ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Obra de Carlos Garaicoa en una Expo en el Centro Wifredo Lam. Foto: Desconocido

Con 25 años de existencia, la Galería Continua acaba de instalar en una de las esquinas de la habanera Plaza de la Catedral, una exposición. Espacio auspicioso el del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, institución que organiza las Bienales de La Habana. El espíritu del evento, que tuvo su más reciente edición este año, se prolonga en las obras desplegadas ahora en el recinto. Autores legitimados por circuitos que comenzaron siendo experimentales y hoy, de algún modo, resultan canónicos del estado del arte. Pensamiento y acción en discursos artísticos que informan de una renovación estética que nos plantea la posible existencia de una nueva utopía en tiempos de crisis y superación de las llamadas estéticas posmodernas.

Esta exposición —saludo al espacio abierto por Galería Continua en el antiguo cine Águila de Oro, en el Barrio Chino de La Habana, hoy con una exposición de artistas cubanos que próximamente comentaremos— es el resultado de la iniciativa de los italianos Mario Cris­tiani, Lorenzo Fiaschi y Maurizio Rigilio, quienes en 1990 desde San Gimignano soñaron con una red de espacios que contribuyeran a descentralizar los circuitos artísticos establecidos y crear “una ciudad ideal fundada en el arte y ca­da forma de expresión”.

Los cinéfilos cubanos tuvieron hace pocos días una visión inusitada de San Gimignano. En la película de Franco Zeffirelli, Té con Mu­ssolini, proyectada por Multivisión, era la pe­queña villa donde fueron confinadas las damas inglesas, residentes en Florencia, por orden del régimen fascista. El gesto de aquellas mujeres, que se ataron a las torres de la ciudadela para que los bárbaros nazis no las dinamitaran, encuentra una prolongación simbólica en la iniciativa de estos hombres de hoy que aspiran a que el arte no sea un coto elitista. Jorge Fer­nández, director del Centro Lam y co-curador de la muestra, suscribió esa intención al subrayar cómo Continua suma “25 años de criterios transgresores  en la manera de relacionarse con las producciones emergentes del arte, sin dejarse arrastrar por el facilismo inevitable al que fuerza el mercado”.

En ese tiempo, Continua, además de su sede inicial en San Gimignano, ha fomentado galerías en Beijing, Les Moulins, en las afueras de París, ha llevado el proyecto Arte all’ Arte a una docena de ciudades italianas y la más reciente en La Habana.

Para la exposición del Centro W. Lam, la galería convocó a 16 artistas internacionales que en su mayoría concibieron sus trabajos pa­ra ser situados en la institución habanera. Va­rios de ellos, como Daniel Buren y Mi­che­lan­gelo Pistoletto, reiteran contactos con el público cubano, en virtud de sus participaciones previas en las Bienales de La Habana. En la actualidad se cuentan entre los más cotizados y bendecidos por la crítica, lo cual no quiere decir que sean intocables ni que sus propuestas se tornen impecables.

Eso sí, ninguno ha perdido la capacidad de la sorpresa. Unos por la vía de la máxima concentración conceptual, como el chino Ai Weiwei con sus esposas de madera pulida, los rusos Ilya y Emilia Kabakov al dibujar en una pared en blanco la frase We are ready to fly (Estamos listas para volar) con diminutas moscas de plástico; el egipcio Moataz Nasr quien traza limpios símbolos amatorios con hojas de tabaco; y el camerunés Pascale Marthine Tayou al incrustar en la fachada huevos polícromos de alabastro. Daniel Buren ocupa una sala con Idéepour une sale.

Otros consiguen una inquietante formulación espectacular, de connotaciones escenográficas, como el italiano Jannis Kounellis con su sa­la de viejas máquinas de coser; el argentino Leonardo Erlich y el misterio de sombras y luces de sus puertas; y el chino Chen Zhen quien cubre de una pátina de arcilla objetos en­contrados al azar en una especie de rito purificador.

Puede parecernos mastodóntica la propuesta del italiano Michelangelo Pistoletto con El laberinto y el gran pozo, por el despliegue de cartón corrugado que ocupa la segunda planta hasta que se descubre un falso espejo de agua ingeniosamente colocado al fondo de un elemento circular. O demasiado evidente el amontonamiento objetual que da lugar a la fuente del indio Subodh Gupta. Pero nadie negará el poderío de sus metáforas.

Un artista kosovar suspende finas luminarias de un arado colgado del techo: Sislej Xhafa tensa de ese modo la cuerda que separa lo que se quiere y lo que se puede.

El argelino Kader Attia mezcla ingenio y solidaridad en una instalación efímera; en las guías telefónicas de todas las provincias de Cuba ha subrayado los nombres Argelio y Ar­ge­lia. Cryingform, rising simbol, una estrella que chorrea cordones de zapatos multicolores, es la obra del jamaicano Nari Ward.

Como una especie de anfitrión está el cubano Carlos Garaicoa. Un nivel de lectura sofisticadamente intelectual debe llevar al espectador a razonar sobre la oposición entre orden y caos. Yo me quedo con la impresión que producen los martillos que forman la pieza al ser distribuidos en el espacio: la del arte como parte de una necesaria construcción cultural, premisa defendida por Galería Continua a su paso por el mundo.

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