ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Axis mundi, instalación de Ricardo Brey. Foto: cortesía de la autora

Ricardo Brey (La Habana, 1955) no nos deja sucumbir a la añoranza de quienes lo descubrieron a fines de los setenta —en mi caso fue en la adelantada muestra Pintura fresca, que Leandro Soto animó en Cienfuegos— como uno de los creadores llamados a revolucionar la práctica artística cubana de la época, noción confirmada poco después a raíz de su participación en la exposición Volumen I, especie de parteaguas conceptual y generacional en la evolución de las artes visuales en la Isla.

El Brey de hoy, que despliega sus realizaciones en la tercera planta del Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes, no ha venido a recuperar el tiempo pasado ni a enseñarnos cuánto de lo hecho ayer ha sido negado por el hoy, sino a revelarnos las inquietudes que lo han llevado a ser un representativo exponente de una de las tendencias más incisivas del arte occidental, aquella que discurre sobre el encuentro conflictivo entre la racionalidad heredada y la renovación de los mitos.

Más de veinte años han transcurrido desde que Brey se instaló en Bélgica, exactamente en tierra flamenca en momentos en que el entonces joven artista irrumpía en la célebre Documenta IX, que en la ciudad alemana de Kassel se convertía en una institución de las nuevas vanguardias.

El artista no tardaría en insertarse en el mainstream de la visualidad euroccidental de los noventa, pero no mudaría de piel, sino a partir de un sentido de pertenencia a la periferia de los circuitos hegemónicos haría valer un punto de vista original, dialécticamente imbricado tanto con la ruptura de los presupuestos de la Modernidad como con una tradición de la que era portador: el reciclaje vernáculo que todo lo subvierte y reactualiza.

Una serie fotográfica, en colaboración con Alina Sardiña, muestra árboles mutilados con carácter instalativo, primera sorpresa: las imágenes dialogan con su naturaleza al mismo tiempo que lo hacen con el referente histórico visual preestablecido. Una columna, titulada Axis mundi, de hierro con guantes de uso incorporados, de tres metros de altura, y que testimonia una huella humana  hasta entonces inadvertida, es la segunda sorpresa: el objet trouvé (objeto encontrado) tan caro a las vanguardias de entreguerras, cobra un nuevo sentido. Cajas que archivan cuadernos, libros y objetos, contrapunto entre el dibujo y la pátina del tiempo, la tercera sorpresa: una lectura transgresora de lo que Lezama llamaría las eras imaginarias. Y como centro del retablo de maravillas, una instalación en la que Saturno, el planeta, imanta todas las especulaciones visuales posibles.

Brey no pretende ser profeta ni en su tierra ni en la que eligió como plataforma de lanzamiento. Es simplemente un facilitador de experiencias. Un creador.

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MARCOS dijo:

1

23 de abril de 2014

14:59:06


COMPAÑERA VIRGILIA ALBERDI: ALÉJESE, POR FAVOR, DE LAS HIPÉRBOLES. NO SE NIEGA LA CALIDAD DEL ARTE DE RICARDO BREY PERO !CÓMO ENUNCIAR EN UN ARTÍCULO PERIODÍSTICO (serio) QUE EL ARTISTA ES "UNO DE LOS CREADORES LLAMADOS A REVOLUCIONAR LA PRÁCTICA ARTÍSTICA CUBANA DE LA ÉPOCA? ADEMÁS ¿A QUÉ ÉPOCA SE REFIERE? MEJOR HUBIESE ESCRITO USTED "DE NUESTRA ÉPOCA" O ALGO SIMILAR... ALÉJESE DE LAS HIPÉRBOLES PORQUE ¿CÓMO SE REFERIRÍA USTED AL PAPEL JUGADO HOY POR PINTORES COMO NELSON, KCHO, CHOCO, ERNESTO GARCÍA PEÑA, FABELO Y ETCÉTERAS? MARCOS