El virtuoso pianista Cecilio Tieles confirmó con su actuación en la Basílica Menor de San Francisco de Asis el por qué su concierto era uno de los más esperados dentro de la programación del XXVIII Festival de La Habana, de Música Contemporánea de La Habana.
El maestro Tieles, con su técnica depurada y musicalidad, aprovechó, como acostumbra hacer en todos los escenarios internacionales que se presenta, dígase de España, Estados Unidos o Ecuador, para dar a conocer las voces de los más actuales compositores cubanos.
Lo hace por amor a su tierra y su música, pues su amplia y sólida formación le ha permitido recrear un repertorio vasto y variado de obras de todos los tiempos, desde el siglo XVII hasta la contemporaneidad,
En esta ocasión tocó dos obras, una de Orlando Jacinto García, destacado compositor cubano radicado en Estados Unidos, titulada Oscurecimiento gradual, y Diurno y postludio de Juan Piñera.
Previo al concierto, en los jardines de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, el maestro Tieles había explicado a Granma Internacional algunas características de ambas obras.
“Creo que son dos obras muy interesantes, dos estilos totalmente distintos. Ambas se distinguen por un lenguaje contemporáneo puro muy cercano o comprensible para el oyente. La de Orlando Jacinto es una obra que la contemporaneidad está en los sonidos largos que se extienden en el espacio y el tiempo. La obra de Piñera está escrita genialmente para la mano derecha y con la ironía que lo acompaña. Scriabin, sobre la cual esta basada, compuso cuando tuvo problemas con su mano derecha, Nocturno y Preludio para mano izquierda. Entonces Piñera ha hecho para mano derecha un Diurno y un Postludio. Una obra muy lograda que he tocado en Estados Unidos, en Madrid y Barcelona con mucha aceptación. Quise exponer dos personalidades, uno vive en Miami y otro en La Habana, y que nuestro público conozca sus músicas”.
¿Cómo se ve lo cubano en esas obras? “Has tocado una cuestión muy importante. Tengo un libro que llamo del euro negro, es que a veces nuestra cultura se ve demasiado esquemática y si no hay el aspecto africano ya no suena tan a cubano. Y el mismo Fernando Ortiz, para recurrir a una autoridad, habló de una música euro cubana. Somos un ajiaco, pero no debe oscurecer la complejidad. No se puede medir de una manera unilateral. ¿Dónde detectas la cubanía? Es algo que hay que matizar. La cultura cubana es muy rica”.
¿Hace alguna diferencia desde el punto de vista técnico cuándo aborda música clásica o contemporánea? “No es distinto porque cuando un profesional aborda la ejecución, pues tiene en primer lugar tratar de desentrañar lo que cada uno quiere decir y tratar de estudiar al máximo, lo que en cierta manera condicionó esa obra y creo que es valido para todo. Por otra parte la música contemporánea tiene la característica que tu empiezas a crear tradición, que no es nada mas que la consagración de ciertos rasgos que van perdurando. Nosotros vamos creando tradición con toda la música, cuando haces una obra moderna o contemporánea inicias ese camino. Beethoven o Liszt fueron creando una base y empezó un estándar de tradición. Esa es la complejidad de la obra contemporánea, tu no sabes como va a ser, tu das tu versión y luego viene otro y hace otra cosa distinta. Esa es la diferencia. Y después otra cosa, las obras llamadas clásicas las llevo estudiando hace 40 años, mientras las nuevas, por ejemplo Oscurecimiento total, hace ocho meses que la toco. Es muy importante conocer la obra contemporánea y estudiarla”.
¿La relación del público con la música contemporánea? “Hay que componer de cara al público. El compositor ahora busca más la comunicación. Aquí en Cuba está Leo Brouwer por ejemplo, que su prestigio y su fama provienen porque comunica, su música ha sido siempre regida por la voluntad de comunicarse. También, Juan Piñera, Roberto Valera, Harold Gramatges, haría la lista interminable, pero hay otros. El divorcio entre el público y el compositor se va superando, y los intérpretes, que estamos en el medio, tenemos que tener en cuenta al público. Tienes que tocar obras que le gusten al público, porque si no van a tu concierto no vives. Tengo que tocar con un gancho. Si toco musica experimental pura lo hago para un cenáculo”.
¿Nos da su valoración del Festival? “Lo valoro altamente. Se hace musica magnífica. Hemos pasado la etapa de la vanguardia, de la búsqueda, de la experimentación, el criterio tiene que ser el público, sin caer en comercialismo ni demagogia, pero, ¿para quien compone uno, para quien toca? Tocar para cuatro-cinco amigos, no es el objetivo. La música tiene una función emocional y que los códigos que uno utilice estén en contacto y a veces nosotros olvidamos eso —, y no solamente en Cuba—, y hacemos demasiado abstracto, o demasiado comercial y hasta vulgar. Aquí lo estamos denunciando, porque es contradictoria con la cultura cubana, que es una cultura refinada”.
Cecilio Tieles (La Habana, 1942), además de un celebrado pianista, es un gran pedagogo e investigador y como parte del Festival ofreció una conferencia en la Biblioteca Nacional sobre la figura del compositor, pianista y pedagogo cubano Nicolás Ruiz Espadero (La Habana, 1832-1890).
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