
María Teresa Pina nunca pensó en la actuación hasta que descubrió “por casualidad” el teatro. Hoy en día es uno de los rostros más populares de la pantalla y, además de facturar sus interpretaciones con un sello muy personal, es reconocida por muchos como una actriz de carácter, dueña de una gran personalidad. Sin embargo, lo que pocos pueden saber es que esta mujer es —por sobre todas las cosas— una criatura inteligente; una persona con la capacidad de llevar el análisis o la exposición de una idea hasta sus últimas consecuencias, de asumir una filosofía optimista de la vida y explorarla en sus más disímiles e insólitas posibilidades.
Se considera a sí misma una actriz eminentemente stanislavskiana porque, “en su humilde opinión, si el actor no se entrega, no usa el método de las acciones físicas, si no va de lo personal al personaje, de lo general a lo particular y del consciente al subconsciente, nunca va a dar con lo que es la entrega de un personaje”.
Tiene 53 años, aunque no los aparenta, y se define como una persona estoica de actitud y apasionada por su pareja, el locutor Niro de la Rúa, con quien comparte su vida desde hace ocho años. Posee fe absoluta en el ser humano y en su mejoramiento; odia la mediocridad; y cree que la superación y el aprendizaje son indispensables, especialmente en el mundo de la interpretación.
“En un actor tiene que ser febril —dice—, yo aprendo todos los días de la buena actuación”.
Sencilla, buena conversadora y siempre sonriente accede a responder todas las preguntas en esta nueva entrega de Telón de Fondo.
—¿Por qué quiso ser actriz?
—No quise ser actriz, a mí me sorprendió la actuación. Yo trabajaba en una clínica de técnica dental y un día fui a supervisar a mi hermana menor Silvia, que era la que estaba en el grupo de aficionados, y descubrí el teatro. Entonces me dije “esto es lo que yo quiero hacer”.
—Estudió y trabajó durante 15 años en el grupo de teatro de su natal Ciego de Ávila. ¿Cuánto le aportó esa experiencia?
—Fueron años de aprendizaje, de golpes, a veces, de frustraciones, equivocaciones, de fracasos, de triunfos pero esa experiencia fue necesaria para aprender.
—¿Es cierto que practicó deportes?
—Sí, muchísimo. Practiqué esgrima, voleibol, baloncesto, tenis de mesa, un poco de judo y ajedrez también.
—¿Y toda esa preparación física le sirvió de algo en la actuación?
—La gente no puede imaginar cuán importante es la preparación física para un actor. Cuando voy a hacer fisioterapia, que la hago de vez en cuando porque los años te pasan la cuenta, me preguntan por mis lesiones. Es lógico — les digo— son a causa del teatro. He tenido fracturas, hernias cervicales y eso que me he preparado mucho físicamente y sigo haciéndolo todavía.
“La gran tirana, por ejemplo, el cuarto monólogo que hice en mi carrera, no es el que más me exigió físicamente pero sí el que llegó físicamente en el momento en que tuve que descubrir que mi cuerpo y mis condiciones habían cambiado. Este monólogo de Carlos Padrón, que aún sigo haciendo, es muy fuerte en todos los sentidos: físico, emocional y vocal.
“El teatro exige mucho físico no tanto como la televisión. El cine también exige y más en nuestro país que no hay dobles”.
—Ahora que los menciona, ¿en cuál de esos medios se siente más cómoda?
—En todos los medios soy actriz. Lo único que uno tiene que hacer es adaptarse porque cada uno tiene su especificidad, pero me es cómodo cualquiera.
—Bueno, entonces vamos por parte, ¿cuál fue su primera incursión en la TV?
—Fue en la telenovela El eco de las piedras, dirigida por Paco Anca y Miguel Sosa. Me dieron un personaje de prostituta y, al principio, estaba un poco renuente pero lo hice porque yo quería hacer televisión. Dudo que exista una actriz que no quiera hacer televisión, es un medio difícil y tiene la peculiaridad de que te entrega a todo un país en muy corto tiempo, eso es muy lindo.
—¿Y en el cine?
