La Asociación Internacional de Literatura y Cultura Femenina Hispánica acaba de efectuar su XXIV Congreso en La Habana (10 al 14 de noviembre) bajo la advocación delbicentenario de Gertrudis Gómez de Avellaneda y con el lema “Legados de creación femenina”.

Con sede en Estados Unidos y miembros en todo el mundo, elige por concurso la sede de su congreso anual, que se celebra desde 1996 y ha tenido lugar en varias ciudades norteamericanas y de Canadá, América Latina y Europa.
El encuentro de La Habana ha sido organizado por el Instituto de Literatura y Lingüística, y coordinado por Zaida Capote Cruz, que dirige en esa institución la Cátedra Gertrudis Gómez de Avellaneda (ponencia: Coleccionismo y nostalgia en un álbum de autógrafos de Gertrudis Gómez de Avellaneda), y Barbara Riess, miembro de la Asociación y profesora de Allegheny College (ponencia: Es mucho hombre esa mujer: género y cuerpo en la prosa cubana femenina de los ´60 y ´70).
La Dr. María Elena Soliño, de la Universidad de Houston, y tesorera de la Asociación, apuntó para nuestra publicación que el propósito de ésta “es fomentar la difusión, investigación y reflexión crítica sobre las producciones culturales de las Américas y del ámbito ibérico desde los estudios feministas, de género, de sexualidades y desde otras categorías de análisis relevantes para las mujeres”.
¿Sus intereses principales?
“Hemos debatido mucho el nombre, primero tuvo una postura mas tradicional de estudios de literatura, pero hemos expandido el campo a estudios culturales de todo tipo, ahora tenemos ponencias mas interdisciplinarias, por ejemplo yo estudio cine (ponencia: Alegorías de la Nación: La mujer en la creación de la industria cinematográfica en la etapa del cine mudo, el caso de Agustina de Aragón). Por eso el nombre literatura y cultura hispánica. Es una de las principales organizaciones académicas que se dedica al estudio de la mujer”.
¿Considera que han logrado avances sobre la inclusión de la mujer?
“Hace 15 años era bastante común un congreso de literatura en que solo se hablaba de autores masculinos, era una rareza hablar de las mujeres escritoras, cineastas, como si no existieran. Borrar la mitad de la humanidad no es posible si se quiere una visión completa del mundo, entonces esta Asociación se fundo para llenar ese vacío. Ya que los congresos internacionales ignoraban a la mujer necesitábamos crear un espacio propio donde se pudiera hablar de la creación femenina, fue el propósito inicial, ahora ha cambiado mucho el mundo pero seguimos teniendo un espacio especial donde descubrimos nuevas autoras y claro, analizamos las autoras mas consagradas desde un punto de vista nuevo”.
¿El Congreso en La Habana?
“Hemos tenido la colaboración de la UNESCO y la Universidad de Barcelona. Somos una asociación internacional, siempre queremos una apertura, nos encanta que en este congreso haya tanta participación de las críticas cubanas, si no seria un gesto estéril venir aquí, venimos a dialogar, aprender unas de las otras”.
Cerca de 150 ponentes, en su mayoría provenientes de Estados Unidos, y académicas de Alemania, Chile, Corea, Ecuador, España, Irán, México, Polonia, Puerto Rico y, claro está, Cuba, propusieron variadas temáticas.
Zaida Capote Cruz precisó para estas páginas: “El congreso se dedicó a Avellaneda, se abordó su poesía, su teatro, sus novelas —entre las cuales Sab sobresale como la más estudiada—, la comparación de su obra con la de autores previos, coetáneos y posteriores, su labor crítica, su correspondencia y su relación con el hábito, por entonces usual, del Álbum de autógrafos. También se discutieron otras expresiones de la cultura femenina hispánica: escritoras hispanoamericanas (de los siglos XIX al XXI), artes plásticas, cine, performance, arte digital, cine de y sobre las mujeres”.
Si tuviera que sintetizar ¿cuáles aspectos, estéticos, éticos, de la Avellaneda seleccionaría para apoyar la magnitud de una conferencia internacional sobre su obra?
