ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Visita del Gabo a Granma Internacional en el 2001. Foto: Ricardo López Hevia

Aun cuando el mundo entero lo reconoce por el legado de su vasta obra literaria, García Márquez nunca se alejó del periodismo, oficio que una vez catalogó como “el mejor del mundo” y al que también se dedicó en fecha muy temprana.
Desde su primer trabajo como columnista en el periódico El Universal de Cartagena en 1948 hasta la creación de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano en 1994, el escritor nunca se quitó su camisa de reportero.

Fue colaborador de El Heraldo de Barranquilla y firmaba sus trabajos con el seudónimo de Septimus. Años más tarde se integró en la redacción del diario El Espectador, donde inicialmente se convirtió en columnista de cine, y luego en cronista y reportero, oficio que practicó durante años y cuyo manejo fue reconocido por el polaco Ryszard Kapucinski, quien afirmó que “su gran mérito consiste en demostrar que el gran reportaje es también gran literatura”.

Su primer trabajo reporteril, titulado El relato de un náufrago, y publicado en 14 entregas, impulsó su carrera. Su dedicación y capacidad para contar historias lo llevaron a ser corresponsal en Europa. Vivió una larga temporada en París, y recorrió Polonia,  Hungría, la República Democrática Alemana, Checoslovaquia y la Unión Soviética. En ese periodo, marcado por la penuria y la escasez monetaria, vieron la luz dos novelas, El coronel no tiene quien le escriba y La mala hora. Estando allá, el gobierno colombiano decidió cerrar El Espectador y colaboró, entonces, con la revista venezolana Élite y la colombiana Cromos.

En el año 1959, después del triunfo de la Revolución Cubana, trabajó junto a Jorge Masetti en la agencia de noticias Prensa Latina. Como corresponsal de la agencia estuvo un corto periodo en Nueva York, y luego se trasladó a México, donde se desempeñó como editor de las revistas La Familia y Sucesos para todos.

En la década del setenta, ya considerado uno de los escritores más representativos de América Latina, el Gabo se asoció con varios escritores y periodistas colombianos para lanzar la revista Alternativa, de periodismo de izquierda, que circuló desde 1974 hasta 1980 en su país natal.

Años más tarde puso en marcha, en Cartagena, su proyecto docente alrededor de la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) para “inventar otra vez el viejo modo” con ética y compromiso social.

Cuando hace unos días, con motivo de sus últimos ingresos en el hospital, el Premio Nobel exhortaba a los periodistas a buscar noticias reales, “a hacer algo provechoso”, dejaba bien en claro que como manifestó en una ocasión, “la calidad de la noticia se ha perdido por culpa de la competencia, la rapidez y la magnificación de la primicia” y que, para él, el periodismo seguía siendo “una pasión insaciable que solo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad”, como afirmó en su discurso El mejor oficio del mundo, pronunciado en la asamblea anual de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) de 1996.

Sobre los beneficios que le aportó el oficio alegó en una ocasión: “El periodismo me ha ayudado a establecer un estrecho contacto con la vida y me ha enseñado a escribir. La obra creativa, de fantasía, ha dado valor literario a mis trabajos como periodista”.

Él mismo se presentaba como un sujeto del periodismo “creo que se nace periodista, como se nace pintor o músico. Lo creo porque considero el periodismo como un género literario, como la novela, como el teatro, como la poesía”.

Siempre consecuente con sus dos oficios, el de escritor y periodista, el Gabo defendió siempre la profesión y definía su ejercicio de la siguiente manera: “Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir solo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente”.

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Juan Ramon Pineda dijo:

1

18 de abril de 2014

18:44:06


He leido tres obras del fenecido escritor Gabriel Garcia Marquez. Entre ellas: "El coronel no tiene quien le escriba". La he reeleido en tres ocasiones. Es una de sus obras que mas me fascinan. Que descanse en paz!

walter dijo:

2

18 de abril de 2014

21:45:55


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