ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Roberto Valera, compositor y director orquestal. Foto: Yander Zamora

La temporada 2015–2016 de la Orquesta Sinfónica Nacional quedará abierta el próximo domingo 6 de septiembre a las 11:00 a.m. en la sala Covarrubias, con la presencia en el podio del maestro Roberto Valera.

Considerado como uno de los más notables compositores cubanos del último medio siglo, en esta oportunidad Valera no incluirá algunas de sus creaciones en el programa, sino dedicará la jornada a reconocidos autores europeos de Aus­tria, España y Rusia.

En una oportunidad confesó que su dedicación a la dirección orquestal se debía no solo al interés por promover la obra de sus compatriotas y la suya propia, insuficientemente jerarquizada en la difusión de la mú­sica de concierto, sino también para compartir con el público su visión particular sobre determinadas partituras que se interpretan o graban con frecuencia.

Valera asumirá en el inicio la Sin­fonía en Do Mayor no. 41, de Wolf­gang Amadeus Mozart, bautizada como Júpiter por un empresario mu­sical alemán que apodó la obra con el nombre del dios supremo de la mitología romana para subrayar el su­puesto carácter triunfal, magnánimo y solemne de la partitura.

A fin de cuentas resultó la última creación sinfónica de Mozart y en las notas que introducirán el programa dominical el guitarrista y compositor Luis Manuel Molina señala entre sus virtudes la ruptura por primera vez de varias reglas de la sinfonía clásica y la anticipación, en el movimiento final, de ciertos rasgos desarrollados después por Beetho­ven y Brahms.

La segunda suite de El sombrero de tres picos, del español Manuel de Falla, compuesta en 1916 como par­te del ballet homónimo, se halla asociada a tres nombres míticos de la vanguardia artística que irrumpió en el siglo XX: Sergio Diaghilev, crea­dor de los ballets rusos; el coreó­grafo Leonide Massine (La consagración de la primavera), y nada menos que Pablo Picasso encargado de los decorados. Tras la apertura con la Danza de los vecinos, la suite prosigue con Danza del molinero y cierra con una exultante jota en la Danza final.

Rusia aparecerá en la parte conclusiva del concierto, mediante Mas­­carada, de Aram Jachaturian, y Mar­cha eslava, de Piotr I. Chai­kovski. La primera de estas piezas retoma la música incidental escrita por Jacha­turian para la puesta en escena por la compañía Vajtángov en 1941 de la obra homónima del poeta, novelista y dramaturgo ruso Mijail Lérmontov, cuya fama como autor romántico solo es sobrepasada por la de Alexan­der Pushkin. El vals con que se inicia la suite constituye una de las más populares y versionadas partituras de este compositor nacido en Geor­gia, de origen armenio, y figura de gran renombre en la cultura soviética.

También dentro de la llamada mú­sica descriptiva, como la ya men­cio­nada de Jachaturian, se inscribe la Mar­cha eslava, de Chai­kovs­ki. Es de esas obras cuya audición genera, por sus características rítmicas, la exaltación anímica del público.

A Valera debemos esta selección apetecible y agradecida, con el de­seo de que vuelva al podio lo más pronto posible con alguno de los hitos de su propia cosecha sinfónica.

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Roberto Leyva Cuesta dijo:

1

4 de septiembre de 2015

22:16:55


saludos a Roberto Valera. es un manantial de sabiduría musical, mucho que aporta a la música cubana y a la enseñanza musical