“Sintetizando, pudiéramos decir que Avellaneda merece el reconocimiento perpetuo de todos los cubanos: fue una gran renovadora en poesía; escribió la primera gran novela antiesclavista americana, Sab; fundó un par de revistas importantes en su época; es una de las grandes escritoras del romanticismo hispanoamericano y promovió una visión crítica de la condición social de la mujer. No separo la estética de la ética porque me parece que su desempeño en ambos campos, por llamarlos de alguna manera, merece un homenaje amplio y continuo. A pesar de los prejuicios con que la crítica ha enfrentado a veces su obra, esta pervive y este congreso internacional es solo una de la acciones de celebración de su bicentenario, pues la UNESCO declaró la efemérides como parte de su programa en el bienio 2014-2015 en asamblea general, y ese, aunque no sea tan visible, es un reconocimiento a la grandeza de Avellaneda. Para nosotras las feministas, además de por su contribución crítica a cómo entender nuestro lugar en la sociedad, su legado es digno de celebración porque resulta ejemplar el modo en que esa mujer, educada en territorio colonial, supo imponerse en el ámbito cultural metropolitano, y lo hizo con un talento, una fuerza y una entereza descomunales”.
En las temáticas se advierte repetidamente el término feminista, feminismo… ¿Hay un acento al respecto a partir de la Avellaneda y como se comprende hoy?
“Una de las primeras tareas, y de las más importantes, que ha emprendido la crítica feminista es la rescatar el legado de mujeres ejemplares, precursoras de un pensamiento y una ejecución artística cuya indagación en la condición femenina obligó a las sociedades de su tiempo a preguntarse acerca de las diferencias establecidas entre personas de género distinto. En Hispanoamérica tenemos a Sor Juana y a Gertrudis Gómez de Avellaneda como madres simbólicas de todas las que luego intentamos explicarnos el porqué de tales diferencias y de contribuir a conseguir no solo más justicia sino también más felicidad en las relaciones humanas. Avellaneda, por su condición de mujer y por haberse ido a vivir a España, ha sido leída en Cuba con cierta frecuencia con una mirada prejuiciosa. Por eso nos interesa reivindicarla como modelo de escritora y de intelectual, pues en las condiciones de su época, con las peculiaridades de su biografía, su actuación es dignísima de elogio. Y también se convierte en paradigma de la situación social de la mujer por haber sido rechazada como miembro de la Academia; aquel hecho, que no es más que un episodio en su provechosa vida, nos incita a pensar en las injusticias que debemos enfrentar cada día en nombre de las diferencias. Uno de sus corresponsales en el Álbum de autógrafos, el marqués de la Pezuela, le comenta apenado, en palabras que todavía hoy conmueven, cómo el prejuicio pudo más que la razón y cómo, a pesar de su esfuerzo, dice, “nos derrotó la mayoría. En mi juicio casi todos valíamos menos que usted pero sin embargo por la cuestión del sexo (y el talento no debe tenerlo) los partidarios de usted sufrimos todos la pena de no contarla a usted por ahora entre nuestros académicos”. Ya no hay modo de reparar aquellas injusticias, pero sí podemos estudiarla, interrogarla y hasta discutirla, como testimonio de respeto y admiración por su obra”.
Uno de los actos más importantes del Congreso fue precisamente la entrega en custodia a la Biblioteca Nacional de la edición facsimilar, recientemente adquirida por Cuba, de ese Álbum de autógrafos confeccionado por la propia Avellaneda, con interesantes comentarios de su puño y letra sobre los autores y sus cartas.
Gertrudis Gómez de Avellaneda nació en Camagüey el 23 de marzo de 1814 y murió en Madrid, 1 de febrero de 1873. Discuten los académicos, pero ella era muy cubana. Lo dejó escrito así en Al Partir, su estremecedor soneto de despedida de Cuba en 1836, del cual tomamos solo una estrofa: "Adiós, patria feliz, edén querido! ¡Doquier que el hado en su furor me impela, tu dulce nombre halagará mi oído!".
Tula, como la llamaban coloquialmente, continúa en su bicentenario siendo un icono de la literatura femenina.












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