ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Alexis Díaz Pimienta y Jorge Drexler compartieron escenario Foto: Yander Zamora

Hay muchas historias por contar que se han extraviado en  los agujeros de la historia y Jorge Drexler sabe que existen, que necesitan ser escritas, que no pueden (o no deben)  quedar olvidadas ante el paso  del tiempo. El nacimiento de esas  certezas viene de una profunda observación del mun­do y de sus márgenes que lo lleva a escribir canciones que se resisten a la muerte de toda esperanza y cargan con la seguridad de que, aunque algunos no lo crean, una canción  marcada por la búsqueda espiritual  puede recuperar los sueños perdidos y cambiar, finalmente, el curso de la vida y de sus acontecimientos.

Nacido 1964  en Uruguay y radicado en Ma­drid desde hace algunos años,  Drexler no andaba muy seguro de que sus canciones, alejadas de los lugares comunes y en las que la belleza cobra protagonismo por encima de todo, hubieran calado en el público cubano. Lo confesó con esa personalidad humilde y cercana durante su semana en Cuba que fue coronada por un extraordinario con­cierto en el teatro Nacional. No hubo mejor confirmación de su pegada en la isla. El uruguayo alcanzó el lleno y, aunque desde hace años se ha  acostumbrado a llenar estadios, se sorprendió de que cientos de personas conocieran al detalle sus canciones. De hecho el primer Drexler que apareció era un mú­sico dispuesto a complacer al público y a entregar varias de las canciones que lo han consagrado.

Drexler no se limita a cantar sobre el escenario. También le gusta hablar.  Y mucho. El músico con­versa sobre su estadía en Cuba, sus músicos y sus expectativas cumplidas. Y tras un primer momento  a solas con su guitarra llamó a la banda que lo acompaña durante sus giras por medio mun­do, compuesta por músicos es­pañoles, italianos y argentinos. En sus giras actuales su repertorio está conformado por los temas de su nuevo disco Bailar en la cueva, que marca un punto de giro en su repertorio al incorporar un sonido más bailable. En Cuba, en cambio, colocó temas de otros discos como Eco, Sea Amar la trama y 12 segundos de oscuridad, álbumes que lo revelaron como un cantautor que  ha­bla con su época, y confirma que hay mucha gen­te deseosa de escuchar canciones perfectamente elaboradas y bien es­critas co­mo son los temas del uruguayo.

Jorge sabe que los tiempos no son los mismos en que la canción de au­tor tocó sus mayores glorias. Pero para él la sensibilidad y la poesía también pueden ser las banderas de otras revoluciones espirituales como las que empujaron los  años 60. No lo explicó con todas las letras en la cordial charla que mantuvo con el público,  sino que la muestra a plenitud en sus canciones, que tocan las fibras de aquellos que han aprendido la dura tarea de vivir sin olvidar a los que tienen al lado, y mueren cuando pasan demasiado tiempo alejados de alguna de esos temas de varios cantautores, que, aunque transcurra  el tiempo y se derriben viejos mitos, nos recuerdan las verdaderas sustancias de las que estamos hechos.

Mi guitarra y vos es un título ma­yor en su repertorio. Cuando sonó so­bre el escenario muchos lo cantaron a voz en cuello; otros eligieron callar y vivir el ritual en silencio re­cordando sus propias tramas y desenlaces  y curando, si se puede, algunas de esas heridas que se abren a lo largo del camino. Antes habían so­nado otros como So­ledad, Mi­longa del moro ju­dío, Al otro lado del río, Fu­sión, De­seo, Cau­sa y efecto, que también embelesaron a la audiencia.

En varias ocasiones Drexler se declaró admirador del repentismo y de la música cubana, incluso reveló que había pasado  una de sus tardes en La Habana junto a un puñado de repentistas. Y uno de los máximos ex­ponentes de esta disciplina en Cu­ba lo escuchaba desde uno de los rincones del teatro. “Me gustaría invitar a mi maestro Alexis Díaz Pimienta” sol­tó el uruguayo y el escritor y repentista subió al escenario para protagonizar uno de los momentos  cumbres de la noche al improvisar varios sonetos junto a su anfitrión y a partir de las pa­la­bras que le lanzó el público. Casi na­da.

Jorge podía pasarse toda una no­che sobre el escenario. Se le vio dispuesto a complacer a todos los que gritaban desde allá abajo y reclamaban con ahínco algunas de las canciones del uruguayo. Disneylandia, Sal­va­pan­tallas, se escuchaban con fervor  des­de los  asientos y el cantautor  to­ma­ba nota.Pero también se regaló la oportunidad de cantar el clásico Con­­tigo en la distancia, de César Por­tillo de la Luz.

Drexler se despidió con Bolivia en lo que parecía ser el final del concierto pero se vio obligado a regresar ante la ola de reclamos de los espectadores.Entregó como cierre Bai­­lar en la cueva y La Luna de Rasqui y Bo­li­via. En uno de sus temas  Jorge Drex­ler canta que hay infinitas palabras y de a poco las va nombrando:  Zen, gol, bang, rap, Dios, fin. Pero des­pués de este concierto no hay mucho margen pa­ra el error: Jorge fijó nuevos ho­rizontes en su relación con la mú­sica cubana y seguramente, para traducir la emoción que como dijo le provocó su primer viaje a Cuba, co­lo­que nuevas palabras en su lista in­ter­minable.

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Mabel dijo:

1

5 de octubre de 2015

08:25:30


Muchas gracias Dexler por habernos visitado!!! Aunque no pude ir al concierto estoy muy feliz por los cubanos que pudieron disfrutar de tu arte en vivo. Yo no tengo guitarra, pero comparto con mis amistades el hecho de que te tenemos a vos.

Ivonne Cubides dijo:

2

5 de octubre de 2015

10:38:50


Este cantante es inspirador. Qué bueno que en Cuba lo puedan disfrutar.