.

A partir de esa plataforma, resultó orgánica la inserción de Sánchez no solo como instrumentista sino también en su condición de compositor. Estamos en presencia de un artista que en la escuela de Rutgers asimiló las enseñanzas de Kenny Barron, Ted Dunbar y John Purcell, y luego se enroló en esa otra gran escuela que fue la Orquesta de las Naciones Uni­das de Dizzy Gillespie. En su palmarés aparece la conquista de un Gram­my en el 2005 al liderar la grabación del álbum Coral.

Sánchez ofreció dos muestras de su trabajo autoral: Olvidados, pieza dedicada a las víctimas del huracán Katri­na en Nueva Orleans, y Bru­mas, que sintetiza el espíritu afrocaribeño que nutre su estilo.

Harold le propuso versionar, a la manera de los estándares, la canción Contigo en la distancia, de César Portillo de la Luz. El joven pianista cu­bano tiene en este tipo de labor una de sus fortalezas, como lo de­mostró tem­pranamente con el disco Can­cio­nes (2007), para el sello Coli­brí. La obra de Portillo, desarrollada a partir de la con­­cepción clásica de te­ma con variaciones, posibilitó a Ha­rold y Sán­chez recorrer una paleta que transitó del más acendrado lirismo a una controlada explosión emocional.

En el fin de semana jazzístico, Gas­tón Joya se las arregló para protagonizar otra entrega de altísimos quilates: el concierto Hijos de la villa, en la sala Covarrubias. La villa en cuestión, don­­de creció el contrabajista, es Gua­naba­coa, con sus íconos Ernesto Le­cuona, Ignacio Villa (Bola de Nie­ve) y Rita Mo­n­taner, pero también con el recuerdo de la escuela de música Gui­llermo Tomás y especialmente de sus profe­sores Marcos Valcárcel y Gloria Suár­ez.

Gastoncito, en solos memorables, saca chispas y sentimientos a las danzas y las canciones de Lecuona, despliega un trío (junto al baterista Rod­ney Barreto y el pianista Rolando Lu­na, ambos en estado de gracia) que redimensiona Andalucía y convierte, con la colaboración del clarinetista Ernesto Camilo Vega en divertimiento Y la negra bailaba. Amplia y generosa descarga la del final, con la inclusión del trompetista Julito Padrón, en Para Vigo me voy.

Otros clásicos de Lecuona también iluminan la noche: El pianista Ernán López Nussa discurre con Gas­­tón por un filón neoimpresionista en la danza A la antigua, mientras la única e irrepetible Omara Portuon­do recrea la melodía de Siboney. Una Omara que trae a la memoria a Rita Montaner, al entonar a capella la canción elegíaca que Portillo de la Luz dedicó a la cantante y actriz.

Bola de Nieve llegó a escena por vías insospechadas. Gastoncito confió a Daymé Arocena la  interpretación de Mesié Julián, de Armando Oréfiche,  e invitó a otro guanabacoense, David Torrens  a compartir su in­tensa versión de Vete de mí. En am­bos casos el público levitó.

No debe pasarse por alto la experiencia registrada por el fundador del festival, Bobby Carcassés, al comparecer en la sala Raquel Revuelta el último viernes, con dos músicos nortea­me­ricanos, Camila Celin y Eron John­son que ejecutan instrumentos clásicos de la India: cítara y tambura. Me­diante un inteligente diálogo intercultural, Bobby colo­­có su propia tradición en el vórtice de atrevidas improvisaciones, que dieron cuenta de una poética luminosa.

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Orlando dijo:

1

22 de diciembre de 2015

09:04:16


Omara gracias por existir , la novia de Cuba, la Diva de la canción cubana, cada festival gana en brillo con tu presencia, no se equivoca Pedro de la Hoz gran conocedor de tu música , al decir que encarnas el recuerdo de las mas grandes figuras de la canción cubana , es un lujo contar con tu presencia,muchas felicidades para ti y que continúes dando alegrías a este pueblo que te ama.

notengo dijo:

2

22 de diciembre de 2015

09:19:36


Estimado Pedro:Excelente entrega la de Gastón Joya, todavía hoy, estoy emocionada por la actuación de todos, excelente también los hermanos Pacheco, donde el teatro se quedó pequeño para esos grandes artistas. Que grandes músicos se han formado en Cuba.Tengo la preocupación sobre la excesiva reserva que hace el teatro Mella de asientos, para el Festival de Jazz y después se quedan asientos vacios o se venden a última hora y nos quedamos fuera los que tratamos de reservar con tiempo.