ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Víctor Casaus, en el espacio Libro a la carta, del Instituto Cubano del Libro. Foto: Centro Pablo

Como una cascada de imágenes se le agolpan en la conversación aquellos que siente imprescindibles. Gelman, Silvio, Roque, Fayad, Pablo... , vienen a su pensamiento como si para hablar de sus vivencias o proyectos necesitara evocarlos. Fiel a quienes le han dejado su huella, el poeta, narrador, cineasta y promotor cultural Víctor Casaus nos cuenta sobre sí mismo, pero en su yo hay siempre mucha gente.

Habitado por aquellos con los que pretendió desde las páginas de la revista El Caimán Barbudo, y de las Ediciones El Puente, renovar las letras cubanas —Wichy Nogueras, fallecido en la plenitud de su vida; Guillermo Rodríguez Rivera; Miguel Barnet y Nancy Morejón, por solo citar algunos— Casaus es una de las más auténticas voces desde la que se escucharon los nuevos acordes del entonces joven proceso revolucionario cubano en la década del sesenta.

Sin permitir que la vida "le fosilice el abrazo que le da a los amigos" ni que "le cuartee demasiado la ternura", Casaus llega este marzo a sus 70 años de edad, hechizado como un niño con cada uno de los proyectos que emprende, entre los que figura en primera instancia el Centro Pablo, institución cultural que dirige con beneplácito desde su fundación en 1996.

Seguidor desde su primera juventud de la factura periodística y narrativa del intelectual y revolucionario Pablo de la Torriente Brau, la emoción de entonces no se le envejece. La voluntad comunicadora que el joven puso en su periodismo y en sus letras cuenta entre sus influencias más tempranas. "Pablo ‘estuvo’ en ese periodo tan importante de la juventud porque están en formación muchas cosas, y eso nos pasó a muchos jóvenes en los primeros años de la Revolución, cuando estábamos descubriendo la vida y la Revolución misma. Haber leído sus textos, llenos de espontaneidad y humor, sin tener yo todavía el dominio de la dimensión del hombre que él era, me hizo preguntarme si era posible ser escritor y revolucionario de esta manera".

La raíz de muchas de las creaciones de este multifacético intelectual está en el periodismo. Entre ellas constituyen aportes a la cultura cubana más de quince documentales, seis guiones cinematográficos y los largometrajes de ficción Como la vida misma y Bajo presión. La obra literaria de Casaus ha sido reconocida con el Premio latinoamericano de poesía Rubén Darío y el UNEAC.

Más de diez cuadernos poéticos y otros tantos de crónicas engrosan la lista de sus títulos. Muchos de estos trabajos han alternado con otros de diferente naturaleza, como el cine o la investigación. Girón en la memoria, el primero de sus libros de testimonio es la génesis de esa forma de narrar suya que tiene que ver con el cine. "El libro tiene esa marca, el sello de lo filmográfico, concebido a partir de las experiencias personales, cuando fui un miliciano de fila".

Bardo medular, la poesía lo sorprendió en plena adolescencia cuando sintió la necesidad de "cometer" un poema. "Hay un grupo de personas que tiene la idea sistemática de seguirlos ‘cometiendo’. Yo fui de esos depredadores de la inserción poética en el sentido de continuarla".

"En el poema puede estar presente el amor y a la vez la búsqueda de la palabra o la revolución. En esa síntesis de temas estaría mi definición de poesía. La cotidianidad también, la mía ha buscado la cotidianidad, y trata de encontrar en esos pequeños momentos de la vida, quizás los más grandes de la expresión humana".

Una poesía propia, dueña de sus momentos más simples tal vez sean el secreto que guarda para no envejecer Víctor Casaus, ese hombre al que los años no le borran "el instantáneo esplendor de la sonrisa" ni "le acortan el ritmo ni la elegancia de su paso".

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