
Al espectador no avisado quizás le parezca haber penetrado en una de esas cámaras oscuras llenas de sorpresas y maravillas con que en ciertas épocas los feriantes solían presentar como realidades e ilusiones imposibles.
Después de todo es bueno conservar esa primera impresión cuando se tiene ante sí el deslumbrante montaje de Making of, exposición de Duvier del Dago (Zulueta, Villa Clara, 1976), de turno en el privilegiado espacio de la galería Villa Manuela, de la sede capitalina de la UNEAC.
Así el espectador podrá llegar a una comprensión mucho más viva y visceral de las representaciones del artista, que cuando se intenta una lectura interpretativa seccionada, como podría suponerse fuera la intención del creador al inducirnos a rastrear el proceso de construcción de su obra, con referencias a proyectos materializados entre el 2004 y el 2012.
Si nos guiáramos por ese guion, Making of quedaría en la mera confrontación entre la fase prospectiva de la creación y su definitiva concreción —esa tentación se halla reforzada por una video-proyección comparativa que muestra el bosquejo de una pieza y el resultado final, lo cual a mi entender atenta contra la magia de la imagen—; de ahí que prefiera seguir con toda libertad el rumbo de estas nuevas proposiciones, generadoras de sensaciones primigenias a partir de la poética de un autor que compone sus espacios a base de hilos, sombras y luces.
Alguien podrá detenerse en los procedimientos tecnológicos, láseres incluidos, que dan vida a estas representaciones, pero lo más importante, al menos para quien esto escribe, es absorber la atmósfera que se desprende de un contrapunto tenaz entre ficciones y realidades.
Desde muy temprano en su carrera artística, Duvier ha hecho énfasis en la experimentación visual y la reelaboración del lenguaje escultórico. Si por un lado sus obras no dejan de responder al orden genérico de la instalación, por otro se maneja muy bien con los códigos más estrictos del dibujo y las convenciones del diseño equilibrado. Lo ha demostrado desde la muestra Espectador, en la Galería Servando en el 2006 hasta Holiday, en La Casona en el 2010, sin olvidar la ingeniosa Caja negra que instaló en un campo de tiro de El Vedado en la Décima Bienal de La Habana, y de acuerdo con la crítica internacional en sus incursiones durante la última década en Europa y los Estados Unidos.
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