ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Mirta Yáñez. Foto: Archivo

La escritora, poeta y periodista Mirta Yáñez Quiñoa, autora de una extensa obra narrativa, poética y en­sayística, ingresó este martes a la Ac­a­­demia Cubana de la Lengua (ACuL) como Miem­bro de Número de la prestigiosa institución. El ac­to de entrega de la distinción, encabezado por Nancy Morejón, presidenta de la  ACuL, tu­vo lugar en el Para­ninfo del Colegio de San Ge­ró­nimo, ubicado en el Centro Histórico de la ciudad.

“El personaje femenino en la narrativa del ro­manticismo latinoamericano: de ángel del hogar a bruja transgresora”, asociado a una de las materias más abordadas en su vida profesional, fue el tema del discurso pronunciado por Yáñez, a quien se le concedió el sillón correspondiente a la letra R, antes ocupado por la doctora Gisela Cár­denas, prestigiosa lingüista ya fallecida.

“A partir de los estudios de la mar­ginación de la mujer, se enfatiza el reconocimiento, desde los tiempos coloniales en toda América Lati­na, de la si­tuación preterida de la mujer, víctima de los po­­de­res religiosos, judiciales, familiares, pues —co­­­mo bien lo ha indicado la crítica feminista—, las castas de funcionarios y de sacerdotes, de igual ma­nera que la vida patriarcal de la familia, ejercieron una marcada misoginia”,  expresó Yá­ñez en las pa­labras introductorias de su intervención, que se detuvo puntualmente en clásicos de la narrativa romántica del continente, para re­crear las circunstancias históricas de la vida fe­menina.

La respuesta a  la alocución estuvo a cargo de la doctora Margarita Mateo Palmer, que refirió en una exquisita disertación la vida profesional de Yáñez, en la que destacó su destreza como narradora, es­pecialmente en sus cuentos, con los que ha merecido importantes reconocimientos.

Mateo refirió entre las características de su obra algunas muy apreciadas por la Academia, el profundo do­minio de la lengua, su competencia lingüística, su capacidad para mo­verse con similar rigor en registros muy diferentes, así como la  sen­sibi­lidad hacia determinadas formas del lenguaje popular y un verdadero amor por la palabra en sí misma.

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