—He hecho tres películas pero ninguna es mi película. Trabajé en Rosa la china; Cosas de La Habana, un filme español; después hice Páginas del diario de Mauricio; y ahora mismo está en los cines La emboscada, una película que toma como pretexto la guerra para exponer los conflictos humanos cuando las personas están al límite.
—De los personajes que ha interpretado, ¿alguno en especial?
—Esa pregunta solo te la puedo responder de esta manera: Todos me han marcado, todos me han enseñado, todos me han lacerado un poquito o me han hecho divertir un poquito, y todos son importantes porque han ido conformando mi carrera.
—¿En algún momento ha sentido que la han encasillado?
—Siempre te encasillan de alguna manera o te etiquetan, que es peor. La gente a veces me ve como la mujer rotunda, fuerte, de un carácter indomable, y aunque tengo un poco de eso también tengo muchas otras cosas que no han explorado los directores porque se han quedado en esa primera imagen o en la imagen de mujer poco elegante.
“Son los personajes que me han tocado, lo que pasa es que a todos intento hacerle algo diferente y si te pones a observar te das cuenta que no han logrado encasillarme”.
—Pero últimamente siempre la vemos asumiendo papeles de madre…
—Es que yo estoy en la edad de hacer esos papeles, aunque en Cuba, a veces, nos equivocamos en muchas cosas. Mira, hace unos pocos días estuve observando la novela brasileña que está ahora al aire y hay más de 24 personajes que están por encima de los 50 años. Aquí tenemos un esquema muy raro, no sé quién lo estableció, de que las personas cuando tenemos cincuenta y tantos años o hacemos madres y hablamos tonterías nada más o no existimos.
—¿Cuán importante es entonces el cuidado de la presencia física para un actor?
—Mira, yo he aprendido mucho de la observación y he visto muchas actrices en el mundo que no hacen de la edad un hándicap. Sí, hay que mantenerse físicamente lo mejor posible y no es problema de vanidad, nosotros vivimos de la imagen.
“Tampoco se trata de esconder arrugas y canas, es saberlas llevar y tener un criterio estético al respecto. No creo en ese pánico que se ha establecido en los últimos tiempos a envejecer. Somos el país más envejecido de América Latina, ¿cómo vamos a tener tanto miedo a envejecer? Yo abogo porque los jóvenes se vean en nuestro espejo y aprendan a respetar a las generaciones que los anteceden”.
—¿Cuáles son sus planes inmediatos?
—Nunca me hagas esa pregunta y te voy a explicar por qué: nosotros vivimos una vida tan azarosa y tan incierta que no sé qué va a pasar conmigo mañana. Ahora mismo llevo un año entero sin que me llame la televisión para nada y como yo hay muchos actores en esa situación.
“No sé qué sucede pero ya no se produce igual que antes y no creo que sea por falta de presupuesto. Cuando yo tenía unos 11 o 12 años teníamos los mismos problemas económicos de ahora, pero había mucha creatividad y me duele saber que el primer país que tuvo televisión en América Latina hoy por hoy es uno de los últimos en calidad”.
—Bueno, una última pregunta que siempre suelo hacer, ¿qué hubiera pasado si no hubiese sido actriz?
—Eso es una buena pregunta pero para eso habría que echar el tiempo atrás y escoger otros caminos. Yo soy actriz, voy a seguir siendo actriz y me voy a morir siendo actriz.
COMENTAR
Rosita dijo:
1
14 de mayo de 2015
21:25:58
Osm dijo:
2
15 de mayo de 2015
08:45:22
mechi dijo:
3
15 de mayo de 2015
09:53:27
Maura Martínez dijo:
4
15 de mayo de 2015
10:21:41
Juanito dijo:
5
15 de mayo de 2015
11:19:24
reicel dijo:
6
15 de mayo de 2015
12:17:17
Josefina dijo:
7
15 de mayo de 2015
13:50:02
Javiel dijo:
8
16 de mayo de 2015
12:10:34
luis alberto hernandez cabrera dijo:
9
18 de mayo de 2015
09:17:24
Pat dijo:
10
18 de mayo de 2015
14:02:35
ME dijo:
11
19 de mayo de 2015
13:09:24
regla dijo:
12
20 de mayo de 2015
05:30:38
Responder comentario