ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Osvaldo Salas Foto: Archivo

El 9 de enero de 1959, un hombre desembarcó en la terminal aérea de Rancho Boyeros con su familia, unas pocas pertenencias y sus cámaras fotográficas. Por más de 30 años había radicado en Estados Unidos, donde fue primero soldador hasta que se hizo fotógrafo, quizás para reconciliarse con el sueño trunco de la pintura que lo había llevado en la adolescencia a las aulas de la Academia de San Alejandro.


Fue la fotografía la que determinó la vuelta a casa. Ejercía esa profesión en un estudio de la calle 50, en Manhattan, cuando un día de 1955 recibió la visita de dos compatriotas suyos, guiados por un periodista amigo, Vicente Cubillas. Uno era el joven abogado Fidel Castro, líder del Movimiento 26 de Julio; el otro, Juan Manuel Márquez, quien un año después secundó a aquel en la epopeya del yate Granma.


Esa noche asistió junto a Cubillas a un acto en el que habló Fidel sobre la necesidad de reiniciar la lucha contra la tiranía, que había comenzado con el asalto al Cuartel Moncada. Tomó fotos para el reportaje que el periodista remitió a la revista Bohemia, donde ambos colaboraban. Pero a la vez quedó imantado por la personalidad y las ideas del orador al punto que se comprometió con la actividad del Movimiento en Nueva York.


De ahí que cuando supo del triunfo de las fuerzas rebeldes, no lo pensara dos veces para regresar. El hombre que arribó a La Habana aquel 9 de enero, Osvaldo Salas Freire, se convertiría en pocos años en uno de los fotógrafos cubanos más prominentes por su maestría artística y su agudeza para captar la épica revolucionaria y el rostro de sus protagonistas.


El centenario del nacimiento de Osvaldo Salas (La Habana, 29 de marzo de 1914) es una celebración jubilosa tanto para las artes plásticas —su obra representa uno de los paradigmas de la visualidad cubana, de proyección universal, en la segunda mitad del siglo XX—, como para el periodismo, puesto que buena parte de su creación surgió al calor de su dedicación a la fotografía de prensa, vinculado primero al diario Revolución y más tarde a Granma, donde se contó entre sus fundadores y formó parte de su equipo de fotorreporteros hasta avanzada la década de los 80.


El viejo Salas —así le llamaban cariñosamente para diferenciarlo de su hijo Roberto, también notable artista de la fotografía— afirmó en una entrevista publicada en la revista Cuba Internacional: “…es a la Revolución, a la que le debo precisamente, mi condición de artista, de creador, de fotógrafo social. Yo era un buen fotógrafo comercial, pero más nada. Aquí aprendí como reportero gráfico, en Revolución primero y en Granma después, a ver las cosas con otros ojos, con otra perspectiva”.


Al copioso trabajo para la prensa sumó 40 exposiciones personales y la participación en más de un centenar de muestras colectivas, unas y otras en 32 países.


De su obra, Alejo Carpentier expresó: “La fuerza de la presencia humana, la poesía de las piedras, de las cosas, los valores del espacio, se trascienden y fijan en las imágenes magistrales de Osvaldo Salas”.

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