ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Momento de la gala en el teatro Martí. Foto: Cortesía del autor

No solo por lo que ella ha dicho —la propiedad rítmica de sus composiciones, la riqueza melódica, la incitación permanente a la dan­za—, sino por lo que comparte —una sensibilidad común en el mo­do de apresar la respiración insular—, Alicia Alonso siente por Ernesto Lecuona una devoción par­ticular.
De ahí que la dedicatoria el pasado fin de semana de una gala del Ballet Nacional de Cuba (BNC) a la memoria del músico, en vísperas del aniversario de su nacimiento en Guanabacoa (6 de agosto de 1895) se nos presente como el renovado testimonio de una larga cercanía espiritual.

La elección del escenario no fue casual. Amén del dato de que por primera vez después de su restauración el BNC bailaba en el teatro Martí, hay que recordar que en ese foro Lecuona dejó huellas perdurables de su quehacer lírico musical.

En las documentadas investigaciones de Enrique Río Pardo, quien atesora el más detallado conocimiento de la historia de la zarzuela cubana, se puede seguir la bitácora lecuoniana en el Martí, que comenzó con las partituras que en plena adolescencia tributó en 1909 para las revistas Cuadros nacionales, El banquete del gallego y Fantasía tropical.

Nadie ponga en duda el temprano genio del compositor puesto que La comparsa, una de sus más célebres obras, escrita en 1912 a los 17 años de edad, parece el fruto de un autor hecho y derecho.

Ya dedicado profesionalmente al ámbito escénico musical, a partir de 1919 Lecuona sería una presencia frecuente en los programas del Martí. Allí fue precisamente donde se estrenó una de las obras que junto a María la O han alcanzado una jerarquía mayor en su producción, Rosa la China. El suceso, protagonizado por la compañía Suárez-Rodríguez y con la soprano mexicana Elisa Altamirano en el papel protagónico (sí, la misma primera Cecilia, de Gonzalo Roig) aconteció el 27 de mayo de 1932. Por cierto, en el elenco figuraba Candita Quin­tana, cuya trayectoria es consustancial a la historia de ese teatro.

El compromiso personal de Ali­cia con el legado de Lecuona se puso de manifiesto en la ejecución de tres obras coreografiadas por ella. La más curiosa de estas se titula La commedia é… danzata, ob­via paráfrasis de la desgarradora línea final de la ópera Los payasos, del italiano Ruggiero Leoncavallo.

Sobre la escena, un retablo de los personajes típicos de la Commedia dell’ Arte —Colombina (Patricia San­tamarina), Arlequín (Yankiel Váz­quez), Pierrot (Adrián Mas­vidal), Pantalón (Ernesto Díaz), Doctor (Maikel Hernández)— que cobra vida —y he aquí lo interesante— mediante seis piezas de Le­cuona para piano, una sola de ellas tangencialmente vinculada al tema del ballet, Polichinela (1926), las cuales, sin embargo, encajan a la perfección en la refrescante trama.

Impromptu Lecuona moviliza a buena parte del elenco de la compañía en un diseño coreográfico de transparente progresión geométrica —un crítico de danza, que no es mi caso, me llamó la atención sobre lo que considera un buen momento del cuerpo de baile—, a partir de las grabaciones de dos excelentes versiones orquestales —nada menos que dirigidas por el maestro israelo-argentino Daniel Barenboim— de sendas danzas paradigmáticas del catálogo lecuoniano; La comparsa y Malagueña.

Otra manera en que Alicia enlaza con el homenajeado es a través del recuerdo de una de sus grandes intérpretes vocales, la inolvidable Esther Borja. Concebido originalmente para el centenario de la cantante en el 2013, A la luz de tus canciones conjuga un solo, tres dúos y un final con 11 bailarines en un supuesto café de encuentros ro­mán­ticos, arropados por la voz irrepetible de Esther en piezas de Le­cuona (En la noche perfumada y, desde luego, Damisela encantadora), Orlando de la Rosa y Adolfo Guzmán, de quien escuchamos una canción con texto de José Án­gel Buesa, Lloviendo, que se echa de menos en el repertorio de los jóvenes que aspiran a cantar.

Si bien estas fueron las contribuciones personales de Alicia, hay otras en las que su hálito inspirador es evidente. En el repertorio del BNC, Tarde en la siesta es un clásico, nuestro grand pas de quatre por excelencia, tanto por la coreografía de Alberto Méndez y los diseños de Salvador Fernández, como por el recuerdo de su elenco original: Mir­ta Pla, Marta García, Ofelia Gon­zález y María Elena Llorente, referencias para el esforzado trabajo interpretativo que ahora acometen Estheysis Menéndez, Gabriela Me­sa, Adarys Linares y Chanell Ca­brera, para danzar con el piano de Lecuona, en una grabación registrada por él mismo en 1955, toda una lección de estilo.

Luego, de nuevo el teclado como protagonista, esta vez en vivo (Frank Paredes) con Cuba dentro de un piano, de uno de los más aventajados y talentosos coreógrafos de la nueva generación, Eduar­do Blanco. Es el piano cubano antes, junto y después de Lecuona: Saumell y Cervantes de una parte y Harold Gramatges de otra. Pudie­ran haber sido más: a lo lejos, por solo citar un nombre, Nicolás Ruiz Espadero, y mucho más cerca Félix Guerrero, Gisela Hernández, Ro­ber­to Valera, Leo Brouwer, Juanito Piñera, Andrés Alén, José María Vitier, Frank Fernández, Aldo Ló­pez Gavilán… Pero con los que están, la pianística cubana se halla muy bien representada con Le­cuona en el centro.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.

Robert dijo:

1

4 de agosto de 2015

03:22:23


Es un asunto verdaderamente agri/dulce la manera en que la BNC sirva como cantera para otros ballets del mundo. ¿Cuándo vamos a ver jóvenes bailarines inculcados con un sentido de agradecimiento y lealtad hacía la patria cubana?

javiernardo dijo:

2

4 de agosto de 2015

06:49:03


Muy merecido este homenaje al mas grande e insigne musico de Cuba del siglo xx seria de mucho provecho que se televisara este homenaje.Con Lecuona al centro pues muchos jóvenes de hoy desconocen toda la estensa hobra de el mas grande de los músicos de cuba de la mitad del siglo pasado abunda en las redes sociales e internet mucho de sus trabajos pero no todos tienen esta posibilidad de acercarse a este súper talento tanto músico como ejecutante Lecuona nos lleva de su mano a arrollar con la comparsa nos recorre por nuestra geografía cuando a vigo se va y nos extrapola a España ante el Escorial y nos pasea por Malaga de su propia mano... Gracias Alicia lloro lejos de mi patria por no poder estar en el gran teatro Marti.Muchas gracias

Lissette dijo:

3

4 de agosto de 2015

06:54:24


Que lástima que toda esta maravilla cultural solo se desarrolle y se pueda disfrutar en La Habana.El gran Lecuona como otros grandes de nuestro arte deben ser reconocido por todos los cubanos desde edades tempranas.Incluirlas si aún no están en alguna asignatura así como nuestros bailes tradicionales.La cultura debe comenzar por casa.

krolina dijo:

4

4 de agosto de 2015

16:45:21


Tuve el privilegio de estar el sábado 1ero en tan lindo espectáculo; si bien es emocionante ver un ballet en vivo, con jóvenes figuras, con una música tan bella, más lo es poder ver y aplaudir a la Gran Alicia que estuvo presente y al final del espectáculo subió al escenario a saludar al público y a sus alumnos..Larga vida para ella y al nuestro Ballet!