Sin detenimientos ni espantos; con sabidurías, sueños y realidades, llegó la Caravana de la Libertad a la Ciudad de Ciego de Ávila, donde la esperaba una multitud de orgullo auténtico, formada por distintas generaciones de cubanos que, cada 5 de enero, la esperan en el mismo lugar: el antiguo Firestone, testigo de un pasado difunto.

Como se ha hecho tradición, desde hace ¡más de seis décadas!, con pleno y auténtico orgullo llegó la nueva generación, encima de dos camiones de triple tracción; jóvenes de distintos sectores que bajaron y se fundieron en abrazos con viejos combatientes de la Sierra y el llano, y autoridades de la provincia.
Todos en reverencia por el tránsito generacional, sin que se haya mellado el machete de tantas cargas victoriosas durante 66 años, tiempo suficiente para que el mapamundi haya cambiado en muchos lugares donde la colonización fue feroz, abusiva y esclavizadora, menos en Cuba.
«Cada tiempo futuro tiene que ser mejor», evocó en su alocución Naylín Machado Ávila, primera secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas en Ciego de Ávila, momento después de que un nutrido grupo recibiera el carné de militantes de la juventud y el Partido, señal inequívoca para quienes piensan que las fuerzas se debilitan.
Así emergió la Revolución y, con ella, todo un pueblo que desde hace mucho marcó su propio destino, sin postrarse de rodillas.



















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