ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Cuadro de la expo de Julio Trujillo. Foto: Toni Piñera

Cuando uno se acerca a las creaciones de Julio Trujillo, puede alcanzar en una sola mirada su fuerza creadora, la universalidad de las temáticas. Es el hombre en cualquier lugar, aunque lo delata, el ser y vivir en el Caribe, la luz y los tonos que brillan por estos lugares.

Trate lo que trate (un paisaje urbano o del campo, un bodegón, retratos, un fragmento cualquiera de la naturaleza...) Trujillo es un devoto y fiel traductor, que lleva al puro diseño y a las delicadas tonalidades todo cuanto late en su interior. De ello, es eco visible su pintura. Se suma un rigor en la composición, la ternura cromática que la enaltece, el equilibrio del que hace gala en cada una de las piezas, todo ello fluye con una fuerza singular que llega hasta el espectador.

En su actual exposición Entre piedras y sueños, abierta en la galería Carmen Montilla, en La Habana Vieja, el artista, quien es profesor de la Academia San Alejandro desde hace más de 30 años, y actualmente lleva la cátedra de Ilustración, en sus acuarelas, pinturas y cerámicas nos sumerge en el mundo de la armonía.

Dado en primer lugar por las tonalidades don­de predominan los colores pasteles, la quietud  emerge de sus trabajos, donde la vegetación entabla un constante diálogo con la figura humana, las edificaciones, buscando siempre significados culturales a través de las figuraciones y sus características pinceladas, ya sean de óleo/acr­íli­co/aguadas. Con ellas trata de hacernos entender el mundo circundante, que cobra en sus lienzos, cerámicas o cartulinas un estado idílico. Detrás del velo que lo abarca todo hasta el borde de la tela, en muchas de sus piezas, hay formas hechas de color, plenas de significado, que evidencian el talento del autor.

Su prisma creativo enfoca, no cabe dudas, la vida en cualquier lugar. Ese es el mensaje principal que transmite. Al revisar con la vista estas pinturas que laten en disímiles superficies, uno puede llegar a palpar las venas de la creación e imaginarse cómo las fue pintando, porque hay en ellas algo vivo, de continuidad en el tiempo. Se puede sentir hasta el deslizar de los pinceles sobre las superficies, el bullir de los colores en la paleta, el latir del pintor en el instante de la realización.

Sus obras son como imanes que atrapan. Es una cartografía personal. Uno pasea la mirada por el vasto campo de acción y sigue el curso de las líneas, las manchas, se pierde entre los objetos, respira la atmósfera de cada uno de ellos, y hace su historia. Se podría escribir un cuento de cada uno de sus cuadros. No por azar se desempeña en la importante escuela en ese terreno de la Ilustración. Cada uno de los trabajos de este artista se asemeja a una aventura. Un juego y un diminuto poema que convoca a un encuentro diferente del hombre con la naturaleza. Son, en una palabra, formas pensadas para el disfrute y el deleite de los sentidos. Por eso puede transmitir sensaciones y sentimientos a través de ellas.

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