La proximidad de la vigésimo quinta edición del Festival y Coloquio Internacional Boleros de Oro, que organizado por la sección de Música de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) tendrá lugar en la capital del 25 al 29 de este mes, hace que hoy recordemos a Gabriel García Márquez, ese gran hombre de las letras, que también amó y cantó boleros.
Un bolero, dijo, es algo que yo admiro muchísimo, expresa sentimientos y situaciones que a mí me conmueven y que sé que a muchísima gente de mi generación conmovió. Un bolero puede hacer que los enamorados se quieran más y a mí me basta para querer hacer un bolero. Lograr que los enamorados se quieran más, aunque sea un momentico, es culturalmente importante, y si es culturalmente importante es revolucionario.
Sabido es la admiración que por el cantante cubano Bienvenido Granda (La Habana, 30 de agosto de 1915- Ciudad de México, 9 de julio de 1983), integrante de la Sonora Matancera, tuvo el autor de Cien años de soledad. De este copió su abundante bigote, que siempre llevó en vida, y como el vocalista, a quien le llamaban “el bigote que canta”, a él le empezaron a llamar “el bigote que escribe”. Dicen que cuando recibió el premio Nobel de Literatura en 1982 exclamó: Por fin hay un Nobel a quien le guste Bienvenido Granda.
Esa referencia, la de Granda, le ayudó en la década de los años 50 a buscarse la vida como músico en Francia, mientras era corresponsal de El Espectador y los giros mensuales tardaban a consecuencia de la presencia del dictador Rojas Pinilla. Su figura lo llevó a vencer su timidez para cantar en L’Escale, club nocturno parisino donde se reunían muchos latinoamericanos: Tengo miedo a los micrófonos y a las cámaras de televisión como a los aviones, dijo por entonces, pero las necesidades obligan en la vida. Cantaba a dúo con el pintor venezolano Jesús Soto un repertorio de rancheras y boleros. Allí conoció a nuestro Nicolás Guillén.
“En L´Escale nos reuníamos no para consumir, sino para cantar y ganar algo. Cantábamos canciones mexicanas y boleros cubanos. Yo ganaba por noches unos francos con lo que iba agarrando algo”, contaba el escritor.
Desde sus tiempos de la bohemia, el Gabo apreciaba mucho a los cantantes. “Soy amigo de los cantantes. Cuando estoy con mis amigos íntimos no hay nada que me guste más que hablar de música. Tengo más discos que libros. Descubrí el milagro de que todo lo que suena es música, autos de las calles, claxon, vocerío… todo. Soy un melómano empedernido, siempre digo mi lema: lo único mejor que la música, es hablar de música”.
Un amigo suyo aseguró que lo escuchó entonar el bolero Usted en un cabaret de Santo Domingo, en el verano de 1979. El locutor lo había presentado como el cantante colombiano Gabriel García. El público, que nunca identificó al bolerista con el escritor, lo despidió con una armoniosa mezcla de indiferencia y abucheos.
Por su parte, otra amiga, la cantante peruana Tania Libertad, gran amiga del Gabo, ha contado que entre las canciones que le gustaban estaba el bolero Nube viajera.
Estaba convencido de que Cien años de soledad era un vallenato de 450 páginas y El amor en los tiempos del cólera un bolero de 380 y que El otoño del patriarca lo escribió con la estructura de un concierto de Bela Bartok, porque era lo que estaba escuchando antes de sentarse a escribirlo.
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eliza dijo:
1
20 de junio de 2014
12:42:12
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