
Boleros fusionados con otros géneros, trova, huapangos, valses peruanos, tangos, temas afroperuanos, brasileños, una mezcla de toda la música latinoamericana en la voz privilegiada de Tania Libertad, en un entrega absoluta.
La sala Avellaneda del Teatro Nacional “que me trae tantos recuerdos” —dijo la cantante peruana radicada en México de regreso en La Habana tras 21 años de ausencia— acogió el excepcional concierto, de casi dos horas y media, que ella ha regalado gracias al IV Encuentro de Voces Populares, presidido por la cubana Argelia Fragoso bajo el slogan Las voces que nos unen.
A lo largo de la función (2 de octubre) Tania Libertad estremeció en cada número, cuidadosamente seleccionado, y fue a su vez recompensada con continuas ovaciones y, gritos de bravo por los mas entusiastas.
Sin duda una de las mejores entre las grandes del continente, llegó con tres músicos, que sonaron como una sinfónica con gran coro incluido (dos tecladistas cubanas Sonia Gornuchet y Caridad Herrera, y un percusionista peruano Juanchi Vásquez).
Comenzó abriendo caminos, con un canto a Eleggua, una de las deidades de la religión yoruba de raíces africanas, y fue muy coloquial a lo largo del concierto (incluso más que en la rueda de prensa en el hotel Capri), aunque dijo no saber hacer chistes ni discursos cuando en el mismísimo inicio el sonido falló.
Jocosamente apuntó entonces, que seguro se trataba de la presencia, desde la ausencia, del gran compositor cubano César Portillo de la Luz (La Habana 1922 -2013), con quien “compartí instantes especiales, descargas, en mis 17 viajes a Cuba en las décadas de 1970 y 1980”. De Portillo interpretó la muy conocida Tu mi Delirio.
“La primera vez que vine fue en el año 76 a Santiago de Cuba, al primer Festival de la Canción Política. A partir de ahí hice una serie de visitas en las que participé en varios festivales de Varadero, conciertos en el teatro Karl Marx… He estado en Matanzas, en Santiago y muchas otras ciudades cubanas y conocí aquí a todos los grandes de la época Mercedes Sosa, Caetano Veloso, Chico Buarque, Maria Bethania”.
Aseguró que le fue muy difícil elaborar una suerte de compilación para traer, pues en el lapso sin encuentros con el público cubano, su repertorio mucho a cambiado.
Sin embargo tenía donde escoger y apostó al seguro. De los argentinos Fito Páez, el sobrecogedor tema Yo vengo a ofrecer mi corazón, y de Facundo Cabral, No soy de aquí, ni soy de allá; de los españoles Joaquín Sabina, su adaptación de Noches de bodas, y de Joan Manuel Serrat, “con quien cantaré a mi regreso a México”, Fiesta.
De su disco número 42, Por ti y por mí, seleccionó Fallaste corazón, del mexicano Cuco Sánchez, y de otros grandes de la tierra de los aztecas, Costumbres, de Juan Gabriel, y Por debajo de la mesa, de Armando Manzanero, con quien ha grabado tres álbumes, y como al pasar apuntó “tengo entendido viene pronto a Cuba”…
En su diálogo con el público que abarrotó la Avellaneda, compartió que su abuelo era brasileño, de Manaos, y quería entonces cantar, nada menos que Eu sei que vou te amar, del poeta y compositor Vinicius de Moraes, (con conocidas versiones de Simone y hasta El Cigala), y lo hizo en el portugués original.
“Mucha gente me advirtió que si no iba a cantar El primer amor, ni viniera”. Es un tema de Pablo Milanés que grabaron a dúo en 1987 y Tania Libertad calificó de lindo el recuerdo de su estancia en La Habana para filmar el video clip.
Ojalá, mítica pieza de Silvio Rodríguez, levantó al público, que por primera y única vez en el concierto la acompañó a coro, como acostumbra a hacerlo con el propio Silvio y de la enorme/ pequeña francesa Edith Piaf hizo su propia versión al español del conmovedor Himno al amor.
Con su voz intacta, Tania Libertad, a petición del público, interpretó La mulata, del cubano Alberto Tosca, aunque “esa no la ensayamos” y no podría haber faltado La Flor de la canela, ambas a cappella.
Alfonsina y el mar (música Ariel Ramírez y texto de Félix Luna, grabada por primera vez por Mercedes Sosa en 1969), fue reiteradamente solicitada y llegó para un cierre espectacular. Luego de unas dos horas de concierto, la cantó, otra vez a capella, primero con el micrófono bien alejado, como casi siempre a lo largo de la noche, y luego, a voz limpia, estremeciendo al teatro.
Tomo otros versos de Fito Páez: Y uniré las puntas de un mismo lazo/ Y me iré tranquilo, me iré despacio/ Y te daré todo y me darás algo…
Un “algo” devenido cariño, pasión y agradecimiento por un concierto formidable, preparado para este público cubano por Tania Libertad desde su enorme repertorio, el que —tal con ella afirmara— sigue siendo el que le nace del alma.
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