
En el obituario suscrito por la Presidencia de la UNEAC se recuerda la trayectoria artística de Esther desde los días de su debut en 1935 hasta la labor como concertista y consejera de las nuevas generaciones de cantantes, que desempeñó hasta muy avanzada edad.
Premio Nacional de Música en el 2001, Esther fue merecedora de numerosos reconocimientos y distinciones, entre ellas la Orden Félix Varela de Primer Grado, concedida por el Consejo de Estado, y la condición de Artista de Mérito de la UNEAC. Zarzuelas y el repertorio lírico nacional fueron sus baluartes interpretativos, expresados en la radio, el teatro, el cine y la televisión en Cuba y en muchos otros países en los que triunfó.
"La mejor manera de seguir teniendo a Esther entre nosotros —dice la nota— será promoviendo su único estilo interpretativo, pero sobre todo inculcando a los músicos de hoy y mañana la pasión y la ética con que asumió la cubanía".
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