
Premio Nacional de Artes Plásticas 1996, que por primera vez distinguió a un fotógrafo, Raúl Corrales es uno de los más grandes artistas cubanos del lente.
Su hija, Norma Coral, precisa que Corrales es el nombre artístico de este maestro de la fotografía nacido en Ciego de Ávila el 29 de enero de 1925 y quien falleciera en La Habana el 15 de abril del 2006.
Norma concedió una extensa entrevista a nuestra publicación a lo largo de la cual hace un amoroso recorrido por la obra de su padre, que ahora ella se ha dedicado a estudiar y cuidar.
“Es una obra muy vasta y hermosa. Con él en vida no estuve involucrada en su obra. Solo en las exposiciones, la curaduría, ahora me he entusiasmado en estudiarla. No se cuantas fotos serán, son miles de negativos, porque fue una vida dedicada a la imagen, en muy diversos temas”.
¿Estas trabajando por etapas? “Mi papa tenía su archivo muy organizado. Hay imágenes que no se conocen ni por la familia, las estoy descubriendo, y son tan hermosas como las publicadas. Lo más reciente que tuve como experiencia fue en el (Centro de Arte Contemporáneo) Wifredo Lam con (el gran pintor) Tomás Sánchez que ahora se dedica a la fotografía. Hizo una muestra del Peñón de Jibacoa y me quedé impresionada porque justo lo que Tomás retrató a color hay un reportaje de mi padre en blanco y negro”.
La crítica coincide en que su obra, realizada analógicamente, sigue impresionando por su lirismo, y su portentosa visión para apretar el obturador desde un ángulo y perspectiva inéditos.
“El nunca tiraba en serie, se concentraba y miraba y cuando enfocaba era lo que quería. Si ves sus contactos prácticamente lo que está es lo que utiliza. Lo concebía desde el principio y lo plasmaba. Muchas veces dijo: “Yo no busco una buena fotografía; yo veo una buena fotografía”.
Corrales testimonió con su cámara múltiples sucesos históricos y desde el inicio logró verdaderas denuncias sociales que aún conmueven por la grandeza y espectacularidad de sus imágenes.
En sus retratos se aprecia a la perfección el justo equilibrio de sus composiciones, como logra, con las luces y sombras que devinieron sello personal, resaltar la plasticidad del sujeto fotografiado y se advierten en ellas una cierta influencia de lo escultórico.
Los monumentos por lo general son fotografiados, pero hay una foto de Corrales, la de Malagón, que inspira un monumento, el que recuerda a ese primer miliciano campesino en su natal Pinar del Río.
Cuando el Instituto Superior del Arte le otorga en 2005 el Doctorado Honoris Causa, refrenda las numerosa cualidades que hacen de la foto de Corrales un obra de arte, dígase su tono poético, el poder de síntesis, la capacidad para mostrar los detalles, el tratamiento de la luz.
¿Corrales antes de convertirse en maestro de la fotografía? “Mi abuelo, un español emigrado con muchos hijos, tenía una carretilla y mi papá lo acompañaba de niño a vender frutas. También fue valet del actor y cantante mexicano Jorge Negrete cuando estuvo en La Habana. Después trabajó en El Carmelo (entonces exclusivo restaurante de El Vedado) como botones, abriendo la puerta. Siempre dijo que allí aprendió a hojear las revistas. Se compró una camarita Kodak y los rollos, que revelaba pero no podía imprimirlos. Veía los negativos por la noche con una luz en su cuarto”.
¿Cómo llega a la fotografía profesional? “Su hermano mayor trabajaba en la Cuba Sono Film y mi papá empieza en mantenimiento, barría, limpiaba, pero un día, por azar, en una sastrería de (la calle) Obispo piden un servicio para cubrir un aniversario y no había fotógrafo disponible. Él osadamente se ofrece y el jefe acepta. Luego él narró como caminó por Obispo con las cámaras y el maletín con los bombillos, para tomar una sola imagen. La tomó, la reveló y la imprimió y allí empezó su vida como fotógrafo”.
A partir de 1946 se desempeñó como reportero gráfico del periódico Hoy, donde permaneció hasta su clausura en 1953, y por esos años también colaboró con La Prensa Obrera de Cuba, América Deportiva, Vanidades, Última Hora y Bohemia.
“Recorrió toda Cuba con Oscar Pino Santos haciendo reportajes de los carboneros, de la miseria, porque en esa época siempre fueron fotos de denuncia social. Un dúo de trabajo casi perfecto. Hizo también fotografía de publicidad con la empresa Siboney.”
Hablemos de Cojímar, donde se radicó, y de Hemingway… “Realmente fue una relación muy corta. El lo retrató una sola vez en sus andanzas por el pueblo. Esa vez estaba el yate el Pilar fondeado y Hemingway lo invitó a subir. Él se lamentó porque ya había tomado muchas fotos y no le quedaba mucho rollo. Por eso no son muchas las imágenes, pero son hermosas y conocidas. Esto es a fines de los 50. Lo volvió a retratar cuando el Primer Torneo de la Aguja. Pero mi padre si tiene una obra muy hermosa de los pescadores de Cojimar, incluso le escuché decir que él tenia en imágenes el libro El viejo y el mar”.
Llegamos a 1959 y las llamadas fotos de la épica revolucionaria… “Dentro de esas fotos están La caballería (1960), El sueño (Caracas 1959), La Primera declaración de La Habana (2 de septiembre de 1960). Esta imagen formó parte de un billete de diez pesos que actualmente no circula. Fue la primera vez que se utilizó la imagen de un fotógrafo en un billete”.
Hasta 1961 Corrales acompañó en sus viajes y recorridos al líder de la Revolución. Algunas de sus imágenes clásicas: la proclamación del carácter socialista de la Revolución en abril de 1961 y la de Fidel sobre un tanque de guerra dirigiendo una de las operaciones militares en Playa Girón.
Fue fotógrafo de las revistas INRA, Cuba, y del periódico Revolución y luego… ¿Se aleja de la fotografía?
“Fue a trabajar al Consejo de Estado porque se lo pide Celia Sánchez. Estaba en ese momento en la Academia de Ciencias y cuando se funda la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, Celia le pide su colaboración por poco tiempo. Mi padre ha contado que serían 20 días y se pasó 20 años (desde 1964 y hasta su jubilación en 1991) organizando y haciendo microfilmes de toda la documentación que allí se atesora”.
Tomó parte en numerosas exposiciones, personales y colectivas, ha sido antologado ampliamente en publicaciones de Cuba y el mundo y sus fotos utilizadas en numerosas revistas y periódicos.
¿Con crédito? “Es un grave problema. Muchas veces sin crédito y eso nos causa un gran dolor. Utilizan mucho la formula foto de archivo y las fotos no las toman los archivos, las toman lo hombres. No se puede entender, porque detrás de esas fotos hubo un hombre que tuvo un compromiso, con meritos, con reconocimientos nacionales (entre ellos en 1988, la Orden Félix Varela, la más alta condecoración del Estado cubano en la esfera de la cultura) e internacionales”.
La vida de Raúl Corrales fue captar imágenes, por lo que prácticamente toda Cuba está vista desde su lente y, como recuerda su hija Norma, con un sencillo slogan: yo miro y veo.
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