
Hace 33 años un cubano, el primero y hasta ahora el único, entró a la selecta lista de hombres que han cumplido con el antiguo sueño de volar más allá del cielo.
El 18 de septiembre de 1980 Arnaldo Tamayo Méndez pasó a la historia como el primer latinoamericano en volar al cosmos gracias a la iniciativa InterKosmos que lideraba la entonces Unión Soviética, seguida por el resto de las naciones socialistas del planeta.
Precisamente las memorias del aquel viaje al espacio y otros importantes aspectos de la vida de Tamayo quedaron recogidas en el libro Un cubano en el cosmos, texto publicado por la Editorial Verde Olivo, presentado por su autor en el marco de la 23 Feria Internacional de Libro.
En casi 400 páginas distribuidas en ocho capítulos, el Héroe de la República de Cuba, apoyado en una vasta recopilación de material fotográfico y documental, hace un dinámico recorrido por su vida, desde sus orígenes, en su Guantánamo natal, pasando por su formación como piloto de combate hasta llegar a llegar a su viaje al espacio.

En ameno diálogo con los presentes en el Sala Nicolás Guillén de la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, Tamayo, actualmente General de Brigada de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, explicó algunos de los pormenores del proceso de selección y preparación y dio detalles de la naturaleza científica de laexpedición que comandara el cosmonauta soviético Yuri Romanenko a bordo de la nave espacial Soyuz- 38.
"Gracias al General de Ejército Raúl Castro, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y al Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, quienes me motivaron a escribir mis memorias por considerarlas un patrimonio de todos los cubanos", destacó.
Fueron casi ocho días en el espacio, dijo, pero que constituyeron todo un éxito para la ciencia cubana, sucesos que los medios occidentales trataron de minimizar por estar nuestro país involucrado.
"Ese viaje me llenó de orgullo porque además de Cuba representé a América Latina, África y al resto de los países del Tercer Mundo"
Pero Tamayo asegura, que además del carácter científico de la misión, donde realizaron 27 tareas de esta índole, también tuvo un marcado matiz simbólico por ser la primera vez que un cubano sobrepasaba los límites del planeta.
Junto a él, explica detalladamente en el libro, llevó dos banderas cubanas, la nacional y la enarbolada por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868; una esfera con arena de Playa Girón, donde el imperialismo sufrió su primera derrota militar en América Latina; una efigie de Ernesto Che Guevara, una réplica del Yate Granma, una edición en miniatura del Manifiesto de Montecristi y poemas de José Martí y Nicolás Guillén, Héroe y Poeta nacionales de Cuba, respectivamente.
El prólogo del texto, titulado Un cosmonauta no se escoge al azar, es un fragmento tomado del discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro en el Acto Central por el Cumplimiento del Primer Vuelo Conjunto Soviético-Cubano, donde el líder de la Revolución destaca las cualidades que convirtieron a Tamayo en uno de sus más queridos héroes.
A la presentación de un cubano en el cosmos asistieron el General de División José A. Carrillo Gómez, Jefe de la Dirección Política de las FAR, y otros jefes y cuadros de esa institución, estudiantes de academias militares del país, representantes de la Embajada de la Federación Rusa en Cuba, y familiares de Tamayo, entre otros.
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